La presentación en Padua (©Carola Bruno).

Una vida, no una teoría

Eugenio Andreatta

Más de mil personas se dieron cita el jueves 6 de febrero en el centro de congresos Albino Luciani de Padua, con motivo de la presentación de la Vita di don Giussani de Alberto Savorana.
«Si hubiera más gente que leyera esta libro, muchos prejuicios sobre CL se vendrían abajo», afirma el alcalde, Ivo Rossi, nada más empezar: «Yo no le conocí personalmente, pero cada uno de nosotros es testigo de todo lo que este hombre supo dar. Este libro es la crónica de una historia que tenemos delante de nuestros ojos, también aquí, en Padua».
El rector de la Basílica del Santo, el padre Enzo Poiana, ha recuperado las crónicas del convento, que registran en los años 1994 y 1995 una presencia desbordante de gente con motivo de las meditaciones de don Giussani, sólo comparables a las que se daban con motivo de las fiestas del Santo: «Además del número, sorprende la calidad», anotó el cronista, «la proposición de Cristo como acontecimiento de vida». El padre Enzo tiene también una palabra para Giacomo Tantardini, que desde el púlpito de esa basílica transmitía su límpida pasión por Jesús: «Él fue quien me dio a conocer a Giussani».

También tenía mucho que decir Luciano Violante. Llevaba seis páginas de apuntes, subrayados y citas. Destacó el concepto de experiencia en el fundador de CL y, citando a Guitton, añadió que «está lejos tanto de un cristianismo angostamente parroquial como de un cristianismo elitista. Para él, ante todo es importante estar presentes en el mundo y luego pensar en su posible transformación». En don Giussani, añadió el ex presidente de la Cámara, «la militancia es sobre todo testimonio y por tanto se basa en los comportamientos, no en los discursos». Para él, su reclamo al Misterio «no es una escapatoria para justificarse ante la vida, una huida para quien teme las dificultades de la existencia». Por eso cree que el libro de Savorana no es una hagiografía, un relato idealizado, sino una historia que se basa en documentos y en hechos: «En una página del libro, el fundador de CL parece temer un florecimiento sin raíces. Pero al veros aquí esta noche, os aseguro que las raíces están bien claras».

«Nunca en mi vida, al leer un libro de más de mil páginas, me he sentido tan implicado, sostenido y enriquecido». Monseñor Danilo Serena, que fue vicario general en la diócesis, dedicó todo el mes de enero a esta Vita di don Giussani. Y dice que para él «ha sido como participar en los Ejercicios espirituales de san Ignacio». «Giussani te obliga a pensar. Para él, las razones de la fe son las mismas que las de la vida». Con Serena, como con Violante, asoman continuamente frases, citas, provocaciones del sacerdote lombardo. Signo de una lectura atenta y meditada. «O vuestra presencia habla de Otro o no estáis en vuestro sitio», cita. Y citando, al mismo tiempo, vuelve a anunciar: «La alegría más grande es la de volver a empezar». No está mal, dicho por alguien que se presenta como «el más anciano de esta sala».

Impresionaba también la franqueza del director de Il Mattino di Padova, Antonio Ramenghi, que leyó la biografía debido a su amistad con Giuseppe Dossetti: «Sabía que se conocían, pero ha sido un golpe bajo ver su foto con el cardenal Biffi. Raramente he visto a Giuseppe tan sonriente». El libro, añadió, mediante la figura de don Giussani nos permite recorrer la historia de nuestro país y de la Iglesia italiana. «Yo no estaba del lado de los ciellinos, aunque conocía y estimaba a muchos». Por eso adquiere un mayor peso y objetividad esta afirmación que hizo a continuación: «Al leer el libro he comprendido que a don Giussani le iban sucediendo cosas que inicialmente él no había pensado hacer. Como fundar CL, por lo que veo». Tampoco ahorró críticas a la escasa fidelidad de algunas personas que inicialmente le siguieron y luego se alejaron. «Me impresiona una cosa de don Giussani. Él testimoniaba su fe, la transmitía, pero luego dejaba total libertad a la gente».

Un encuentro con tres lecturas, por decirlo así, externas. De personas que no conocieron a don Giussani y que no siguieron su historia, como mucho de forma tangencial. Pero que tal vez, precisamente por eso, supieron ofrecer apuntes de una frescura sorprendente. Sucede así cuando el cristianismo, explicó Savorana, «no es una teoría, sino la entrega de una vida a otras vidas». Y cuando la fe se aprende no de los libros sino sorprendiendo el irrumpir de un imprevisto en las circunstancias de todos los días. El mismo imprevisto por el cual él mismo, que por discreción e incluso pudor se había prometido a sí mismo no escribir en el futuro acerca de aquel hombre con el que había compartido veinte años de amistad y trabajo, se ha visto invitado a escribir su primera biografía. «Seis años de trabajo, qué fatiga», le dicen algunos. Pero él responde que no. Sorprender a Giussani diciendo “tú” a Cristo en las circunstancias de su vida, en las valoraciones de sus profesores del Seminario, en las fotos inéditas recuperadas de los archivos, en los testimonios de sus alumnos ahora famosos, o de los enfermeros que le cuidaron durante sus últimos años, nada de eso es una fatiga. Al contrario, aligera el corazón.