Un sacerdote escolta a un grupo de detenidos <br>por los enfrentamientos en la plaza del Maidan.

Las Voces que nos hacen mirar al Maidan

Elena Fabrizi

#VociDalMaidan. Un hashtag que (hasta ahora) no existía en las redes sociales, pero después de entrar en la página de Facebook Voci Dal Maidan (Voces desde el Maidan), habría que inventarlo.
«Llevamos tiempo leyendo numerosas noticias de nuestros amigos ucranianos en sus páginas de Facebook», cuentan Isabel y Simona, que viven en Moscú: «Luegos nos dimos cuenta de que nuestros amigos italianos y españoles, cuando nos preguntaban por la situación en Kiev, estaban muy confusos y no sabían nada de esto que leíamos nosotras, así que sentimos la exigencia de compartirlo y creamos una página de Facebook con las traducciones de los testimonios que nos parecían más valiosos».

Una red de traducciones en la que se han implicado amigos de Italia, Ucrania, Rusia y otros países. En su mayoría son antiguos estudiantes de ruso de la Universidad Católica de Milán, profesores de Moscú, doctorandos y chicos con becas Erasmus en Jarkov, una ciudad situada al noreste de Ucrania. Un movimiento internauta que nace como fruto de una amistad, «y de la exigencia de que estas voces pudieran hacerse oír».
Actualmente, los medios tratan de sacar conclusiones con las que intentan poner fin en pocos días a tres meses en los que el pueblo «en lucha ha traído más luz, ha iluminado el Mal. Aquí hay gente que no tiene miedo de interrogarse, y sin las preguntas existenciales no habría existido este movimiento en Maidan. Esto es lo sublime», dice un testigo en declaraciones a La Stampa, recogidas por Domenico Quirico en un artículo titulado “¿La revolución? Está empezando”.

El primer objetivo es que «su precioso testimonio de amor a la Verdad y a la paz sea accesible también para los que no saben ruso», precisa Simona. La primera forma de “escuchar” sus voces es mirar. Como explica Laura, profesora de ruso en la Católica y una de las almas de esta plaza virtual: «Siempre sentí la necesidad de entender lo que estaba sucediendo realmente en Kiev. Para entender, ante todo hay que mirar, que es lo que menos hacemos normalmente. Me he dado cuenta de que muchas personas estaban dispuestas a dar la vida por su país, viviendo pacíficamente en tiendas a veinte grados bajo cero. Pocos periódicos han contado lo que estaba sucediendo verdaderamente». Mirar hasta el fondo, hasta llegar a la pregunta que intercepta, como una arma afilada, la propia existencia: «¿Por qué esta gente llega hasta dar la vida por la libertad de su pueblo? Sólo empecé a entenderlo al mirar a la cara a los que me contaban lo que estaban viviendo. Personas libres en medio de una situación infernal».

Estar de frente, es decir, traduciendo la multitud de testimonios que llegan desde la plaza teñida de amarillo y azul durante las últimas semanas. Como el del activista Andrey del 19 de febrero, dedicado a la distribución de víveres que las personas entregaban gratuitamente en el centro de la ciudad: «Hoy he estado todo el día en la catedral de San Miguel en Kiev. (…) Entre un millar de personas, me ha llamado la atención una señora de unos 75 años que llevaba en las manos una bolsa que ella misma había confeccionado, probablemente con uno de sus vestidos preferidos (…). Al preguntarle: “¿Cómo puedo ayudarla?”, ella me ha entregado su bolsa. Le he dado las gracias y luego se ha perdido entre la multitud. Cuando he abierto la bolsa no he podido contener las lágrimas. Nos ha traído: 200 gramos de azúcar, una mandarina, una cebolla, tres dientes de ajo, dos caramelos, media botella de aceite y cinco grivnie (moneda ucraniana). Nos ha dado todo lo que tenía». Andrey concluye su post citando el Evangelio de Marcos: «Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: “Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba, éste en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir”».

Ninguna lectura socio-política podría explicar siquiera uno de esos doscientos gramos donados. «Cualquier tipo de análisis en sí mismo nunca tendrá en cuenta un hecho así. Porque es un imprevisto que sucede. La sola lectura racionalista lo excluye. En cambio, las personas, al ver esto, pueden incluso llegar a convertirse. Yo puedo convertirme ante el gesto de esta señora que dona todo lo que tiene», afirma Laura con decisión.

La línea de Voces del Maidan trata de no perder esta ocasión de conversión. Una ocasión que es para todos y que no se olvida de la sangre derramada, de las muertes, de las reducciones ideológicas. Basta con ver el video en memoria de las víctimas: alfombras de velas en las calles de Kiev, fotos, miles de personas que elevan luces en silencio. «Centuria celeste. ¡Memoria eterna!», recita el título de uno de los videos.

Los post son innumerables, como grande es el espectro cultural en el que vive este instrumento que son las Voces del Maidan. Traducciones al español, artículos de Le Monde, líderes culturales de Kiev que, paralelamente a la lucha pacífica en la plaza, están promulgando «el proyecto intelectual más violentamente pacífico que pueda existir, que construye un puente entre las lenguas y la cultura francesa, ucraniana y rusa. Colaborando juntos».

Una página en Facebook comunica, como una poesía, la verdadera revolución y pide una oración por la paz: «Padre Todopoderoso, Creador del mundo, Maestro de amor y de misericordia, acoge la plegaria por los habitantes de Ucrania y Rusia. Perdona sus pecados y sus faltas, sus odios e impaciencias, así como las de todos nosotros. No permitas que los crueles y sanguinarios realicen sus planes. Protege a los indefensos, cura a los heridos y ofendidos, da paz a los difuntos. Glorioso y Santo Espíritu, rocía con tu amor el árido corazón humano, herido por el egoísmo, el odio, la violencia, el deseo de poder, la enemistad la rabia, la malicia y las demás faltas que lo cubren; con tu ardiente amor, conduce a los hombres en el amor a Ti y a sus hermanos de modo que a ese amor aspire todo corazón humano y con él se destruya toda disputa, discordia y separación entre las tierras ucraniana y rusa. Te rogamos: da la paz a Ucrania y Rusia, a tu Iglesia y a todos los hombres que a ti pertenecen. Porque Tú eres el rey de La Paz y tu paz no tiene límites. Te alabamos, te damos gracias y nos postramos ante ti con nuestra petición por los siglos de los siglos».