Presentación del Meeting en Roma.

¿El antídoto a la nada? El deseo de los hombres que se encuentran

Il Sussidiario
Emilia Guarnieri

El pasado martes 2 de julio se presentó en Roma el Meeting de Rimini 2013. La explicación del título y el adelanto de algunos temas, entre los que destacan Europa y la libertad religiosa. Para empezar, la inauguración del evento correrá a cargo del primer ministro Letta. Publicamos un fragmento de la intervención de la presidenta del Meeting.

Excelencias, autoridades, amigos, agradezco al profesor Vittadini y a los señores ministros su presencia, que nos honra y nos alegra especialmente, que nos han presentado uno de los acontecimientos y al mismo tiempo uno de los temas centrales del Meeting de este año.

La exposición dedicada a Europa abrirá sus puertas en la jornada inicial de este evento con el presidente del Consejo, Enrico Letta, que a continuación pronunciará el discurso inaugural de la 34ª edición del Meeting. Los temas europeos se abordarán en los días sucesivos con el presidente Schultz, y los ministros Lupi, Delrio y Moavero Milanesi.

La historia de Europa es central desde el punto de vista histórico y cultural, pero también es paradigmática del tema que el Meeting ha elegido este año: “Una emergencia: el hombre”.
De hecho, Europa es el lugar donde hemos asistido al hundimiento de lo humano, en la trágica experiencia de los totalitarismos del siglo XX, pero son los hombres de esta misma Europa lo que, también hoy, aun con sistemas donde las libertades democráticas están garantizadas, siguen corriendo el riesgo de anestesiar y reducir la propia humanidad. Es lo que Pasolini llamaba la gran homologación, lo que Vaclav Havel definía como una enfermedad moral. Decía en Praga, en el famoso discurso de Año nuevo del 90, recién elegido presidente: «Estamos moralmente enfermos, ya que nos hemos acostumbrado a decir una cosa y pensar otra. Hemos aprendido a no creer en nada, a pasar uno del otro, a ocuparnos sólo de nosotros mismos. Los conceptos como amor, amistad, compasión, humildad o perdón han perdido su profundidad».
Estamos en un tiempo de crisis, pero como tantas veces nos ha recordado el presidente Napolitano, tenemos recursos humanos, espirituales y culturales para volver a levantarnos. Sin embargo, lo que con demasiada frecuenta, también en nuestro país, vemos ante nuestros ojos es un aplanamiento de lo humano, una pérdida del deseo, que vemos expresada en el escepticismo de los jóvenes, en la resignada impotencia de muchos adultos, en el clima de miedo, de desconfianza, de indiferencia y de extrañeza que domina las relaciones, en una banalidad vacía, de pequeños intereses, tanto en la egoísta gestión de los intereses más grandes, como también en la violencia insensata de tantos comportamientos.

Sin embargo, el hombre es otra cosa bien distinta, es deseo irreductible, es pasión por el bien y por la verdad, es necesidad de construir, ímpetu de apertura y conocimiento, es gusto por la belleza y la positividad. «Es una batalla – escribía Testori en un editorial de 1978 – donde hay una luz que proteger para que pueda crecer y resistir el impacto que, cada hora, cada día, al ponerse en juego es y será el sentido y el destino mismo del hombre; de su majestad».
Es en esta majestad en lo que el yo consiste y es de esta consistencia de la que también hoy puede nacer la esperanza. Vuelvo a citar a Havel: «la esperanza no proviene del mundo que nos rodea… tras ella está la experiencia humana del propio existir y de la existencia del mundo». Hoy, en la situación de crisis que vivimos, es decisivo saber dónde puede nacer la esperanza. Y la esperanza pertenece a la naturaleza del corazón, al hombre que espera porque existe, como dice Havel.

Muchos, también entre los que estamos aquí presentes, estamos agradecidos a la amistad con don Giussani porque nos ha hecho conscientes y nos ha educado para reconocer razonablemente en la experiencia la presencia de este factor irreductible que él llamaba experiencia elemental, esa suma de exigencias y evidencias que el hombre no se da por sí solo, pero que, si es leal consigo mismo, no puede dejar de reconocer que las tiene, como una «chispa que pone en marcha el motor humano».
No por casualidad también el título del Meeting de este año es una cita de don Giussani. «Una emergencia: el hombre – la cita es del 1988 – …la tarea es despertar la identidad del hombre… y su identidad es una relación absoluta, libre de cualquier determinación… es la relación con el Misterio que lo hace».

