Las vacaciones de la Diaconía de Lombardía en Cervinia

«¿Qué salvación nos interesa?»

Quinientos responsables del movimiento en Lombardía se reúnen en Cervinia para pasar con Carrón cuatro días de vacaciones. Excursiones, espectáculos y asambleas para poner sobre la mesa lo que nos une y por qué vale la pena vivir. La prueba del nueve se l
Paolo Perego

Una vez dijo don Giussani que las "vacaciones" de verano de las comunidades propuestas desde los inicios de la historia del movimiento son el paradigma de la vida. La convivencia, los testimonios, las propuestas culturales, las excursiones... Un desafío continuo, casi "24h", redescubriendo en cada instante qué es lo que los une. Y por qué merece la pena vivir.

Así fue en Cervinia, del 22 al 25 de junio, durante las vacaciones de la Diaconía de Lombardía. Quinientos responsables de las múltiples comunidades de toda la región se veían desafiados, desde la primera velada introductoria, por una pregunta de Davide Prosperi, vicepresidente de la Fraternidad de CL, retomando los últimos Ejercicios espirituales: «¿Nos interesa la salvación? ¿Qué es y dónde la experimentamos?».

Nada de filosofía. Cuando se habla de salvación se habla de lo que puede "reabrir" la vida cotidiana, aclara inmediatamente Prosperi. Describe entonces una jornada difícil, una de esas en que llegas a la noche con la sensación de no haber dado pie con bola. «Te pones de rodillas y dices: "Mira, Señor, hoy no tengo nada para darte... pero aquí estoy. Y tú también". Esto lo cambia todo». Y al día siguiente la partida vuelve a empezar.

Un momento de la asamblea

«La salvación sucede», afirma Julián Carrón. «La primera cuestión es desearla, pero hace falta lealtad, ¿la necesito o no?». Una provocación que acompañará los cuatro días a todos los presentes, y en general una provocación para la vida entera. «Podemos estar aquí, ser del movimiento, y que esto no nos interese». ¿La prueba del nueve? «La alegría. Si la alegría no llega, todo se hace pesado, insoportable. Hasta el movimiento. Porque el corazón no hace rebajas».

Este será el punto de partida al día siguiente, dos horas de asamblea llenas de preguntas, diálogos y testimonios. La noche anterior no se perdió el tiempo. Las palabras de Carrón entraron de lleno en las discusiones en el bar del hotel, entre grupos de amigos y cervezas. Tampoco faltaron en la excursión del día siguiente, que culminó con un picnic y unos cantos alpinos con el Cervino de fondo.



El corazón no hace rebajas. Giorgio Vittadini es de los primeros en intervenir, habla de alguien que dejó el movimiento hace años. «Nos lo encontramos y él inmediatamente fue al grano: "La vida me va bien, he tenido éxito. Lo tengo todo, pero he venido aquí solo por Jesús. Esto es lo que me interesa ahora". Nos dijo que en todo lo que hacía, aunque le fuera fenomenal, sentía que le faltaba estructuralmente algo. En cambio, nosotros muchas veces pensamos que es un problema de que se den las condiciones necesarias...». Es decir, que la necesidad de salvación solo es oportuna cuando las cosas van mal. «¿Pero qué camino estamos haciendo entonces?», insiste Carrón.

Julián Carrón

Se suceden las intervenciones. Como la de Paolo, padre de diez hijos, con un trabajo nuevo que no le gusta, pero con una vida plena, hermosa, cambiada a raíz de un encuentro. «Pero toda la plenitud y belleza que vivo no bastan para quitar un ápice a las náuseas y el sufrimiento que me provoca tener que ir al trabajo». Carrón desvía el problema del trabajo los lunes por la mañana a la cuestión de por qué es hermoso aquello que le llena. «La preferencia requiere una verificación. Y la verificación es cómo vives el presente. Este es el signo, pero se cumple en el tiempo».

Entonces Francesco se levanta entre el público. Vuelve a las palabras de Prosperi la primera noche, a esa jornada difícil que acaba con el reconocimiento de una presencia que te libera. «Lo que salva es un juicio, ¿pero eso no es abstracto?». «Es propio de la naturaleza humana desear que la vida sea útil», responde Davide. «La vida inútil es insoportable, pero a veces pensamos que la utilidad es un problema muscular, "de eficiencia", que depende de nosotros. Sin embargo, descubres una utilidad enorme cuando lo que haces se corresponde con alguien que te ama, con una obediencia a lo que Otro quiere para ti». Solo entonces uno puede volver a empezar, a partir de este reconocimiento. También cuando las cosas van bien, porque podrían distraernos, «llevarnos a engaño». «Para un cristiano, el otro también puede ser algo abstracto», añade Carrón, «la utilidad se queda en un elemento más de la performance... Pero vayamos al fondo, hasta la médula, ¿qué es lo más querido que tenemos?».

''La hitoria de Andreas, el santo bebedor'', un espectáculo de Carlo Pastori

La discusión sigue durante la cena, la provocación de la asamblea continúa por la noche, entre las notas y las palabras del espectáculo representado por Carlo Pastori, inspirado en La leyenda del santo bebedor, de Joseph Roth, donde ningún esfuerzo vale para alcanzar el cumplimiento de una promesa que solo se realiza por iniciativa de otro.

Ya lo tenía claro Juan Pablo II cuando rezaba mientras descansaba ante el Cervino y ese mar de nubes que de vez en cuando deja ver la cumbre. Una placa a los pies de una cruz y una capillita recuerdan al Papa polaco en la meta de la excursión del segundo día. Misa, cantos y la belleza de quinientas personas juntas, aunque no se conozcan todas.



