El encuentro con Julián Carrón en Sao Paulo, Brasil

«La promesa está en un camino»

Cientos de personas siguieron el encuentro con Julián Carrón en Sao Paulo, en la sala, conectadas vía satélite o por Facebook. Un diálogo con intervenciones y testimonios que abre «la posibilidad de que la vida florezca»

La sala estaba repleta, los trescientos asientos ocupados y una sala adyacente improvisada sobre la marcha para que los que no cabían pudieran seguir el encuentro en video. Además, 16 ciudades estaban conectadas por videoconferencia con Sao Paulo. Sin contar la gente que se conectó en directo por Facebook. ¿Qué puede llevar a tanta gente a dedicar la mañana de un domingo a seguir un encuentro con Julián Carrón?

Una razón puede ser el deseo de que la vida aflore, como dijo el padre Aurelio Riva, que a sus 65 años quiso compartir la alegría de una vida «que canta». Vive en la ciudad de Paulínia, en el estado de Sao Paulo, y no se conformó con ir a visitar a los jóvenes que se iban a confirmar sino que aceptó el reto de aprender «lo que creía ya saber». Así nació una nueva amistad. Arriesgó y ahora se encuentra con trece estudiantes que han aceptado seguir la misma novedad que él sigue. Y allí estaban, tras dos horas de viaje, cantando Ho un amico grande grande.



Este encuentro nació aprovechando que Julián Carrón estaba en la ciudad. Marco Montrasi, responsable nacional de CL, planteó varias preguntas que han surgido del trabajo de este año en el movimiento en Brasil. En primer lugar, pidió a Carrón que le aclarara la importancia del término "acontecimiento", esta «gran palabra cuyo significado es la categoría que define también el cristianismo».

Carrón llamó la atención sobre uno de los cantos que acababa de oír, A tua presença morena. Habló de una presencia «que penetra en la vida y lo llena todo, cada cosa está definida por su presencia. Entra por todas las puertas y ventanas, en todos los lugares de la vida, hasta los más recónditos». Y lanzó un desafío: «¿A quién de nosotros no le gustaría tener una presencia en la vida que haga que nada sea árido, un deber que cumplir, sino algo que haga vibrar toda nuestra persona?». Una canción popular, pero leída con una inteligencia nueva que dejó a todos asombrados. Luego añadió: «El acontecimiento es algo que sucede en nuestra persona y lo hace todo interesante para nosotros. Don Giussani dio inicio al movimiento intentando mostrar a todos que el cristianismo es un acontecimiento que hace vibrar todo, que vuelve todo interesante. Jesús dijo que quien le siguiera recibiría el céntuplo. Todo se hace cien veces más grande que antes».



El diálogo continuó con la fatiga de vivir y el grito del hombre. ¿Qué significa entonces «esperar un camino, no un milagro»? Carrón contó un episodio de hace unos años en la Universidad Católica de Milán, donde da clase. Estaba explicando el capítulo 10 de El sentido religioso de don Giussani. «Suponed que nacéis, que salís del seno de vuestra madre, con la edad que tenéis en este momento, con el desarrollo y con la conciencia que tenéis ahora». Un alumno levantó la mano para hablar y dijo que después de un accidente de tráfico había estado en coma durante meses y al despertar todo era nuevo para él. Nada era obvio, todo le sorprendía. Pero pocos meses después aquella conciencia había desaparecido. Y Carrón comentaba: «Por eso es necesario un camino. Él ha vivido con esta sorpresa, pero después, pasado el milagro, todo se ha apagado. Lo que hace estable la sorpresa delante de la realidad es un camino educativo en el que somos constantemente estimulados para vivir con la curiosidad de un niño».



En la platea, el público prestaba atención en silencio. «Estamos todos juntos, siguiendo a Giussani, para aprender a tener esta posición ante la realidad, y pensar que nada es obvio y que de cualquier cosa se puede aprender. No estamos condenados a la decadencia. Hemos visto cómo don Giussani, hasta la muerte, se sorprendía delante de todo lo que le pasaba». Es posible. Es una promesa para todos. La única condición es seguir el camino cristiano.

Para hablar de la potencia de Cristo, de aquel que permite que el matrimonio, el trabajo, los amigos y los hijos sigan existiendo, se le pidió hablar a Pigi Bernareggi, presente entre el público. «Hay una curva matemática, llamada "de Gauss", que es el símbolo de la vida. Todo nace, crece, alcanza su culmen, decae y acaba. Lo fantástico es que el cristianismo se permite huir de esta curva y crear un ascenso continuo». Lo hemos visto en la Madre Teresa, en Juan Pablo II, en Don Giussani. ¡Es verdad! ¿Qué significa una presencia cristiana en el mundo? Vivir la pertenencia a Cristo, dejándose guiar constantemente por su presencia en un lugar. Así, por ejemplo, una situación difícil puede suponer una oportunidad para comunicar la novedad cristiana.

«Hay una curva matemática, llamada "de Gauss", que es el símbolo de la vida. Todo nace, crece, alcanza su culmen, decae y acaba. El cristianismo se permite huir de esta curva y crear un ascenso continuo» (don Pigi Bernareggi)



El último tema fue la crisis que está viviendo el país, el miedo que tiene la gente, y que a muchos los paraliza. En vez de dar una explicación, Carrón pidió a Claudiana, madre de cinco hijas, que diera su testimonio. Claudiana habló de la Escuela de comunidad que hace por Skype con un grupo de madres. «Con el paso del tiempo veo que este gesto se ha hecho mío. Todas las propuestas del movimiento me acompañan, no son cosas que tengo que hacer por obligación. Volví de vacaciones de un modo que me daban ganas de vivir el lunes de la misma manera que esos días. Por eso me siento hija de esta historia. Y si no me distraigo, me doy cuenta de que todo es una gracia que me alcanza». Así se crece y se llega a lugares a los que uno no podría ni imaginar.

«Basta que una persona empiece a tomar en serio el camino para que otros se pongan en marcha», añadió Carrón. «Cuando una persona se adhiere a este camino, florece. Esta es la piedad que Cristo sigue teniendo por nosotros. Lo que debemos pedir es que esta sencillez de niños se deje provocar por la manera en que Cristo nos llama ahora».