Río de Janeiro, la estatua de Cristo Redentor.

En movimiento, para anunciar lo que amamos

Isabella Alberto

Fue idea de Cleuza, que se inspiró en el modelo de la Jornada nacional de la Recogida de Alimentos. Así nació una respuesta a la provocación para asumir una mayor responsabilidad en la promoción de la revista del movimiento, Passos, la edición de Huellas en portugués. El trabajo de reflexión comenzó a finales del año pasado y se planteó como una propuesta para todos durante los Ejercicios de la Fraternidad. Poco a poco, las comunidades locales se fueron adhiriendo. Así fue como el domingo 1 de junio, en treinta ciudades, se celebró la “Jornada nacional de la revista Passos. El resultado más inmediato de la iniciativa fue la venta de casi 1.800 copias, más treinta suscripciones nuevas.

Pero los testimonios que no dejan de llegar muestran un beneficio que supera ampliamente esas cifras. En todas las regiones de Brasil nos hemos encontrado con amigos que atestiguan la fuerza y la belleza del carisma. Muchos sacerdotes dieron un gran apoyo a esta idea desde sus parroquias. Ha sido sorprendente oír decir a sacerdotes que apenas conocemos cuánto estiman a Giussani, cómo recomiendan la lectura de la revista que nace «del carisma de un hombre santo, del que está abierto el proceso de beatificación», como dijo un cura de Río de Janeiro desde el púlpito de su parroquia. Otros religiosos han querido suscribirse personalmente, o han pedido que se lea la revista para poder hablar de ella conociendo de primera mano su contenido.

En São João del Rei, en el interior de Minas Gerais, Dener y Beth no estaban demasiado convencidos, pensaban que apenas venderían algunos ejemplares, pero el padre Magela hizo un anuncio con mucha fuerza, terminó diciendo: «Está revista es muy hermosa, vale la pena comprarla y suscribirse». Rápidamente vendieron las quince revistas que habían llevado y varias personas pidieron información para poder participar en la Escuela de comunidad.

Y es que la jornada de Passos ha sido sobre todo una ocasión de encuentro. Giovanna, de Ribeirão Preto, ha descubierto que «hablar de la revista era como hablar de lo más importante de mi vida. He terminado muy agradecida. Además, hemos vendido todas las copias que teníamos, incluso las que números atrasados. Lo que más me ha conmovido ha sido una chica que normalmente veo en misa y en el barrio, y que se ha acercado para preguntarme por un artículo sobre madres que habían decidido tener a sus hijos, a sabiendas de sus malformaciones, diciéndome: “Yo soy una de esas madres”. En ese momento me di cuenta de que estábamos juntas, éramos una compañía, una unidad. Y todo gracias a Passos».

Fabiana, de Petrópolis, afirma: «Creo que el éxito de todos estos esfuerzos, durante la jornada de la revista, radica en la posibilidad de hacerla llegar a varios tipos de públicos: gente de clase media, amas de casa, jóvenes… Decirles a todos que vale la pena leer esta revista porque a mí me ayuda a vivir ha sido como mi contribución a la vida de estas personas, a las que no conozco pero sé que tienen el mismo deseo que yo de ser felices y tener un sentido para vivir».

En Caxias do Sul vive Stefano, italiano. Se trasladó allí hace unos años por motivos de trabajo y valora así su participación en esta venta de Passos: «Lo primero, y quizá más importante, es que puedo decir “hemos vendido” y no “he vendido”, porque Rudi y Daniela, una pareja de amigos a los que he conocido en los últimos meses, aceptaron implicarse conmigo en este gesto y me han acompañado en la venta que organizamos en la parroquia. Don Mario, el párroco, habló mucho de nuestra iniciativa al final de la misa, de modo que todas las revistas se agotaron rápidamente. Era la primera vez que en Caxias se organizaba algún acto público del movimiento, y eso ha sido un bien. Pero lo que de verdad me interesa es que ha sido un gesto mío, que implicaba mi libertad».