El sábado, asamblea. La fila en el micrófono no deja de alargarse. Se intenta llegar al núcleo de la experiencia que narra cada uno. Por ejemplo, la de Fabio, que se ha visto traicionado en su "proyecto" de inversión en una de sus alumnas que ha decidido elegir un camino distinto al que él tenía pensado para ella. No le basta ni siquiera la idea de "amar el destino del otro". «He agarrado los Ejercicios, la introducción, donde hablabas del sufrimiento y de adherirse a una modalidad que acontece. Y ha sido el inicio de una liberación. Obedecer y no separarme de ahí, y volver una y otra vez a la relación con Él. ¿Pero qué pasa entonces con mi proyecto? ¿Es un error?». «La cuestión es de dónde nace esa liberación. Es algo que sucede, no una performance», responde Carrón: «No es que haya que dejar de hacer cosas. Al contrario, la experiencia de liberación por algo que acontece hace que tenga más ganas de ponerme manos a la obra». Añade Prosperi: «La liberación es el inicio. El proyecto es importante, como lo es mi trabajo, por ejemplo». Quien no hace proyectos no se compromete con la vida, que entonces queda reducida a reactividad, instinto. «La vida misma es un proyecto, ¿pero de quién? En el fondo, ¿de quién es realmente mi proyecto? Lleva dentro el deseo de que se cumpla mi humanidad, ¿pero quién puede realizarlo?». Se usa la palabra fracaso cuando no se cumple aquello que queremos. «Deberíamos prohibirla, porque indica que lo que me define es su realización. Sin embargo, mi proyecto ya lleva dentro a Dios, es un intento irónico. Hay un proyecto más grande que es el de Dios, que usa las cosas de nuestra vida para hacernos crecer».



Después interviene Stefano: «Hace años, alguien me abrazó en un momento difícil y volvió a ponerme delante el alcance que tiene lo que he encontrado con el movimiento. No me ayudó a salir de las dificultades sino a vivirlas». La contradicción, la fatiga, no como una enfermedad que curar sino como una ocasión. «Es lo contrario del sentimentalismo», dice Carrón: «Uno que lleva en su corazón el destino del otro le introduce en el verdadero significado de esa circunstancia. Y te descoloca porque la mira de un modo distinto, como la modalidad con que el Misterio quiere hacerme ver algo».

Luego va Antonio, y su experiencia con un amigo en la cárcel; Gabriele, un "cántaro hecho añicos", con dos hijos pequeños tras la muerte de su esposa; Luigi, que cuando empezó a tener problemas en su matrimonio decidió buscar a los amigos a los que había dejado años atrás, y ahora ve que su vida renace, «pero sigue siendo fuerte la tentación de pensar que la salvación es algo mío...». «La gracia de Dios viene de las cosas que suceden», les dice Carrón: «Él te las da. La nostalgia que has sentido para volver a buscar a esos amigos no venía "de ti" sino de la experiencia que has tenido de aquel encuentro». Solo podemos sentirnos liberados por algo que sucede. «Solo si Cristo se vuelve familiar, conocido existencialmente, puedes verte libre de la tentación, que solo se puede superar por una certeza que entra en las vísceras del yo. La liberación es esto. ¿De qué tenéis miedo, por qué os preocupáis?».

Se trata de un abandono, un abrazo. Como el que se describe en las líneas de algunos fragmentos de Péguy, leídos por el actor Andrea Carabelli durante la noche. Carrón volverá a citarlo el domingo por la mañana, al hilo de todo lo que ha pasado estos días en Cervinia. Parte de la salvación, de la necesidad de verificar, de la "prueba del nueve" de la alegría. «Nuestro corazón no puede engañar. El problema no es equivocarse. Si uno busca la verdad, la experiencia no le lleva muy lejos sin darle signos. La vida no se rinde». Seguir lo que sucede, mirarlo y reconocer. «Todo habla. Todo se convierte en sugerencia de un camino. Todo tiene un gusto nuevo», afirma Carrón.

Andrea Carabelli recita a Péguy

La cuestión es cómo se concibe la vida: «si se cumple por medio de las capacidades, por la performance, por lo que me parece más "concreto"; o si se cumple por la relación con otro, si es un amor». Es la modalidad elegida por Dios, desde Abrahán en adelante, una historia particular, como la nuestra. «El problema, como dice Péguy, es si estamos dispuestos a abandonarnos a un designio que no es el nuestro». En esta encrucijada nacen dos concepciones distintas, como la de los fariseos y la de Juan y Andrés. «Para nosotros es lo mismo».

Carrón relee entonces algunos fragmentos de don Giussani de 1982, del último libro publicado en Italia, Una strana compagnia, cuando el fundador de CL reclamaba al movimiento a volver al origen de su historia, al hecho cristiano, al acontecimiento, sin reducirlo a su traducción cultural. «Volver a aquel inicio, con una continua tensión a corregirse. Esta es la verdadera batalla. La razón por la que Dios vino al mundo es para que lo reconozcamos. Por la felicidad, que es la meta. Y es una alegría que acompaña la vida cuando lo reconoces». Esta es la prueba del nueve en el camino, no una discusión sobre la interpretación más adecuada. «La tarea de nuestra vida es reconocer y testimoniar esta presencia, la respuesta más pertinente a las exigencias de la vida. No hay desafío, no hay aventura más fascinante que esta».