Desde la derecha: Julián Huete, Víctor Martínez, Farhad <br>Bitani y Ángel Misut.

«Gracias a don Giussani, un musulmán como yo puede decir hoy a un cristiano: “tú eres mi hermano”»

Ángel Misut

La tarde caía en Cuenca cuando casi un centenar de personas se reunían en el salón de actos del Centro Cultural Aguirre para asistir a la presentación del libro Luigi Giussani. Su vida (Ediciones Encuentro, 2016).
Algunos de los asistentes admitían que la convocatoria les había resultado cuando menos sorprendente. «Que un político (¡con la que está cayendo!) y un musulmán procedente de uno de los países más radicales del planeta se reúnan para contar al mundo cómo la propuesta de un cura católico ha influido en sus vidas ha despertado nuestro interés», afirmaba una pareja del sur de España que se encontraba en Cuenca pasando unos días de vacaciones. Habían visto el cartel anunciador al acudir a misa a una de las parroquias conquenses y «¡no nos lo podíamos perder!».

El testimonio de estas dos vidas cambiadas se inicia con Julián Huete, abogado conquense dedicado a la tarea política desde hace cinco años, que simultanea el cargo de concejal de urbanismo del Ayuntamiento de Cuenca con el de vicepresidente de la Diputación Provincial. «No he conocido personalmente a don Giussani, pero le conozco a través de sus amigos», comienza afirmando antes de describir su proceso de acercamiento al carisma de Comunión y Liberación.
Cristiano comprometido desde la niñez, su primer contacto con el educador italiano se produce en 1997 cuando cae un sus manos un libro en el que se le hacían dos entrevistas: «Confieso que no entendía mucho de lo que decía y abandoné su lectura tras infructuosos intentos».
Casado y con hijos, Julián realiza, junto a su esposa Mari Mar, el máster en Pastoral de la Familia del Instituto Juan Pablo II: «Profundizar en el pensamiento de este gran santo supuso un acontecimiento para nosotros. Y allí comenzamos a conocer a algunos de los hijos de don Giussani, como el cardenal Angelo Scola o el sacerdote Livio Melina». En 2005, después de un viaje a Lourdes, «retomé el libro de entrevistas que había abandonado años antes y descubrí que el lenguaje ya era conocido para mí, porque la experiencia que estaba teniendo empezaba a hablarme».
Surge la curiosidad y contacta con la secretaría de Comunión y Liberación en Madrid.
La certeza comienza a llegar tras participar en un retiro de Adviento. «Las palabras de Javier Prades, entonces responsable de CL en España, los rostros de las personas que nos rodeaban y el ambiente provocaron de modo muy simple, pero certero, una certeza tangible que nos hizo, al llegar a casa, comenzar a buscar la lectura de la obras de este Siervo de Dios que había dado su vida a Dios con alegría». Desde hacía años, Mari Mar y Julián venían pidiendo a Dios un pueblo con el que caminar, y este encuentro con los amigos de don Gius les lleva a la certeza de haber sido escuchados por el Señor.

El camino con esta compañía concreta les lleva a comprender la incidencia pública de la fe. En EncuentroMadrid 2006 asiste al testimonio de Jaime Mayor Oreja, y esto le provoca a asumir un compromiso personal con la acción pública, con el deseo de que «la política sea vivida como forma de caridad» (Papa Francisco), afrontando un camino que no resulta nada fácil. En las siguientes elecciones dice sí a la propuesta que le hacen desde el Partido Popular y comienza un recorrido consciente de que «yo no soy el dueño de las cosas. Y mi actuación debe ser realista, tomando en consideración todos los datos, cierto de poder poner el corazón en todo lo que hago gracias a la presencia de Aquel que es más grande que yo».

El segundo ponente es Farhad Bitani, nacido en Afganistán e hijo de un líder muyahidín que se significó en la lucha contra la invasión rusa. Farhad ha seguido la tradición familiar llegando a ser capitán del ejército afgano, pero en 2008 decide abandonar la vida de violencia que le ofrece su país para trasladarse a Turín, donde trabaja como intérprete: «Yo era una persona muy diferente de ellos antes de 2008».
Farhad oyó hablar por primera vez de don Giussani en 2013: «Fui a ver a un amigo que regentaba un establecimiento de acogida de inmigrantes en Turín, el padre Mario, y lo encontré reunido con unas personas con las que leían un libro que se titulaba El sentido religioso. «Una de ellas me regaló después el libro, pero yo en casa lo eché en el cajón donde tenía los que me regalaban los Testigos de Jehová. Pensaba que era algo similar».
Comencé a tener relación con aquellas personas y a conocer a otros de Comunión y Liberación. Entonces me animé a leer el libro. A medida que avanzaba en sus páginas, descubría el deseo de mi corazón y comenzaba a encontrar respuesta a todas las preguntas que yo tenía sobre el cristianismo. Además, sentía cómo empezaba a descubrirme a mí mismo: «Con seguridad puedo decir que gracias a don Giussani he descubierto mi islam, el de la paz y la misericordia, porque él me hizo descubrir que para ello está hecho el corazón del hombre. El mundo necesita personas como don Giussani».

Farhad insiste en la claridad del mensaje de don Giussani y en cómo pequeños gestos cambian la vida del hombre. Preguntar al otro cómo se llama es uno de estos gestos, o abrazarlo: «Gracias a su vida y a su mensaje tenéis ante vosotros hoy a un musulmán cuya vida ha cambiado». Habla de su origen, ha vivido y ha sido educado en un clima de extrema violencia. Ha visto decapitar personas, cortar manos, lapidar. Esto era lo cotidiano en su vida desde niño. No fue hasta que vino a Europa, y en buena medida gracias al encuentro con los amigos de don Giussani, cuando comprendió que todo lo que había aprendido antes era una gran mentira. Farhad ha comprendido que el mundo cambia solo cuando cambian los hombres y descubren su común humanidad.
Para él fue un gran acontecimiento encontrarse con la propuesta educativa de don Giussani, porque era precisamente aquello que el fundamentalismo islámico trata de combatir. Y es que el radicalismo islámico trata de eliminar fundamentalmente dos cosas: la educación y la libertad. Sobre todo, la de la mujer. Son precisamente dos cuestiones en las que don Giussani puso todo su empeño.
«Desde que los fundamentalistas conquistaron Afganistán, la mujer ha sido siempre sometida, porque la libertad del hombre depende siempre de la mujer. Una madre, sea cristiana o musulmana, no propone jamás a su hijo un camino que considera equivocado. Cuando se somete a esta madre, se está sometiendo también la libertad del hijo, porque no será educado adecuadamente. Por eso don Giussani daba tanta importancia a la educación y al respeto de la libertad. Ambas cosas profundamente vinculadas a la mujer».

Farhad termina su exposición hablando de la importancia de la relación con el otro, algo que, desgraciadamente, no sucede en su país. A Dios se llega siempre a través de nuestra relación con otros y, cuando cerramos estas posibilidades de relación, en realidad nos estamos creando un dios a nuestra medida. Es un riesgo que estamos corriendo actualmente en Europa. «Estas cosas no me las enseñaron en mi país. Las he aprendido gracias a la relación con los amigos de don Giussani y con las personas que lo siguen. Gracias a ellos, he aprendido este maravilloso don que es el sentido religioso, que nos une a todos los hombres de buena voluntad y que me ha facilitado la relación con el otro».
Farhad finaliza con una frase demoledora: «Gracias a esta relación con el otro puedo decir, después de tantos años, a un cristiano “eres mi hermano”, o a un judío “tú eres mi hermano”».