El Papa Francisco durante la audiencia del 7 de marzo.

Un hecho que continúa en la estepa rusa

«Mantened vivo el fuego de la memoria del primer encuentro y sed libres». Dos meses después de la Audiencia del Papa Francisco con el movimiento de Comunión y Liberación, resuena aún la invitación del Santo Padre a emprender un camino, un trabajo. Hemos ido a ver cómo lo que sucedió el 7 de marzo en la plaza de San Pedro se ha convertido en camino que muchos, en todo el mundo, han empezado a recorrer. Esta es la segunda historia sobre lo sucedido después de Roma.

Lorenzo releyó aquel correo un par de veces. Una amiga le comunicaba las fechas de los Ejercicios de la Fraternidad y la pedía que valorara la hipótesis de buscar alguien que esos días le sustituyera en el trabajo. Al principio se sintió un poco mal. Su trabajo le apasiona. Se dedica a la formación de entrenadores para niños de la calle o en situaciones difíciles, dentro de un proyecto social vinculado al deporte. Siempre está viajando por el mundo, y eso le obliga muchas veces a renunciar a participar en los gestos del movimiento. «También falté a la Audiencia con el Papa, pero cuando leí sus palabras, una y otra vez, quedaron grabadas en mi corazón. Las periferias para mí son mis niños», afirma.

Con los Ejercicios, igual, no había nada que hacer. Las fechas coincidían con un nuevo viaje a Voronetzh, 500 kilómetros al sur de Moscú. «Aunque en esta ocasión el malestar dio paso a una oración: Cristo, revélate allí donde yo voy, hazme vivir lo que han vivido mis amigos con el Papa».

El impacto fue duro. La ciudad, en medio de la estepa, parece un sitio olvidado de Dios y de los hombres. Solo fábricas y pobreza. Pero el trabajo con los niños del orfanato, con discapacidades severas, era fascinante. Entonces conoció a Alexis, el entrenador, 29 años, casado, con dos hijas. Alexis empezó a hablarle de su vida, de sus hijas, de su fe ortodoxa... Se hicieron amigos.

El último día, al salir del campo, mientras esperaban el autobús que les llevaría de vuelta al hotel, Alexis le comenta: «Creo que debo aprender algún idioma, pero estoy indeciso entre el inglés y el italiano». «Pensé que lo decía por mí y le aconsejé que empezara por el inglés». Pero Alexis le contesta: «Soy un hombre de fe, leo a muchos autores italianos, por eso me gustaría aprender vuestra lengua». Lleno de curiosidad, Lorenzo le pregunta: «¿Ah sí? ¿Cuáles? ¿Dante, san Agustín?». «Leo a don Giussani, un hombre que se ha convertido en alguien muy importante para mí. Lo que más deseo es poder ir con mi mujer al Meeting».

Lorenzo se giró hacia la traductora: «¿Pero está segura?». «Claro. Ha dicho don Giussani». Alexis no entendía lo que estaba pasando. «Le miré a la cara y le dije: ¡pero si yo he crecido en el movimiento, es mi vida! Y entonces abrió los ojos como platos y me abrazó. No hacían falta más palabras».

En el avión, Lorenzo piensa en el video sobre don Giussani: «¿Te das cuenta? El anuncio del cristianismo, desde los apóstoles, llegó hasta su madre, hasta él...». Hasta la estepa rusa.