Jesús Carrascosa, Paolo Gardino y Michele Brambilla.

Un parque y un congreso para don Giussani "educador"

La inauguración del jardín dedicado al fundador de CL. Michele Brambilla, periodista de "La Stampa", y Jesús Carrascosa, relatan su encuentro con el sacerdote lombardo. Y el bien para la Iglesia que nace de su carisma
Adriano Moraglio

«La Iglesia va hacia adelante porque existe hombre, como fue don Giussani, que tienen un gran corazón y un carisma que hace cambiar a mucha gente. De hecho, el cristianismo se difundió a través de gente con corazón y carisma que hizo nacer otros carismas, tal vez desconocidos. El cristianismo se expande por contagio y así es como tú también llegas a decidir cambiar de vida. Si esta no es una respuesta a la pregunta de Dostoyevski -¿puede un hombre moderno creer en la divinidad de Cristo?-, ¿qué es entonces?».

Michele Brambilla no es teólogo, ni sacerdote. Como periodista, actualmente subdirector de La Stampa, y escritor, no hace más que constatar un hecho: que hoy, en nuestro mundo moderno, se puede creer en la divinidad de Cristo. Paolo Gardino, responsable de la Fraternidad de CL en Turín, al término de una importante jornada que vio cómo la ciudad dedicaba un pequeño parque, situado en la plaza de Gozzano, a la memoria de don Giussani "educador", escuchaba a Brambilla en el escenario del Teatro Valdocco de Turín sobre un encuentro dedicado al fundador de CL coincidiendo con el día de su nacimiento. A su lado, Jesús Carrascosa, que vivió en primera persona ese contagio del que hablaba el subdirector de La Stampa. De hecho, su vida cambió radicalmente: de anarquista divulgador de libros y cultura en España hasta convertirse en uno de los responsables de Comunión y Liberación en Italia y en el mundo.

Por lo demás, las mismas palabras de Brambilla son signo de un hombre que ha experimentado ese contagio de Giussani: «Me decían que tenía que conocerle, y fue algo muy impactante para mí conocer a aquel sacerdote que me estaba esperando. Me esperaba a mí. Hablamos y me dijo que "Cristo respondía a las exigencias más elementales de la vida". Entonces le pregunté: "¿Quién me garantiza que eso es cierto?". Y él, con cierto ardor, replicó que "la respuesta era la experiencia de plenitud que de aquel anuncio seguía naciendo hoy"».

Al encuentro, celebrado en la "casa" de los salesianos la noche del jueves 15 de octubre, asistieron casi 500 personas. Fuera llovía a cántaros, hacía un poco de frío, y Brambilla no pudo evitar señalar que «con un tiempo así, ver esta sala lleva es la prueba de que la presencia de Cristo en la vida es algo que importa. Un imprevisto que da un vuelto a la sensación de que, a la pregunta de Dostoyevski, por cómo va el mundo de hoy, se podría responder de un modo negativo. El tiempo, que avanza inexorablemente, se convierte en cambio en un aliado. Dedicar un jardín urbano a Giussani, sin "guerras de religión", con el voto unánime del pleno municipal, habría sido impensable hace diez o veinte años: ahora don Giussani ha sido comprendido. Si alguien, cuando yo trabajaba en el Corriere della Sera, me hubiera dicho que un día el periódico editaría y vendería un video sobre Giussani, le habría dicho que me estaba tomando el pelo».

Carrascosa, "Carras" para los amigos del movimiento, ensanchó el horizonte de un modo sorprendente. Explicó que "don Gius" solía decirle que «nuestro carisma es un carisma general, no particular, porque coincide con la naturaleza de la Iglesia. Si existe la comunión -la unión con Él- existe la liberación. La naturaleza de la Iglesia es ser comunión y liberación». El carisma corresponde a la preocupación que Giussani tenía de pequeño, cuando a los doce años, en una vigilia de Navidad tantas veces citada, monseñor Manfredini le detuvo y l e dijo que «pensar que Dios se ha hecho hombre es algo de otro mundo». Y él respondió: «Sí, algo de otro mundo pero en este mundo. A mí me interesa saber cómo puedo encontrar estoy hoy».

Cuando Giussani escribió Los orígenes de la pretensión cristiana, explicó que la pretensión de la Iglesia es ser la continuación de la presencia de Cristo en la historia. Brambilla, como periodista, apuntó que el mundo de los medios ha visto mucho tiempo a Giussani como un "conservador", pero «él fue justamente lo contrario: en una época en que las iglesias todavía estaban llenas en la misa dominical, la gente no se divorciaba, se bautizaba a los hijos y el cristianismo podía calificarse incluso como ideología dominante, él comprendió que ya, en gran parte, se trataba de una realidad de fachada y que ya había una gran distancia entre el pueblo y el sentido religioso de la vida. Y respondió reclamando a lo esencial, subrayando que el cristianismo no es una moral con la que permear las leyes del estado, sino una pregunta sobre quién soy yo, quién es Cristo para mí. Esto es de una actualidad extraordinaria, como dice el Papa Francisco cuando afirma que el cristianismo no es una moral que imponer a golpe de ley sino un hecho. Dios se ha hecho hombre».

Paolo Gardino acababa de recordar que la placa del jardín dedicado al sacerdote italiano le califica como "educador". Algo que retomó Brambilla: «Giussani despertó a una generación entera: tú estás hecho para algo más que ideología política o consumismo». A lo que Carrascosa respondió: «Delante de un hombre uno se puede poner con la intención de educar o domesticar. Giussani apostó por hacer crecer todas las dimensiones del joven, que es razón y libertad, además de la memoria de lo que ha aprendido. Esto fue lo que me fascinó de Giussani cuando yo era anarquista. Me interesaba la gente que le rodeaba, gente inteligente, que no le consideraba el "capo". Su genialidad fue proponer un método que cada uno podía verificar. Cuando escribió Educar es un riesgo, afirmando que la educación es una introducción en la realidad para descubrir el significado del vivir, con una hipótesis explicativa, y que Cristo es respuesta al corazón del hombre, explicaba que todo eso debe estar encarnado en quien lo propone. Y que esta propuesta se hace para ser verificada. CL es el movimiento más libertario que había visto nunca».