Manifestación independentista en Barcelona.

La posibilidad de un auténtico diálogo

El manifiesto de los Bachilleres de CL en España, tras una asamblea celebrada en vísperas del referéndum catalán

30 de septiembre. Apenas faltan 15 horas para el 1-O. Una estudiante de Barcelona se levanta en una asamblea ante doscientos cincuenta adolescentes que se reúnen en Madrid venidos de distintos puntos de la península: «Yo soy independentista. Pero siento que no estoy definida exclusivamente por esta elección. Estos días, de hecho, me pregunto constantemente quién soy. Me cuesta que me llamen “separatista”, como si este término identificara todo lo que soy. De hecho, hay una cosa que sé con total certeza: yo quiero ser amada por encima de todo esto. Y me duele mucho sentirme juzgada constantemente. Hoy estoy aquí, lejos de Barcelona, porque la amistad con una amiga de Madrid me ha ayudado a despertar, a alejarme del escepticismo, a juzgar todo lo que estamos viviendo. Ella me está ayudando a vivir, a comprenderme a mí misma».

Estos estudiantes tienen dos costumbres particularmente extrañas. La primera es que hablan y se escuchan. Y no solo dialogan; se narran la vida, se hacen preguntas, se interesan por lo que sucede en su entorno, se relacionan con profesores y adultos para afrontar sus problemas, heridas y deseos. Se ayudan y se corrigen. La segunda es que cantan. Cantan como canta un pueblo que tiene algo que expresar. Siguiendo la tradición cristiana, han aprendido a valorar el ritmo de los espirituales negros, la alegría incontenible de los cantos irlandeses e, incluso, la nostalgia de las habaneras catalanas.

Manifestación en Madrid a favor de la unidad

Antes de que finalice la asamblea, casi trescientas voces cantan con decisión y sin vergüenza El meu avi. Esta preciosa habanera los mece a derecha e izquierda, igual que el agua del océano mueve con fuerza al Catalá; lejos de su casa, los marineros valientes y cansados se acuerdan de su tierra y cantan al recordar lo que dejaron atrás: Visca Catalunya!, Visca el “Catalá”. Delante de la belleza, unos y otros se desarman y forman una sola voz. Las diferencias no se diluyen, pero ya no son enemigas ni extrañas.

Estos adolescentes portan la esperanza para España. Se han topado con una realidad humana que los aleja de la ingenuidad, del escepticismo, del resentimiento. Frente a la ideología que nos ha invadido durante estos días, la curiosidad de estos chicos marca el verdadero camino a la libertad. En el encuentro con la experiencia cristiana una estudiante que lo esperaba todo del 1-O y una entera comunidad de estudiantes y profesores son capaces de salir de sí mismos y de reconocerse como una sola cosa.

La verdadera novedad no siempre aparece bajo los focos: el 30 de septiembre, pocas horas antes del 1-O, jóvenes de 15 y 16 años ponían en juego la posibilidad de un auténtico diálogo, el que se sostiene en la comprensión y estima del otro, incluso en la vida política. Urge comprender qué tipo de propuestas educativas es capaz de generar esta unidad, atrevida e imprevisible. Visca Catalunya, Visca el “Català”! El canto de estos chicos no era un grito partidista y estéril, sino el corazón de una experiencia común.
Bachilleres de Comunión y Liberación