El cartel del Meeting de Rímini 2016.

Tú eres un bien para mí

El momento histórico actual está caracterizado por una profunda crisis cuya consecuencia principal es una desconfianza general a la hora de afrontar el presente y mirar hacia el futuro. Se desmoronan modelos de convivencia social y civil que hasta ahora habían garantizado el bien común; una generación entera, los llamados ni-ni, han renunciado a estudiar y a trabajar; el fenómeno de la inmigración y de los refugiados –aparentemente imparable– afecta ya a toda Europa; la violencia del terrorismo, sobre todo tras los trágicos acontecimientos de París, crece de un modo cada vez más amenazante. El otro, el diferente, lo que está "fuera", aparece como una amenaza, es visto y considerado desde una óptica sobre todo instrumental y utilitarista.

En estas dramáticas circunstancias, el Papa Francisco ha convocado el Jubileo Extraordinario de la Misericordia. "Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une a Dios y al hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado".

La naturaleza del hombre y la realidad misma indican de hecho la inexorabilidad de una relación, de un encuentro continuo con la realidad como primera necesidad para descubrir la verdad de uno mismo y del mundo. Familia, hijos, amigos, colegas, un pobre encontrado casualmente en la calle: son desafíos con los que medirse diariamente. A menudo, la sustitución de las fatigosas relaciones y de los "contactos" de carne y hueso por otras más cómodas, automáticas y siempre disponibles –aunque últimamente ausentes– de los espacios virtuales puede generar una profunda soledad, pero también la ilusión de autonomía, de una última libertad extrema, que ya no depende de ningún vínculo. El hombre necesita al otro para compartir deseos, proyectos, fatigas, sacrificios, miedos, dolores: para compartir el motivo por el cual existe. La comunidad se forma y se crea exactamente por esto.

Y por tanto el yo de cada hombre existe ante todo como una historia, formada de rostros, de relaciones y de circunstancias que se despliegan con el paso del tiempo.

¿Cómo es posible mirar al otro de una forma nueva, no simplemente tolerando al que es diferente sino vislumbrando y apostando por el hecho de que "tú" eres y representas una positividad última de la que "yo" necesito para vivir? ¿Qué hace posible una posición humana como esta que acabamos de describir?

La historia del siglo XX, con las guerras mundiales, nos recuerda a todos el intento de diversas y contrapuestas ideologías de eliminarse mutuamente, de eliminar al otro: la memoria nos muestra sufrimientos atroces y millones de muertes, pero también que en un cierto momento fue posible percibir al otro –que hasta apenas unos días antes era el enemigo a combatir– en su diferencia como un recurso, como un bien. Fue exactamente en ese momento histórico cuando nació Europa. De hecho, sin una experiencia de positividad, capaz de abrazarlo todo y a todos, no es posible volver a empezar.

Mediante exposiciones, espectáculos, mesas redondas, testimonios, el Meeting 2016, con sus diversos lenguajes, narrará historias de integración y de perdón, pondrá sobre la mesa las grandes emergencias de hoy, dará la palabra a los protagonistas de la cultura y de la expresividad, se confrontará con los desafíos de la tecnología y la innovación, intentará mirar el trabajo y la economía sin demonizaciones moralistas, reunirá pedazos de la historia pasada. Nos gustaría que en el próximo Meeting también pudiera estallar la belleza de una positividad y esperanza capaces de atraer la libertad de cualquiera y hacerle desear un cambio para sí mismo y para el mundo.