La procesión con las reliquias de santa Teresa.

El “pequeño camino” de santa Teresita pasa por Cometa

Giampaolo Cerri

«Lo había prometido: allí donde fueran los padres antes o después llegaría también la hija». Palabra del padre carmelita Antonio Sangalli. El domingo 21 de septiembre volvió a Cometa, donde llevó en mayo de hace dos años, los restos de los beatos Celia y Luis Martin. Las reliquias llegaban allí porque en Milán se iba a celebrar el evento culminante del año mundial de la familia, con la gran misa con Benedicto XVI en el aeropuerto de Bresso.

Esta vez el religioso, que fue vice-postulador de la causa de los beatos, acompañaba hasta Como a la pequeña Teresa Martin, que para la Iglesia es Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz. Para las cinco familias que viven en Cometa, practicando la comunión y la acogida de niños con dificultades, fue una fiesta casi inesperada, porque esta etapa del viaje de Lisieux a Roma, donde estas reliquias, junto a las de los Martin, serán expuestas el 5 de octubre en la misa inaugural del Sínodo de la familia, se había comunicado con apenas dos semanas de antelación. También fue una fiesta para las muchas familias que, aun viviendo en otros lugares, participan de esta experiencia abriéndose a la acogida; para los Memores Domini de las dos casas de Cometa, para algunos profesores y alumnos de la escuela Oliver Twist, para los voluntarios y para muchos vecinos que se acercaron a venerar a la doctora de la Iglesia y patrona de las misiones.

Colocada al principio en un pequeño altar ubicado en la logia del primer núcleo de casas de Cometa, la urna fue conducida a la capilla que, justo unos días antes, se había visto completada con una fachada de madera. Hubo una larga procesión y al frente, llevando la cruz, iba uno de los muchos pequeños allí acogidos. Un gesto que quizá ni siquiera se pensó antes pero que a muchos les recordó una de las frases que don Luigi Giussani les dijo a Erasmo y Cente Figini, los iniciadores de Cometa, durante su larga amistad paterna: «Acoged a los hijos de la Cruz y vivid en la compañía de Cristo, que es el único camino de redención».

Después de la misa, concelebrada por el propio Sangalli con algunos sacerdotes de la zona, comenzó la vigilia, ininterrumpida hasta el martes por la tarde. Oraciones, rosarios, recogimiento: un continuo ir y venir, movido por un misterioso boca a boca, cadenas telefónicas y avisos. Todos fascinados por el “pequeño camino” de esta chica que vivió una vida de fe, breve y muy intensa; personas deseosas de vivir también ellas así, aprendiendo «a permanecer pequeños», es decir, «a reconocer la propia nada y esperarlo todo del buen Dios, como un niño lo espera todo de su padre», como decía la propia Teresa.

«Ha sido el gesto de un pueblo», comentaba Cente Figini, «muchas familias, muchos niños: una participación que nos ha sorprendido incluso a nosotros». Días y noches en que se ha rezado, como recordó Sangalli, por las intenciones del Papa Francisco, por el Sínodo dedicado a la familia. En el que también estará la familia Martin porque, después del primer día, las urnas se expondrán en Santa María la Mayor durante el tiempo que duren los trabajos sinodales.