Sor Clare Maria Crockett

El sacrificio de sor Clare

Una orden religiosa de monjas ha rendido homenaje a una hermana y cuatro postulantes que han muerto en el devastador terremoto de la semana pasada en Ecuador. Sor Clare Maria Crockett, originaria de Derry, en Irlanda del Norte, desarrollaba su misión en una escuela, el Colegio Sagrada Familia, en Playa Prieta, donde daba clase junto a sus hermanas, Siervas del Hogar de la Madre.
En el momento del terremoto, la misionera estaba enseñando a los más pequeños a tocar la guitarra. Murió mientras intentaba ponerlos a salvo cuando la escalera se derrumbó. El lunes los equipos de emergencia sacaron su cuerpo sin vida entre los escombros.

Sor Clare llevaba quince años de misionera y estaba en Ecuador desde 2012. La orden del Hogar de la Madre ha realizado un video que cuenta la vida de esta monja y termina con un clip donde ella toca la guitarra y, cantando, cuenta a sus alumnos más pequeños la parábola del Buen Pastor. En el video sor Clare, que pronunció sus votos perpetuos en 2010, comenta una anécdota sobre san Juan Pablo II: «Durante uno sus viajes apostólicos, después de una larga jornada llena de compromisos, le preguntaron: "Santidad, ¿está cansado?". Su respuesta me iluminó muchísimo. Respondió: "No lo sé". Es el ejemplo de un hombre que se ha olvidado totalmente de sí mismo para entregarse a los demás. Sin duda, a veces uno se cansa pero, aunque esté cansada, espero no estar triste por eso y seguir entregándome a Dios».

En el momento del terremoto, en la escuela estaban otras tres monjas profesoras y siete jóvenes postulantes. Las hermanas sobrevivieron, pero cuatro postulantes murieron. Sor Estela, superiora de la comunidad, ha declarado que en el primer temblor salió corriendo a la capilla para poner a resguardo el Santísimo Sacramento y, junto en el instante en que lo tuvo en sus manos, todo cayó a su alrededor. La orden ha declarado: «Pensó en poner a salvo al Señor antes que su propia vida y el Señor la salvó, no cabe duda». En su declaración, añaden: «Como hermanas que se aman verdaderamente en el Señor, lloramos la muerte de nuestras hermanas, pero la fe nos asegura que la muerte no es el final».

«Sor Clare entregó su vida a Dios hace casi quince años. Era una monja muy generosa y con un don muy especial y un carisma único para relacionarse con los niños y los jóvenes. Las postulantes habían entrado hace apenas un año y se preparaban generosamente para convertirse en Siervas. Pero el Señor las encontró a todas preparadas. Desde la primera vez que sonó el teléfono, pedimos a nuestra Madre del Cielo que las protegiera bajo su mando. No dudamos que eso es lo que ha hecho. Ahora nuestra mirada se dirige hacia el cielo, donde esperamos que el Señor, en su misericordia, las haya acogido».