El cartel del encuentro.

¿De dónde partir para empezar de nuevo?

En el 30 aniversario de la presencia de Comunión y Liberación en el país centroamericano, encuentro con Julián Carrón y el historiador Jorge Traslosheros (de un video de Yoinfluyo.com)
Liliana Jiménez

Para celebrar el trigésimo aniversario de la presencia del movimiento de Comunión y Liberación en México, el 16 de septiembre se celebró en el auditorio Hir del World Trade Center, un encuentro titulado "Un nuevo inicio para México: ¿por dónde volver a empezar?", con la intervención de Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL, y Jorge Traslosheros, del Instituto de Investigación Histórica de la Universidad UNAM, moderados por Oliverio González, responsable nacional de CL en México.

El tema central fue la crisis que vive México y el grave problema de la violencia, que el historiador Traslosheros describió como incapacidad para comprender el problema de fondo, como un intento de evadir la cuestión y pensar que solo se trata de una crisis de valores, de la que la mayoría culpa al Estado, cuando en realidad se trata de que el pueblo padece una conciencia fragmentada.

«Nuestra conciencia se ha hecho incapaz de comprender al ser humano en su totalidad. No somos capaces de comprender el problema de fondo. Y uno de los muchos problemas que creo que hay en México es que nos hemos negado a mirar al mal a la cara. ¿Dónde está el problema? Desde mi punto de vista, el problema es una conciencia fragmentada porque los valores no son el resultado de una predicación (como diría Kant): los valores son resultado de lo que yo pienso, digo y toco de un ser humano».



Julián Carrón, presidente de la Fraternidad de CL, se preguntó por la naturaleza de esta crisis, una crisis a la que no sabemos cómo reaccionar. Nos vemos incapaces de identificar qué es lo que no funciona en la realidad. Explicó que ante esta situación se da una reducción del yo que nos impide ver la vida, la humanidad, apoyada en una debilidad de conciencia, principalmente entre los jóvenes.

«¿Cuál es la naturaleza de esta crisis, de esta confusión en la que tantas veces y en tantas ocasiones nos hallamos inmersos y no sabemos qué hacer, cómo relacionarnos, cómo afrontarlo? Lo tenemos a la vista: es esta reducción del yo lo que impide que podamos reconocer la realidad, que podamos experimentar, sentir vibrar en nuestras entrañas toda nuestra humanidad».

Carrón afirmó que el desafío para los profesores sobre temas educativos es afrontar la falta de interés de los jóvenes, la fragilidad y la reducción del yo que nos permite ver la realidad en que vivimos. Es decir, más que un problema ético se trata de un problema antropológico.

«La diferencia entre los jóvenes de hoy respecto a los de antes, a los que empecé a dar clase, está en una mayor debilidad de conciencia. Que no es una debilidad ética, sino de energía de la conciencia, de la capacidad para reconocer la realidad, la capacidad de adherirse».

Del mismo modo, explicó que el desafío de la sociedad, no solo la mexicana sino global, es volver al inicio, a lo esencial, recuperar los valores fundamentales y vencer la indiferencia hacia nuestra propia realidad. «Una crisis como la que estamos atravesando nos obliga a nuevamente a hacernos preguntas, y exige de nosotros nuevas y viejas respuestas. Porque una crisis se llega a ser un verdadero desastre solo cuando la afrontamos con lo que ya sabemos, con prejuicios preestablecidos, y así lo que conseguimos es que la crisis se agudice».

En una entrevista al portal Yoinfluyo.com, Julián Carrón declaró que una forma de evitar el letargo de nuestra juventud es mostrarles y mirar como ejemplo las ganas de vivir de sus padres. Luego deseó para México el encuentro con experiencias y personas que permitan despertar la humanidad de sus jóvenes.

«La mejor manera de animaros es que cada uno pueda vivir su humanidad, porque si tenéis hijos el mayor regalo que podéis hacerles es vivir vosotros: que viendo a sus padres que viven se encienda en ellos el deseo de vivir, las ganas de implicarse en las cosas, de participar de la vida como hombres. Esta es la mejor respuesta al letargo del que hablábamos. Mi deseo para México es que aquí se puedan encontrar siempre experiencias y personas que hagan revivir constantemente vuestra humanidad como mexicanos. Porque todo lo que deseamos, y seguro que lo que todos los mexicanos desean, es que la vida se llene de significado, de plenitud. Muchas veces se cae en el escepticismo; al principio del encuentro decíamos que la gente está cansada, que no cree que algo pueda suceder. Hemos visto que puede suceder».