El Meeting de Villavicencio

Sandra Valero Pérez

Han pasado cinco años desde que Alver Metalli, uno de los primeros organizadores del Meeting de Rímini, nos provocara en una cena de una pequeña parroquia, para salir a las periferias proponiendo un pequeño Meeting en nuestra ciudad. En el año 2010 nace este intento “irónico” de comunicar al mundo la grandeza de lo que hemos encontrado y se aviva dentro de la experiencia de Comunión y Liberación.

Cuando pensábamos con el comité organizador en el título de este año, obedecimos al papa emérito Benedicto XVI y su iniciativa de instaurar el Año de la Fe en el mundo, y es por eso que el Meeting de Villavicencio se ha llamado “La pertinencia de la fe a las exigencias de la vida”. Más de ocho meses preparando el encuentro con los amigos, donde descubríamos que la amistad puede ser establecida, y la traición y el límite ya no son un escándalo que determina las cosas.

Vieron y creyeron la belleza y alegría de ser cristianos
Proponer este año la exposición “Vieron y creyeron” supuso para nosotros quitarnos la máscara y ponernos frente a todos a decir que esta grandeza que hemos encontrado se llama Cristo, pues en las ediciones anteriores hemos presentado exposiciones que tienen que ver con la educación, el trabajo y la evangelización de los indígenas del Paraguay pero este año el hecho Jesús de Nazaret nos desafiaba constantemente a poner en nuestra experiencia si realmente era bello y alegre ser cristianos hoy.
Como cuenta Harvey, uno de los guías de la exposición, «me encuentro con personas como el profesor de música que al encontrarse con el panel del violinista de Alvar Cawen, comprende por qué sus alumnos no tienen ningún interés por aprender algo tan bello como la música, o como el profesor de ajedrez que sale renegando y diciendo que toda la fe que trajeron los españoles acabó con la “inmensa” cultura de los indígenas matando a su dios Sol». ¿Seremos una presencia original o una presencia reactiva? Encuentros como estos nos hacen preguntárnoslo.

Homenaje a Monseñor Gregorio Garavito Jiménez
De pequeña me acuerdo de que Monseñor Gregorio Garavito Jiménez, ahora Obispo emérito de Villavicencio, introdujo en mí la semilla de la fe, cuando se reunía con las comunidades e interpretando su acordeón nos enseñaba los villancicos de Navidad. Es quizás el único obispo conciliar que exista aún en Colombia y fue él quien, a su llegada del Concilio Vaticano II, avivó los movimientos en nuestra diócesis, y a través de su espíritu misionero nos testimonió cómo se puede estar alegre y dar humanidad, así como el Papa Francisco nos recuerda a todos. A sus 94 años, Monseñor Gregorio sigue siendo para nosotros testimonio vivo del abrazo de Cristo en el mundo.

Los espectáculos y los artistas
Cinco años no son nada si consideramos que nuestros amigos del Meeting de Rímini llevan 30 aprendiendo a no dar nada por descontado y así nos sucedió de alguna manera con los espectáculos propuestos dentro del marco del Meeting Villavicencio. A nuestra incapacidad intelectual para juzgar las cosas y algunos desatinos de contenido, nuevamente entra el Papa Francisco a indicarnos un cambio de la mirada: «Prefiero una Iglesia accidentada por salir, que enferma por encerrarse». Esto nos anima a continuar y a desear que cada año sea ocasión para nuestra maduración.

La aventura de los que vieron y creyeron
Siempre me he preguntado cómo puedo transmitir a mis sobrinos la pasión por la vida del movimiento que heredé de mis padres, me preocupa que no vean el atractivo de Cristo en la realidad y que termine siendo “una cosa de los grandes”. El Festival Infantil “La aventura de los que vieron y creyeron” fue un intento de dar respuesta a esta provocación que escuché un día del padre Marco, responsable del movimiento en Colombia: «Uno planta la semilla, después Dios la hará crecer como Él quiera y cuando Él quiera».

El camino a seguir
Don Guissani nos enseña que la compañía es un factor fundamental en la historia de la salvación del hombre, ahora más que nunca deseamos ser acompañados por otros más grandes que han hecho un recorrido. Particularmente pido la gracia de que este pequeño sí que hemos podido dar se renueve constantemente y que no se nos olvide el origen de por qué hacemos lo que hacemos: la misión deriva de un agradecimiento y no de una actividad más que hacer, sólo así podemos ser una presencia original en el mundo.