¿Por qué arriesgar en la caridad?

¿Por qué implicarse en una obra social? Son muchas las preguntas y para ello le pedimos a dos amigas, en las que reconocemos ese compromiso vital que te permite dar un paso más allá de lo que se considera “lo normal”, para que nos cuenten su experiencia
Ángel Misut

¿Por qué implicarse en una obra social? Son muchas las preguntas y para ello le pedimos a dos amigas, en las que reconocemos ese compromiso vital que te permite dar un paso más allá de lo que se considera “lo normal”, para que nos cuenten su experiencia. ¿De dónde nace el impulso que permite mantenernos vivos, obrando en un mundo que te invita a ocultarte en un sillón de orejas y a dedicarte a ver pasar la vida sin comprometerte en nada?
Carmina Salgado y Belén Cabello vienen a Fuenlabrada dispuestas a desnudar su corazón ante un auditorio que, a medida que ellas desgranan sus razones, se va sumiendo en un asombro total, que se refleja en unos rostros dominados por la sonrisa del agradecimiento.

Carmina es madre, abuela de ocho nietos y jubilada desde hace algo más de dos años. En lugar de dedicarse exclusivamente a disfrutar de su familia y de ese merecido descanso ganado tras muchos años de trabajo en una editorial, decide compartir todo esto, sin renunciar a nada, con una frenética actividad de búsqueda de fondos para conseguir que EncuentroMadrid siga existiendo.
«EncuentroMadrid es una oportunidad para expresar cómo los cristianos vemos los problemas que se dan en el mundo de hoy. Tenemos necesidad de que Cristo y su Iglesia no desaparezcan de los modos en los que nuestra sociedad se expresa. EncuentroMadrid es una oportunidad para comunicar el cristianismo al mundo».

¿Por qué ha decidido implicarse en esta apasionante aventura? «Porque el trabajo de la vida no termina con la finalización del trabajo profesional. El trabajo de la vida es comunicar el cristianismo al mundo». Carmina continúa detallando las características de esta actividad que ha asumido libremente: «Hay que estar dispuesto a ser mendigo y para eso hay que conocer las razones por las que lo haces, porque se cierran puertas, muchas puertas ante tus narices, y sin razones claras de por qué lo haces uno no aguanta y a la tercera puerta que se cierra, te marchas a casa».
Este trabajo te obliga a acoger las iniciativas de Otro y verificar, ir al fondo de todas las propuestas que te hacen, acogiéndolas en tu corazón. El motivo último es que todo el que acuda a EncuentroMadrid pueda encontrar la vida que nosotros hemos encontrado.

Belén es madre de cinco hijos biológicos y tres acogidos temporalmente. El punto de partida lo sitúa en su relación con gentes de una organización de acogida que conoció en Italia, antes de casarse, Familias para la Acogida. «La acogida es una vocación porque uno mira la vida y se pregunta si todo es casualidad. Mi respuesta a los 52 años es que no hay casualidad. La vida es responder al amor que te ha tocado».
Es algo en lo que nuestras dos invitadas coinciden plenamente: la tarea de la vida es construir movidos por el agradecimiento por la obra de Otro, que siempre toma la iniciativa en nuestra vida. Que siempre sale antes a tu encuentro.
No ha sido un camino sencillo. Belén cuenta cómo lo han vivido sus hijos, que han visto desde que nacieron cómo han tenido que aprender a compartir. Ellos afirman que han sido los verdaderos acogedores, porque «hemos tenido que compartir con los que llegaban la habitación, el baño y el amor de nuestros padres».

Belén insiste en la vocación: «Estoy siguiendo una vocación en la que encuentro compañeros de camino que se unen a nosotros en un camino que no tiene límites, porque el corazón, cuanto más necesita darse, más se ensancha».
El núcleo de la experiencia de ambas es el mismo: la experiencia de ser amado y perdonado. «La verdadera caridad es el amor y la entrega de Dios para conmigo. El mundo necesita que se haga concreta la presencia de Cristo y la luz que dimana de Él. Lo que has recibido gratis debes darlo gratis».

Tras algunas preguntas de los asistentes, concluye el encuentro y los asistentes abandonamos el lugar vencidos, pero agradecidos a dos testimonios de vida que han entrado en nuestros corazones como un cuchillo en un bloque de mantequilla. La pregunta inicial sigue resonando, pero ahora encuentra una respuesta clara: «La verdadera caridad es el amor y la entrega de Dios con cada uno de nosotros».