Monjas trapenses en Siria.

«No nos marcharemos»

Il Sussidiario
Paolo Vites

«Sabemos que el Señor no abandona Siria: pedid que recen mucho, pues las lógicas humanas son las que son». La que habla es sor Marta, una de las monjas trapenses que vive en un monasterio en la frontera entre Siria y el Líbano. «Pedid que recen para que haya un diálogo político, porque con las armas no se llegará a nada». Esta hermana ha hablado con el periódico digital italiano Il Sussidiario después de que se hiciera pública la noticia del asesinato de un monje en el convento franciscano de San Antonio de Padua en Ghassanieh, Siria. Sor Marta expresa muy bien con sus palabras la situación de caos sanguinario en la que se encuentra sumido el país. Un grupo de rebeldes islamistas atacó el convento, entró en su interior y robó todo lo que pudo. En el suceso, mataron al padre Francois Mourad, un monje eremita que desde hacía algunos meses vivía alojado en el monasterio franciscano.

Sor Marta, ¿ustedes conocían este monasterio? ¿Está lejos del suyo?
Sí, en el pasado tuvimos ocasión de visitarlo. Se encuentra lejos de Alepo, en dirección al noroeste a una hora y media, en una zona habitada principalmente por cristianos y naturalmente por los padres franciscanos del convento de San Antonio.

¿Cómo recibieron la noticia del atentado?
Por el momento, seguimos recibiendo noticias de forma muy fragmentada. Por otro lado, al padre Francois, el monje asesinado, también le conocíamos. Era un monje que estaba intentando poner en marcha un monasterio de eremitas, contaba con algún joven que le estaba ayudando en esta iniciativa.

La zona de Alepo era una zona mayoritariamente cristiana, pero últimamente muchos cristianos han huido de allí.
Sí, por desgracia han huido casi todos, quedan los padres franciscanos y algunas familias.

Y en la zona donde está su monasterio, ¿cómo está la situación, temen sufrir también ustedes algún ataque?
Afortunadamente, nuestra zona es bastante tranquila, aunque obviamente aquí también hay combates continuos entre los habitantes de los pueblos sunitas y alauitas. Nosotras estamos cerca de la frontera con el Líbano, es una zona de paso de armas y guerrilleros que se dirigen a Homs. Por la noche se oye el rumor de los enfrentamientos donde están los puestos policiales. Hay combates entre los guerrilleros y el ejército, algún golpe se ha producido cerca de nuestro monasterio, pero nada directamente en contra de los cristianos.

Pero el atentado contra el monasterio franciscano demuestra que el resto de Siria está ya fuera de control.
Así es, también nos lo han dicho nuestros amigos de Aleppo: el ejército libre, el que combate a Assad, ya está casi totalmente en manos de los fundamentalistas islámicos. Es una auténtica guerra entre dos ejércitos, hay muchísimas armas de todo tipo: es una guerra total.

Los fundamentalistas han protagonizados ataques indiscriminados.
Ahora está claro quién quiere este tipo de violencia, es una parte evidente que ejercita la violencia. También los sunitas que deseaban un cambio democrático en Siria son ahora víctimas, como los cristianos, de la violencia fundamentalista. Afortunadamente, ahora también la prensa empieza a denunciar esta situación después de dos años de silencio, pero Siria ya está sumida profundamente en la guerra total.

La muerte de este hermano tiene los rasgos del martirio que están viviendo muchos cristianos en Siria: ¿dónde encuentran la fuerza necesaria para resistir? Podrían marcharse en cualquier momento para no arriesgar su vida.
Lo que nos mantiene aquí es la conciencia de estar en manos de Dios, esta conciencia es algo real. Esta dimensión sigue presente en la vida de los cristianos de Siria. Nadie quiere ser un héroe, pero la vida se vive en Dios: la recibimos de Él en lo bueno y en lo malo. Esto es lo que estamos aprendiendo de los sirios y nosotras tratamos de vivirlo con ellos.

Por tanto, no se irán, aunque los islamistas hayan comenzado a atacar los monasterios.
Es comprensible que huyan los que tienen familia, pero nosotros, religiosos, no podemos hacerlo. Esto se ha convertido en nuestra vida, este es nuestro pueblo. Además, para las monjas y monjes la estabilidad es algo importante en la lógica de la Encarnación. Gracias a Dios nuestra comunidad en Italia nos apoya en esto. Y tampoco queremos irnos: estamos con la gente de aquí y providencialmente estamos en una situación mejor que en otros lugares de Siria. Vosotros, en Europa, rezad mucho por nosotros, las lógicas humanas son las que son, pero sabemos que el Señor no abandona Siria. Pedimos muchas oraciones y un diálogo político, porque con las armas no se llegará a nada.