Desde Campinas, Beth escribe: «Como dice la Escuela de comunidad, el resultado de nuestra búsqueda puede exigir un cambio radical, una ruptura de los límites de nuestra naturaleza. De hecho, la experiencia de este gesto nos ha sorprendido en primer lugar porque nos hemos puesto en movimiento para anunciar algo que amamos, luego sucede el cambio, porque muchos somos tímidos, nos cuesta, pero hemos estado ahí y al final estábamos contentos».

En Salvador, la alegría invadió a todos los participantes, como cuenta Silvana: «Más allá de la belleza de una amistad que está naciendo con amigos que se han implicado en la promoción de Passos, la experiencia que he tenido estos días ha sido esta: Cristo me toma en serio. Toma en serio los deseos de mi corazón –hasta los más simples– y me responde. Eso demuestra que Él lo hace todo, yo solo debo estar abierta a lo que sucede».

En Brasilia la comunidad se puso en marcha para preparar marcapáginas y repartirlos a la salida de las misas mientras se ofrecía la revista Passos. Las familias se acercaban con sus hijos, y por la mañana se agotaron todos los ejemplares que habíamos llevado, que eran muchos. Así que durante las misas de la tarde solo volvimos para anunciar que habría una nueva venta la semana siguiente. Ángela trajo a un grupo de jóvenes que se preparan para la Confirmación para que nos ayudaran con la difusión, y luego nos contó: «lo más bonito ha sido poder encontrarnos con la gente y hablarles del movimiento. Algunos chicos que estaban conmigo no son del movimiento, y tampoco lo son sus padres, pero les han dejado venir conmigo. Por la noche, ya en casa, pensaba: no puedo pensar que todo esto es algo obvio; es un milagro, es Jesús mismo quien está permitiendo que eso suceda. Y es que estaban tan contentos…».

En Sao Paulo hubo muchos voluntarios que dieron su disponibilidad para ofrecer la revista en varios puntos de la ciudad. Dyetry cuenta lo que ha aprendido: «En una de las misas cerca de mi casa, terminé tratando de vender la revista a gente que me conoce. Una señora, con la que no suelo hablar mucho, se acercó a nosotros para charlar un poco de todo, de política, del Papa. Y fue bonito para mí poder estar con ella. Otra persona me dijo que solo compraba la revista por ayudarme, y le dije que yo no estaba allí solo para vender una revista sino para dar a conocer un instrumento que me ayuda a tener la certeza de que es posible vivir en el mundo como un cristiano. Estas dos escenas me han ayudado a entender por Quién hacía yo ese gesto».

En Río de Janeiro, durante las semanas previas a la jornada, nos impresionó el encuentro con dos sacerdotes. El primero, el padre Ionaldo, que estudió en el seminario con dos sacerdotes del movimiento y que ya conocía la revista desde entonces. No solo dio su disponibilidad para que vendiéramos Passos en su parroquia, sino que nos pidió que organizáramos un encuentro para hablar de la figura de don Giussani, al que, según sus palabras, pocos aún conocen. El día de la venta anunció de tal modo la noticia que las revistas volaron en un santiamén y hubo que pedir más copias para las misas siguientes.

En otra parroquia, cuando dijimos que pertenecíamos a CL, el párroco se mostró un poco perplejo. Él pertenece a una congregación religiosa, pero luego nos dijo: «En nuestra congregación tenemos un sacerdote que se salvó gracias a este carisma, podéis venir». En todas sus misas de ese día, ese padre repitió a sus fieles que «la vida de la fe no se puede vivir en soledad, y la Iglesia tiene muchos carismas para ayudar en este camino». Luego daba el aviso de la venta de la revista de Comunión y Liberación. Después de la misa de las siete de la tarde, un chico se acercó a Víctor, el responsable de la iniciativa en esa parroquia, y le dijo: «Buenas noches, me llamo Julián y llevo años esperando encontraros. Conocí el movimiento en la Universidad de Ribeirão Preto en el año 2000, y desde que me trasladé a vivir aquí he tenido siempre el deseo de volver a participar de nuevo en aquella experiencia. Y ahora os he encontrado».

Son solo algunos hechos. Pero muestran cómo la primera gran lección que todos hemos recibido, una vez más, es que Dios siempre nos sorprende y maravilla en su amor hacia nosotros. Para que este amor se manifieste basta una cosa: nuestra disponibilidad para seguir.