La librería "Leitura" en Campo Grande, Río de Janeiro

«¿Se puede vivir amando nuestro tiempo?»

"A beleza desarmada", la traducción portuguesa del libro de Julián Carrón, se presenta en una librería en el corazón de la metrópolis brasileña. Entre las dudas y la confusión de la sociedad actual, una mirada original puede arrojar un poco de luz
Rômulo Norback

«Cuando vuelvo a tomar conciencia de mí mismo, el mundo cambia. Cuando mi yo está vivo, mis ojos brillan, y hasta el tiempo de mi trabajo empieza a ser distinto». Son palabras de Marco Montrasi, responsable de CL en Brasil, durante la presentación de A beleza desarmada, la traducción al portugués del libro de Julián Carrón, que tuvo lugar el 8 de julio en Río de Janeiro, en la librería Leitura, en el barrio de Campo Grande.

La velada fue presentada por la profesora Valéria Gomes y contó también con la participación de Carlos Alberto Barbiere, miembro del Instituto Campo-grandense de Cultura. En la sala se dieron cerca de 70 personas.

El encuentro comenzó con la presentación de una breve bibliografía del autor, que terminó sobre todo subrayando su humanidad. «Carrón nos enseña a hablar de cosas que nacen de nuestro interior, de nuestra experiencia. Comunica algo que se genera ahí, dentro de la experiencia. Y en este momento tan difícil y dramático para la sociedad, él sostiene que necesitamos ante todo darnos cuenta del contexto en que estamos viviendo para tomar conciencia de lo que nos rodea y de lo que está pasando», dijo Montrasi. «Mientras vemos cómo se derrumban todas las evidencias, con las dudas y confusión que eso genera, Carrón afirma que hoy podemos vivir amando nuestro tiempo con todas las incertidumbres que conlleva. Esta mirada es fascinante –porque no tenemos miedo de mirar lo que sucede– y al mismo tiempo suscita una gran esperanza. En este sentido, veo una gran afinidad con el Papa Francisco».

Durante su presentación, Valéria Gomes invitó a los ponentes a reflexionar sobre la importancia de la educación a partir de la lectura de este libro. Barbiere señaló que este texto despierta nuestro yo en la escuela, en la familia y en el trabajo. Añadió que hay una gran diferencia entre el educador-padre y el educador-profesor, cuando se trata de formación de los valores sociales de niños, adolescentes y jóvenes, porque los padres enseñan a los hijos el respeto por el prójimo, la disciplina en los estudios, la solidaridad… a ser un sujeto que hace el bien. En cambio, el educador-profesor tiene la responsabilidad de compartir con los alumnos sus conocimientos científicos, pero también puede provocarles para que sean distintos y capaces de cambiar el mundo convirtiéndose en protagonistas de su vida. «El libro pone muchas cosas en discusión y sobre todo me ha suscitado preguntas sobre el uso de la libertad».

Educación y libertad aparecen precisamente como el hilo conductor de esta obra. La mirada atenta del público era la demostración de que el texto despierta la búsqueda de una respuesta para el deseo más profundo del hombre. Montrasi narró su propia experiencia y contó lo necesario que es tener un punto de referencia. «He aprendido que nadie puede comunicar nada si no sigue a alguien. Porque este “alguien” que lleva una luz distinta es quien despierta en mí el deseo de ir más allá, de crecer. Necesito un encuentro para descubrir mi propio yo». Puso entonces el ejemplo de la experiencia de enamorarse, que saca lo mejor de uno mismo.

En la sala había muchos jóvenes. Fabiana, estudiante de Relaciones Internacionales, comentó luego que «este encuentro me ha animado a leer el libro. Ver a todos estos jóvenes en Campo Grande, que empiezan a conocer el movimiento, es una lección de libertad que me provoca mucho, Para mí, mirar estos rostros es una educación».

El encuentro contó con la valiosa colaboración del padre Gilson de Oliveira, párroco en la iglesia del Buen Pastor y Nuestra Señora de Fátima en Campo Grande, que al final saludó así a los presentes: «Para mí este libro es un signo importante de lo que es el cristianismo como cultura, porque es un intento de entender el mundo en que vivimos hoy. La propuesta de la belleza desarmada, que todo cristiano ha recibido con el bautismo, es la de volver realmente a las raíces de la fe, una fe personal que abraza todas las realidades de la vida cristiana. Este es el gran desafío para el cristianismo hoy: decir al mundo que aún tenemos algo positivo, lleno de esperanza, que ofrecer a cualquier persona que desee la verdad y que busque a Cristo con libertad. Esto es lo que ha supuesto para mí el encuentro de esta noche».