El stand de la Fraternidad San Carlo en el Meeting.

Historias del Meeting

Testimonio de Michele Baggi, seminarista de la Fraternidad San Carlo.
Kenia Flores

Allá por el 2008, Michele estaba terminando sus estudios de informática en Udine, donde conoció a algunos chicos del CLU, después de que Ester le invitara a unas vacaciones en la montaña con la comunidad. «Me impresionó la amistad que había entre ellos, y sobre todo el modo de hablar de Cristo. Un modo inusual, que parecía que tenía que ver con todo. Le nombraban mil veces al día, como si fuera un amigo que está entre ellos».

Empezó a crecer la curiosidad en Michele, que comenzó a frecuentar la Escuela de Comunidad. «Unos meses más tarde tuve que irme a España para empezar el doctorado. Estaba preocupado porque no sabía qué sería de estas nuevas amistades que habían nacido una vez estuviera lejos. Cuando llegué a Valencia me acogieron en un piso del CLU, los chicos estaban preparando los cantos para la Escuela de Comunidad y me invitaron a participar con ellos. Fue como si el tiempo y el espacio hubieran desaparecido, el miedo a perder las amistades desapareció, me di cuenta de que la belleza de Udine no estaba unida a aquellos rostros concretos, había algo más grande, estaba unida a Cristo, y podría ir a cualquier sitio porque aquella belleza siempre permanecía».

Durante dos años, estudió el doctorado en Valencia, donde surgió una gran amistad con algunas de las personas de la comunidad, «uno de aquellos grandes amigos se convirtió en mi benefactor cuando entré en el seminario, me mantiene mientras esté allí».

Cuando Michele estaba todavía en Udine, un sacerdote de la San Carlo fue a dar un testimonio. «Me conmovió cómo hablaba, no había ni una gota de tristeza por todo aquello que había tenido que dejar. Veía en el una alegría que me llamaba la atención, me fascinaba, yo quería eso en la vida».
El deseo de entrar en la Fraternidad siguió creciendo. Ester, la amiga a través de la cual Michele conoció el movimiento, entró de novicia en los Memores Domini. «La noticia de Ester me impulsó con más fuerza a tomar una decisión, primero por la alegría con la que nos comunicaba su decisión, además de la valentía y de la lealtad que demostraba hacia la realidad. Empecé a hacerme preguntas: ¿pero tú qué quieres?, ¿qué te hace feliz?».

Por fin, Michele comenzó un camino para verificar su vocación. Un amigo sacerdote que le acompañaba en ese momento le dijo: «Empieza a vivir como si fuera seguro que vas a entrar en el seminario, tienes que ser fiel, el Señor responderá».
Finalmente le aceptaron en el seminario, «he descubierto una nueva familia, el Señor me abraza cada día incluso cuando me hace ver mis límites, mis debilidades».

Michele pasa las mañanas en el Meeting en el stand de la Fraternidad, donde tienen una reproducción de un mosaico de Marko Ivan Rupnik (sacerdote jesuita) que narra la historia de la salvación. «Don Massimo lo encargó porque quería que al entrar en la capilla del seminario nos sintiéramos en casa. La casa es el lugar donde hacemos experiencia real de que Dios está presente».