Un maestro de vida

Todo empezó con la pasión por los iconos y la liturgia bizantina. Al conocer al Padre Scalfi, descubrió una manera nueva de concebir no solo el arte iconográfico, sino la realidad entera. El recuerdo de una amistad de más de treinta años
Giovanni Caronia

Por décimo año consecutivo, hemos presentado en Palermo el libro-calendario de Rusia Cristiana 2017, titulado "La cruz y la vida. Iconos y frescos de la antigua Georgia". Y de nuevo me pidieron que colaborara en el acto por la pasión que siento desde siempre por la Iglesia rusa, la liturgia bizantina y sobre todo por el arte iconográfico.

Cuando estaba a punto de empezar mi trabajo, llegó la noticia de la muerte del padre Romano Scalfi. Aunque en cierto modo era algo esperado, debido a su edad y su estado de salud, me impactó con todo su espesor humano y cristiano, tanto por el momento en que sucedió, el día de Navidad, como por el afecto y recuerdo personal que llevo de él en mi corazón.

A él debo mucho de mi experiencia cristiana, al menos de la de los últimos veinte años de mi vida. Ya durante mi actividad laboral en banca empecé a conocer la pintura iconográfica gracias a un encuentro en el Meeting de Rímini de 1984, el año que conocí el movimiento. Los amigos de Rusia Cristiana primero y el padre Scalfi después me cambiaron la vida y la manera que tenía de concebir la realidad. Gracias a él y a la escuela de comunidad de Seriate, a la que yo iba desde 1992, no solo conocí la técnica "para hacer buenos iconos", sino una fraternidad de expertos que, a través del arte de los iconos, me ayudaron a valorar aspectos de la tradición bizantina como los cantos y la liturgia, que el espíritu del pueblo ruso conservó durante siglos a pesar de las graves dificultades que tuvieron que atravesar.

Así, la palabra "belleza" fue perdiendo gradualmente en mi lenguaje su dimensión puramente estética y fue dando paso a un sentido de la realidad y una pasión por las personas que el movimiento me enseñó desde el principio.
En estos años mi amistad con el padre Scalfi se ahondó de muchas maneras, sobre todo en muchos lugares, como Palermo, Seriate, Monreale o Moscú, donde hace unos meses pasamos una semana con unos amigos. Junto a ellos pudimos contemplar la belleza de los iconos más importantes de la tradición rusa. Pudimos mirarlos como nos enseñó el padre Romano y conocimos artistas ortodoxos con los que comenzó una amistad.
Después de Navidad, continuó mi trabajo para ilustrar el contenido del calendario de este año, casi con la sensación física de que el padre Scalfi estaba a mi lado.

Antes de la presentación del calendario, le recordamos conmovidos, proyectamos un video con las etapas más significativas de su vida y al final quise darle las gracias y recordar personalmente su mensaje de Navidad, donde decía entre otras cosas: «Para reconocer a Cristo no basta un discurso, no basta ni siquiera la inteligencia: hace falta un encuentro. Para vivir la novedad que trajo Cristo debemos encontrarle a Él... La belleza es encontrar a Cristo en toda situación, para entender que Él es verdaderamente el eje de la vida».
Gracias, padre Romano.