Putin con el papa Francisco.

«Rusia necesita la “pobreza” de Francisco»

Il Sussidiario
Federico Ferraù

Un coloquio que la Santa sede ha definido como «cordial». El presidente ruso Vladimir Putin, recién llegado a Italia para una visita de dos días, se reunió por primera vez con el Papa Francisco. Un cara a cara que por fin se producía, después de que el pasado mes de septiembre Bergoglio enviara una carta al presidente ruso para evitar la guerra en Siria, un gesto que sorprendió al mundo entero. Según el comunicado del Vaticano, «el presidente Putin expresó su agradecimiento por la carta que le dirigió el Santo Padre con motivo de la reunión del G-20 en San Petersburgo».

El coloquio se centró sobre cuestiones internacionales, como la «persecución de la paz en Oriente Medio y la grave situación de Siria», indicando la necesidad de favorecer una solución política para este conflicto que reconozca el papel fundamental que en la sociedad tienen sus diversos «componentes étnicos y religiosos». También hablaron de la «contribución fundamental del cristianismo en la sociedad» en Rusia. Un tema de gran interés para Francisco, que siguiendo la estela de sus predecesores acaricia la idea de una posible visita a tierra rusa.

Publicamos la entrevista con Ol'ga Sedakova, poetisa y escritora, profesora de Filología en la Universidad de Moscú, una de las figuras más importantes de la cultura rusa contemporánea.

¿Qué le parecen los temas abordados en este encuentro entre el presidente Putin y el papa Francisco?
Me parece natural que se centraran en problemas internacionales. La verdad es que me ha sorprendido ver en la agenda el tema de la contribución del cristianismo en la sociedad, y que abordaran también la vida de la comunidad católica en Rusia.

¿El cristianismo tiene incidencia en la sociedad rusa?
Yo soy cristiana y me gustaría que el cristianismo fuera el principio constitutivo de la sociedad. Pero la realidad es que la secularización avanza. Después de muchos años de poder soviético y ateísmo militante, se ha formado una mentalidad indiferente y enemiga. Nuestra gente todavía se define como cristiana, ortodoxa, pero la mentalidad ya no es cristiana.

¿Qué podría favorecer hoy una nueva conciencia del cristianismo?
Sin duda, no un proyecto ni una iniciativa del Estado; sólo la iniciativa de los individuos, de los grupos, de las comunidades. Una concepción vertical del poder, como la del presidente Putin, ya ha mostrado toda su debilidad y peligrosidad incluso en el ámbito religioso. Ahora sólo la fraternidad de los creyentes podría generar algo nuevo.

¿Qué entiende por «la fraternidad de los creyentes»?
Una iniciativa que nazca de su libertad, entendida como libertad de las personas. Sólo a partir de ahí podrán llegar las agrupaciones de creyentes, sobre la base de su libre iniciativa.

En la carta que le envió a Putin, el Santo Padre le rogaba que hiciera todo lo posible por la paz, ¿qué le parece el método de Francisco?
Me parece que es un costumbre que los papas escriban cartas exhortando a los que poseen el monopolio de la fuerza a luchar por la paz. El papa Francisco ha sido muy sabio.

También le pedía a Putin en esa carta que rezase por él.
Putin pudo manifestar una voluntad pacífica respecto a Siria, pero sólo por motivos de cálculo político. De hecho no creo que haya sido sincero. No tengo todos los elementos necesarios para juzgar la política exterior rusa, pero sé bien que Putin no es una persona pacífica.

¿De verdad?
Claro.

¿Quiere decir que se ha mostrado abierto hacia Francisco sólo por motivos políticos?
Creo que sí. Putin no se relaciona con la gente, no le gusta dialogar con su pueblo. Esto debería dar mucho que pensar en el exterior, donde por el contrario goza de una fama de persona pacífica.

Entonces, ¿cree que Putin tomará en serio la petición del Papa o no?
Tal vez lo haga, en un sentido político; no en un sentido cristiano. Putin es un hombre pragmático, calculador, y persigue los objetivos que se propone. Precisamente por eso, para él es una ventaja contar con el apoyo del Papa, que es alguien muy popular, importante y amado.

¿Cuál es el sentimiento más extendido en Rusia hacia Francisco?
Todos le quieren. Está muy bien valorado por su comportamiento sencillo, tan humano y cristiano. Es como si su figura hiciera emerger por contraste todo lo que en Rusia no funciona.

Hace poco Francisco recibió en Roma a Hilarión, y el patriarca ruso Kirill tuvo un encuentro en Moscú con el cardenal de Milán, Angelo Scola. El diálogo entre las dos iglesias avanza, ¿qué espera usted de este diálogo?
Juan Pablo II ya intentó dialogar con la Iglesia rusa y no lo consiguió. Eso demuestra la gran dificultad y la paciencia necesaria para establecer un diálogo real. Sería precioso si este encuentro finalmente tuviera lugar.

¿Este diálogo es un objetivo político, en el buen sentido del término, o en su opinión significa algo más profundo?
A mi modo de ver, los cristianos quieren realmente estar en una comunión profunda, más allá de unas relaciones concebidas políticamente como entre dos “estados”, el ortodoxo y el católico.

¿Pero cuál sería la condición necesaria para dar pasos en el camino hacia la unidad?
Ante todo es necesario no tener miedo. Y eso vale sobre todo para nosotros. Estamos dominados por un miedo histórico, muy difundido por ejemplo entre los sacerdotes, como si los católicos fueran demasiado fuertes y quisieran convertirse en jefes de nuestro Estado. Es un miedo que tiene su origen en el siglo XIX. Para que este diálogo sea verdadero, antes tiene que desaparecer este miedo.

¿Y usted ve eso posible?
Sucederá cuando se sepa, cuando se tenga más información. La gente no sabe, no tiene información sobre lo que sucede en la Iglesia católica. Sólo ahora están empezando a cambiar un poco las cosas.

¿De dónde nace esta tensión hacia la unidad?
Del corazón de las personas, porque todo cristiano creyente quiere, en lo más profundo de su corazón, estar unido a los demás. La unidad es una aspiración del alma, por eso es común a todos. El obstáculo que encuentra es el no conocer al otro.

En el encuentro entre Francisco y Putin, hablaron también de respeto a la vida humana y a la familia, ¿qué le parece?
Creo que el problema de la familia es una parte de un problema más grande que afecta a nuestra civilización moderna. Cuando se discute sobre familia como hacemos nosotros, sin hablar del alma, estamos fuera del camino.

¿Qué quiere decir con “hablar del alma”?
Comprender que nuestra alma vive del amor y de la misericordia.

¿Qué esperanza le suscita este encuentro entre el Papa y el presidente ruso?
Me gustaría poder esperar el inicio de un nuevo proceso de conciliación y de paz.

¿De conciliación religiosa?
Eso me parece que aún queda bastante lejos. Ciertamente, el papa Francisco tiene el mérito de desearla y de querer recorrer este camino. También me habría gustado oír que el Papa y nuestro presidente habían tocado el problema de los derechos del hombre.

¿Por qué?
Porque los derechos del hombre son el problema más importante hoy en Rusia. La estructura vertical del poder que Putin ha construido no respeta los derechos del hombre. Nuestras cárceles están llenas de personas privadas de sus derechos.

¿Y existe la posibilidad de que una mayor apertura, como la que ha mostrado Putin en Roma, favorezca un cambio?
Quizás, pero tengo ciertas dudas de que Putin quiera de verdad esas reformas.