Nueva York, Times Square.

Cuando Cristo nos espera a la vuelta de la esquina

Il Sussidiario
Antonio Quaglio

«Hace dos semanas celebrábamos la Epifanía, que nos dice todo sobre lo que significa el acontecimiento cristiano». Julián Carrón abrió así el encuentro conclusivo del New York Encounter 2014 junto al dominico Peter John Cameron, periodista y dramaturgo, a partir de la pregunta ¿qué tiene que ver Cristo con la vida de todos los días?
«Los Magos también tenían su propia vida cotidiana, pero un día empezaron a advertir una urgencia nueva, a sentir un deseo, a ponerse en movimiento y buscar. Al final encontraron lo que buscaban, lo que sentían como una necesidad decisiva, pero Dios estaba allí desde antes esperando, y en el “punto de encuentro” estaba Jesucristo, recién nacido. La Epifanía es un acontecimiento cristiano puro: no entran en juego doctrinas ni reglas morales. Hay un Dios que quiere tanto a los hombres que crea las condiciones adecuadas para que puedan hacer mejor uso de su libertad y satisfacer plenamente los deseos de su vida. Nadie queda fuera del acontecimiento, todos participan de él. La Epifanía es un doble movimiento: Dios se mueve hacia los hombres y ellos hacia él. Pero el encuentro madura en presencia de Cristo»...

El hábito del cardenal
Bastan tres palabras – literalmente – de la conversación matutina entre dos viejos amigos, el cardenal de Boston, Sean Patrick O'Malley, y monseñor Lorenzo Albacete.

Periferia. El arzobispo capuchino – solideo púrpura, hábito y sandalias – relató cómo, recién consagrado, fue enviado al “Centro católico” de Washington: una obra de la Iglesia estadounidense para los inmigrantes latinoamericanos. Allí conoció historias – aparentemente habituales – de refugiados, hombres desarmados pero valientes, tuvo encuentros duros y provocadores, incluso para un joven capuchino de origen irlandés, con un gran futuro como sacerdote escrito sobre sus hombros.
En las periferias del mundo habitamos todos, afirma contundente el cardenal estadounidense elegido por el Papa Francisco para preparar reformas importantes en la Iglesia. Todos somos “periféricos”, en lugares y tiempos concretos y simbólicos: «En el Centro católico aprendí a ayudar a los hombres en sus necesidades concretas, que por otro lado nunca están separadas de la misión pastoral de la Iglesia». Es un modo de decir que él aún está agradecido a los “pobres” que encontró allí: ellos le donaron su misión sacerdotal.

Alegría. La Evangelii Gaudium, explicó O'Malley a propósito de la reciente exhortación apostólica del Papa Francisco, es todo menos una expresión retórica. «Tuve la fortuna de estar con el Papa Francisco en su visita a Asís. Él quiso que el helicóptero aterrizara en el Instituto Seráfico, donde están ingresados niños invidentes y con discapacidad intelectual. Fue el feliz comienzo de una feliz jornada en el espíritu de San Francisco. Él estaba feliz, todos los estábamos. Encontró una palabra y una sonrisa para cada uno, y todos ellos le devolvieron alegría».

Transparencia. ¿Qué hay de los escándalos de pedofilia? ¿Y del funeral por Ted Kennedy? Albacete no ahorra ninguna pregunta. «Sí, Lorenzo, ha sido todo muy difícil. Me he tenido que enfrentar a situaciones difíciles en tres de las cuatro diócesis que he dirigido. Para superarlas, el recurso decisivo ha sido siempre el afecto fiel de todos los miembros de la comunidad católica en torno a su Iglesia. En Boston las vocaciones están renaciendo: nuevos seminaristas, nuevos sacerdotes». Eso es importante, sin duda, sin olvidar las heridas infringidas a la humanidad de muchos hombres y a la sacralidad de la Iglesia.
¿Y sobre su participación en el funeral del hermano menor de los Kennedy, que se declaró finalmente favorable al aborto? «El funeral católico de un hombre – subrayó el cardenal, que fue por ese motivo muy criticado en ámbitos conservadores – nunca es la ceremonia de sepultura de un solo hombre. Es un momento que implica a muchos, a todos. Los hermanos mayores de Ted fueron asesinados mientras servían a los Estados Unidos, John murió como el primer presidente católico. Y yo hoy soy el obispo de la que siempre fue la diócesis de la familia Kennedy».