Milicianos kurdos iraquíes.

En el horizonte, un país dividido en tres

Mario Mauro

De Talabani hijo a Barzani nieto, la nueva dirigencia kurda nos expone con pasión y rigor su propio análisis sobre la crisis de Siria e Iraq.

El avance del movimiento yihadista del Isis (Islamic State of Iraq and al-Sham – Estado Islámico en Iraq y Lenvate) en el norte de Iraq hacia la capital Bagdad plantea una serie de interrogantes tanto sobre el mantenimiento de las instituciones estatales y el sistema de seguridad del país, como sobre la capacidad efectiva de este grupo extremista.

Este verano, en el plazo de tres días, los milicianos del Isis, que a principios de 2014 entraron en la provincia occidental de mayoría suní de Anbar, tomaron el control de Mosul, segunda ciudad de Iraq, situada al norte del país, en la frontera con el Gobierno Regional Kurdo (KRG). Después de Mosul llegó el turno de Kirkuk, Salahuddin, Diyala y Tikrit, a las puertas de Bagdad.

El Isis encontró escasa oposición por parte del ejército iraquí, que dejó desprotegidos importantes cuarteles con armas y municiones. A la falta de preparación de los soldados se sumó el vacío que dejó la retirada de las tropas americanas.

Además, el avance del Isis se vio favorecido por el profundo descontento entre la población iraquí a causa de las políticas sectarias y personalistas del primer ministro Nuri al-Maliki. Este, sobre todo durante su segundo m andado, nunca ha ponderado sus decisiones, siempre favorables al componente chií. De este modo, el malestar de la comunidad suní (pero también el de amplios grupos de la chií) hizo del país una presa fácil para los grupos extremistas como el Isis.

En este contexto entra también la OTAN, por el hecho de que uno de sus miembros, Turquía, se ha visto implicado directamente por los acontecimientos iraquíes cuando los milicianos del Isis secuestraron al cónsul turco en Mosul junto a otras 49 personas, funcionarios y miembros de las fuerzas de seguridad del consulado. El presidente turco Erdogan, en una complicada situación por el punto muerto en que se encuentra su política regional, por el momento calla ante una posible intervención. Sin embargo, hasta ahora, la precariedad política que domina el Ejecutivo turco, a causa del gran descontento de la población, y el hecho de que los acontecimientos iraquíes pueden modificar profundamente los equilibrios del Gobierno Regional Kurdo (respecto al cual Erdogan, pese al diálogo previsto, nunca querría ponerse en una situación difícil) hacen que la opción de una acción turca no sea del todo imposible.

El mayor riesgo para Iraq es el de volver a entrar en una espiral de violencia alimentada por las divisiones étnicas y sectarias. El hecho de que los milicianos del Isis, en las regiones bajo su control, hayan empezado a ajusticiar a tantas personas, casi seguramente en gran mayoría chiítas, no hace más que incrementar el temor de una nueva guerra civil. Si los yihadistas ponen en su punto de mira los lugares sagrados chiítas, se podría verificar un nuevo enfrentamiento sangriento que, en caso de escalada, podría no solo implicar a las regiones interesadas hasta ahora en el avance del Isis sino a todo el país. Una lucha entre sunítas y chiítas, que inevitablemente se ha visto alimentada en los últimos años por las políticas de Maliki, si durara demasiado tiempo solo llevaría a reforzar aún más en el poder su presencia y su preferencia por parte de la comunidad chiíta que le es fiel.

En cualquier caso, de momento cualquier consideración sobre el hipotético futuro escenario iraquí no puede excluir la posibilidad de una división del país en tres zonas de influencia: una septentrional kurda, una meridional chií, y una oriental suní, presa de la acción trasversal del Isis, en continuidad con las operaciones efectuadas en Siria.

Es muy amargo constatar que los más interesados en un Iraq federal, es decir, los cristianos y las demás minorías, no solo vean cómo se viola su libertad y su seguridad, sino también cómo se ignora su papel histórico de mediación. Un papel que hoy incentiva aún más su persecución.