El grupo de jóvenes cantando en la Plaza Mayor de Madrid.

Poder, circo, ¿hay otra alternativa que sea más concreta?

Ramón Rodríguez

5 y 6 de septiembre de 2013, reunión en San Petersburgo de los jefes de Estado de los países que componen el G20. Objetivo: buscar soluciones a los problemas de la economía global. En esta ocasión, la reunión estaba marcada por la crisis en Siria y por el acuerdo o no para llevar a cabo una acción militar directa sobre dicho país. Protagonistas: los miembros del G20.

6 y 7 de septiembre de 2013, reunión en Buenos Aires del Comité Olímpico para decidir cuál sería la sede de los Juegos Olímpicos de 2020. Un circo en donde todo importa menos el deporte. Protagonistas: los miembros del Comité.

7 de septiembre de 2013, jornada mundial de ayuno y oración por la paz en Siria convocada por el Papa Francisco. Protagonistas: millones de personas en todo el mundo.

8 de septiembre de 2013, acto denominado “Grito por la paz” que universitarios y bachilleres de Comunión y Liberación, ante la invitación del Papa, llevan a cabo en la Plaza Mayor de Madrid. Lectura de manifiesto y cantos. Muchas personas se acercan atraídas por la belleza de los cantos. Y se produce el siguiente diálogo entre una de esas personas que se acerca y un profesor:
- “¿Quiénes son estos chicos?”.
- “Son jóvenes universitarios y bachilleres”.
- “¡Qué bien cantan!”.
- “Les gusta mucho cantar juntos y realmente disfrutan”.
- “Esto salvará al mundo”.
- “Es verdad”.
- “Somos de Uruguay. Hemos estado aquí una semana y quién nos iba a decir que la última noche íbamos a tener este regalo. Muchas gracias”.

Pensando en las tres iniciativas descritas, parecería que la del Papa fuera la menos concreta. Sin embargo, ¿quién osaría afirmar categóricamente ante el G20 o ante el Comité Olímpico “Esto salvará al mundo”? Nadie. ¡Evidentemente! Por tanto, lo que sucedió el 8 de septiembre a las 21:45h era un hecho de otra índole, de una belleza tal que a una persona que pasa por allí le atrae de tal modo que, conmovida, dice “Esto salvará al mundo”. Este es el hecho que el Papa nos pone delante y al que nosotros queremos seguir y conocer y del que podemos decir que no deja de estar presente en cada instante de nuestra vida. La persona que se acercó sabía que esos chicos eran cristianos, pero el decir “Esto salvará al mundo”, no proviene de algo ya sabido sino de un hecho que estaba sucediendo en ese instante, el hecho misterioso de la presencia de Cristo que genera una humanidad absolutamente nueva y atrayente.