Estos ya 34 años que el Meeting lleva tratando de contribuir a la amistad entre los pueblos han sido la documentación imprevista y continua de que es precisamente el deseo del corazón lo que puede hacer que hombres distintos por su fe, su cultura, su pertenencia ética o ideológica, lleguen a ser amigos.
Sin el reconocimiento de que «el otro es un bien para la plenitud de nuestro yo, y no un obstáculo» – como escribía Julián Carrón en La Repubblica el pasado 10 de abril –, que es un bien por el hecho mismo de que existe, porque es portador de los mismos deseos irreductibles que residen en el corazón de todo hombre, sería difícil un diálogo que fuera más allá de una tolerancia genérica, sería como una puerta que se abre por un instante, a la espera de poderse volver a cerrar pronto para custodiar la seguridad del propio particular, de la propia identidad, de los propios intereses.
Por la experiencia que hemos vivido, también gracias al Meeting, nos sentimos alentados y solicitados por el Papa Francisco, por la invitación que nos lanzó en la plaza de San Pedro la noche del 18 de mayo a no «encerrarnos», conscientes de que lo que hoy vivimos «es una crisis del hombre», que hace falta «crear una cultura del encuentro, una cultura de la amistad».

Decía al comienzo que la historia de Europa es paradigmática del título “Una emergencia: el hombre”. Pero también es verdad que la historia pasada y presente de Europa muestra una cultura y una tradición capaces, como señalaba Vittadini en su intervención, de crear las condiciones necesarias para que la diferencia y el cambio puedan vencer, para que lo humano pueda re-emerger. De hecho, existe una emergencia que es como un grito de alarma, pero existe también un emerger que habla de la irreductibilidad del hombre y de su libertad.
Si el deseo es indestructible, si la necesidad de verdad es inextirpable, existe siempre la posibilidad de renacer, de decir “yo” según toda la totalidad de la propia majestad. Los grandes que me he permitido citar, Havel, don Giussani, Pasolini, Testori, han sido maestros al gritar la irreductibilidad del yo y al educarnos para reconocerla, y protagonizarán de varias formas el Meeting de este año.
Como también será protagonista uno de los más inquietos e indómitos buscadores de la verdad que la historia ha conocido, Agustín de Hipona, que interpretado por Sandro Lombardi, subirá al escenario en el espectáculo inaugural.

Desde el primer Meeting en 1980, dedicado a la paz y a los derechos del hombre, siempre hemos intentado mostrar una aparente paradoja que la historia presente y pasada nos documenta: la majestad del hombre no necesita condiciones materiales para ser vivida y experimentada, pero al mismo tiempo quien vive la conciencia de la grandeza del hombre no puede dejar de lanzar un grito incansable para que la paz y la libertad, y en particular la libertad religiosa, sean el punto fundamental de toda sociedad.
Junto a Franco Frattini y el cardenal Tauran, que ya son habituales en el Meeting para abordar estos temas, también hablarán de libertad religiosa Paul Bhatti, Tahani Al Gebali, ex vicepresidente del Tribunal Supremo egipcio, y Azy umardi Azra de la Universidad islámica de Yakarta.
Sobre seguridad y misiones de paz, participarán, junto al ministro Mauro, Maria Bashir, procuradora de la provincia de Herat en Afganistán, el general Portolano y la cabo mayor Monica Contraffatto; como puede verse, se trata de testimonios sobre el terreno. Y para hablarnos de la persecución hemos invitado al obispo de Alepo, en Siria, monseñor Audo.
Hemos querido relacionar el tema de la libertad con el arte, que siempre ofrece documentación y provocación, con la presencia de uno de los grandes maestros del teatro, el director ruso Lev Dodin, con el que dialogaremos sobre “Teatro y libertad”.

El lenguaje del testimonio se privilegia en un lugar como el Meeting, que quiere ser un encuentro real entre hombres y mujeres. Guzmán Carriquiri y el padre Pepe, párroco de Buenos Aires, nos hablarán de esas “periferias” que con tanta frecuencia cita el Papa Francisco.
Escucharemos de nuevo a John Waters, editorialista del Irish times que a partir de su experiencia nos introducirá en el título del Meeting, y a Vladimir Vorobev, rector de la Universidad ortodoxa San Tijon de Moscú, comisario de una exposición-testimonio sobre los mártires rusos del siglo XX.
Tampoco faltarán los grandes temas de las emergencias italianas: las cárceles, con los ministros Cancellieri y Alfano y con Luciano Violante; el trabajo con el ministro Giovannini, la economía con el ministro Zanonato e importantes representantes del mundo empresarial italiano.

Cito ahora algunos hechos de candente actualidad cultural que estarán presentes en el Meeting: en el ámbito científico, los resultados de las dos décadas de investigación del proyecto Planck, en el ámbito jurídico la presentación de un libro que recoge los grandes discursos jurídico-políticos de Benedicto XVI, con la presencia de Joseph Weiler; sobre los sistemas educativos, tendremos la autorizada contribución de Elisabeth King, directora del departamento de educación del Banco Mundial.
Sobre educación, este año el Meeting propone un fragmento de la larga historia de una relación educativa, la de don Giussani con los jóvenes, con la presentación del último libro de don Giussani, encargada a Salvatore Abruzzese.
En un tiempo tan complejo y difícil, lo que esperamos del Meeting de este año es poder contribuir a esta emergencia, ofreciendo el testimonio de quienes, en los lugares y ámbitos más distintos, está experimentando este emerger. Gracias, y nos vemos en el Meeting.