La exposición SWAP en la Universidad Católica.

Testigos de la libertad

Davide Ori

Agosto 2013: el momento más difícil para la Iglesia cristiana copta de Egipto. Más de cuarenta iglesias fueron atacadas e incendiadas. Luego, la muerte de la pequeña Miriam, una niña de ocho años, alcanzada por doce disparos al salir de la parroquia de la Virgen María, en la zona de El-Warraq.

Este y otros episodios han ocupado varias discusiones de un grupo de estudiantes de la Universidad Católica de Milán. Entre ellos también hay coptos. Juntos, deciden unirse a la Comunidad Encuentro, una asociación nacida del deseo de redescubrir la propia cultura para poder compartir la belleza. El grupo, al ampliarse, cambia de nombre y pasa a llamarse Swap (Share With All People – Compartir con todos los hombres). Están decididos a compartir con cualquiera lo que más quieren, su amistad. Hasta llegar a hacerse “de papel y de colores”, en la exposición “Cuando los valores toman vida”, primero en el patio central de la Católica y desde el 5 de abril en el Centro Cultural de Milán.

«Esta exposición es fruto de la experiencia del camino que hemos hecho juntos», cuenta Randa, musulmana de 21 años, que lleva un velo oscuro cubriéndole el cabello y que estudia el segundo curso de Patrimonio Cultural: «Somos treinta jóvenes que hemos querido rendir homenaje a Egipto, un país que nos une a muchos de nosotros, para contar la revolución desde un punto de vista humano, no político». Una decisión que no tiene nada que ver con el regionalismo: «Al contrario, la historia de sus últimos años concreta valores y mensajes universales, como la amistad, la belleza de compartir… Historias que los medios de comunicación no cuentan, pero que existen y muestran una esperanza también para nosotros».

Un Egipto, el de 2011 hasta hoy, que ha sido escenario de historias increíbles. Como la de aquel viernes 28 de enero de 2011 en Alejandría, cuando los musulmanes se dirigieron a La Meca y empezaron a rezar con los cristianos coptos formando una cadena humana para protegerlos. O la de agosto de 2013, cuando los musulmanes se ofrecieron para proteger las iglesias y los edificios religiosos cristianos. Ese mismo día celebraron después el “iftar”, el fin del ayuno, con las campanas de las iglesias egipcias tocando junto a la llamada a la oración del “muezzin”.

El pasado 25 de marzo fue también un día de fiesta en la Católica, durante la inauguración de la exposición. Era la fiesta de Egipto. «De estos chicos, nacidos en Italia pero con sangre egipcia, y también nuestra, la de los egipcios con corazón italiano», decía conmovida la madre de Mina el Sharkawy, estudiante de Economía. Porque no estaban sólo los chicos, también estaban sus madres, padres y hermanos, que les han acompañado en esta aventura. Después de cortar la cinta inaugural comenzó la primera visita guiada a una joven multitud que invadió, literalmente, todo el espacio de la exposición, repleto de historias de esos mártires de la libertad.

Entre las autoridades presentes, se encontraban el cónsul del Líbano, Walid Haidar, el de Egipto, Aly el-Halawlani, el padre Samir Khalil Samir, jesuita e islamista, Wael Farouq, profesor de Lengua árabe en la Católica, que ha acompañado y apoyado a los universitarios implicados en este proyecto, y el vicario episcopal, Luca Bressan.
Al terminar esta primera visita, el grupo se dirigió a la Cripta del Aula Magna, donde continuaron los festejos. No había sillas suficientes, nunca se había visto la sala tan llena.

Después de los agradecimientos a las familias y a Wael Farouq, el Vicario leyó el saludo del arzobispo Angelo Scola: «Cuando presenté al cardenal vuestra invitación, se sorprendió por dos cosas. Primero, por el protagonista de los jóvenes, tanto de los que habla la exposición como los que la han realizado. Y lo segundo fue que coincide con la Jornada del diálogo y la fiesta interreligiosa en el Líbano, porque la fiesta de la Anunciación la celebran los cristianos y los musulmanes. Vivir bien esta fiesta y destacar el diálogo que proponéis a nivel religioso nos ayuda a entender cómo Dios nos guía en la historia para reunirnos y permitirnos vivir en su paz».

Ante el estupor de los presentes por tanta sencillez y tanta belleza, la respuesta de Mina: «Para nosotros no hay nada más natural que poder encontrarnos con los que tenemos delante, independientemente de su credo». En palabras de Omnia Abbas, 21 años, tercero de Economía, «a la gente le llama la atención nuestra historia: de una violencia sufrida nace, inesperadamente, un amor al prójimo».