El Cuarteto de Diálogo de Túnez.

Un Nobel que habla de libertad

El premio al Cuarteto por el diálogo, en un contexto complejo para todo Oriente Medio. ¿Qué dice este premio? Tania Groppi, catedrática de Derecho Público y gran conocedora del país, responde: «En la dignidad humana se juega hoy la partida decisiva»
Andrea Avveduto

«Cuando un proceso constitucional implica a todo un país, contribuye a la paz». Esta es la síntesis, lacónica y eficaz, de Tania Groppi, profesora de Derecho público en la Universidad de Siena, sobre la asignación del Premio Nobel de la Paz al Cuarteto de Diálogo Nacional en Túnez. Un premio entregado a una sociedad civil que ofrece una contribución decisiva para la construcción de la democracia en el país de Mohamed Bouazizi, el chico que se suicidó hace cinco años para denunciar los abusos de poder de una sociedad corrupta, y que se ha convertido en símbolo de la oleada de protestas que sacudió todo Oriente Medio en los años siguientes. Después de la caída de Ben Ali, el país preparó un lento proceso de democratización y justo hace unos días ha obtenido el prestigioso reconocimiento de Estocolmo. «Que –apunta Groppi– no es solo un reconocimiento por lo que ha pasado, sino sobre todo una forma de animar a seguir adelante en esta dirección».

¿Usted se lo esperaba?
Las decisiones de los Premio Nobel siempre son sorprendentes, siguen lógicas que realmente a veces uno no llega a comprender. Los últimos años nos han acostumbrado a varias sorpresas. Sabíamos que la nominación se había considerado seriamente y los rumores de pasillos hablaban de un segundo lugar en 2014…

Finalmente se lo han otorgado un año después.
Me parece que se puede decir que no ha sido una casualidad. El Nobel ha llegado dentro de un contexto complejo para todo Oriente Medio, premiando al Túnez del diálogo. Como si dijeran: «Habéis sido valientes, habéis conseguido sentaros a hablar, la sociedad civil ha bloqueado con éxito las divisiones dentro de un escenario político dividido en dos». Lo que hace falta ahora es seguir creyendo en esta constitución, sin dejarse asustar.

¿Cuáles son las incógnitas de las que se puede tener miedo hoy en Túnez?
Hay un desánimo muy extendido en la sociedad a causa de la crisis económica, la gente vive mal, seguramente peor que antes. Muchos han perdido su empleo, los jóvenes tienen pocas perspectivas de futuro. Tampoco podemos ignorar el peligro del terrorismo, incluso cuando esta violencia esconde un aspecto que no podemos subestimar: Túnez está en el punto de mira precisamente porque –paradójicamente– es un país que ha conseguido dialogar, aprobar una verdadera constitución democrática en un país árabe-musulmán. En todo esto, veo una Europa que, más allá de la retórica, está cada vez más cerrada respeto a las exigencias de sus “vecinos” del Mediterráneo.

¿Este es un Nobel que intenta revalorizar también la intuición originaria de las primaveras árabes?
Creo que las primaveras árabes, como fenómeno unitario, nunca han existido. Creo más bien en la primavera tunecina, que ha llevado a un serio proceso constituyente. La sociedad está dividida en muchos polos, y el hecho de haber llegado a un acuerdo satisfactorio para todos es un motivo de orgullo único. Por poner un ejemplo concreto, tomemos el caso del partido islamista Ennahda, que ha colaborado en la redacción de la Constitución. Por una parte, no quería acabar como los Hermanos Musulmanes en Egipto, por otra ha cambiado sus rígidas posiciones iniciales sobre la relación Estado-religión para llegar a encontrarse con una exigencia que es de toda la nación, dejando a un lado las guerras de religión y el eterno conflicto entre laicos y religiosos. Aunque me doy cuenta de que es una posición difícil de explicar.

¿Podría intentarlo?
Hay un punto clave que hay que comprender, de otro modo no se entiende la historia de Túnez en estos años y en último término tampoco el Premio Nobel. La revolución tunecina apostó de pronto por reivindicar la dignidad del hombre, de cualquier persona en cualquier lugar del país, tanto en el interior (paupérrimo) como en la costa (decididamente más acomodada). Es la dignidad fundada sobre la libertad. Este concepto supera las divisiones ideológicas de todo tipo, y ha hecho posible la colaboración activa entre la sociedad civil y la clase política.

Por una parte, un prestigioso premio; por otra, un país que sigue viviendo en dificultades que usted ya ha enumerado. ¿Qué necesita Túnez actualmente?
Un nuevo pacto social, que todos compartan. El proceso ha empezado y también ha obtenido este importante reconocimiento, ahora hay que llevarlo adelante. En la promoción de la dignidad humana se juega hoy la partida decisiva. Y se juega, como siempre, día tras día.