La “gramática común” de islam y cristianismo

Asia News
Bernardo Cervellera

«Irán es el país islámico más secularizado»: a pesar de los ayatolá, los chador y las prédicas violentas en las mezquitas, gracias a las mujeres y a los jóvenes, Irán se está transformando desde dentro, poniendo en crisis la imagen que Occidente tiene de él como un país dominado por la teocracia islámica. Esta es una de las revelaciones más notables del segundo día del encuentro anual del Comité científico de Oasis, la revista fundada por el cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán. El décimo encuentro del Comité, titulado “En la cresta. Cristianos y musulmanes entre secularismo e ideología”.
La jornada del 17 de junio se dedicó sobre todo a un análisis histórico y filosófico sobre el fin del secularismo en Occidente, que ahora llega a su fin. El día siguiente se dieron cita en la Sala Napoleónica junto a la Universidad Estatal varias personalidades musulmanas que abordaron el modo en que la secularización se está desarrollando en sus países, lo que supuso muchas sorpresas.
La primera es la ya mencionada sobre Irán, donde la transformación de la sociedad está teniendo lugar no gracias al embargo ni a las sanciones, ni a una disminución en las pretensiones del poder de los ayatolá, sino por la exigencia de derechos y dignidad por parte de la población, sobre todo los jóvenes y las mujeres. Y entre estos, no sólo chavales en vaqueros o mujeres vestidas con pantalón sino también jóvenes barbudos y mujeres con velo. Así lo afirmó Ramin Jahanbegloo, iraní afincado en Canadá, profesor asociado de Ciencias políticas en la York University de Toronto (Canadá). Son principalmente los jóvenes (el 60% de la población iraní) los que tratan de afirmar una visión laica de la sociedad, enfrentándose a menudo con los controles de la guardia de la revolución. Ellos están haciendo que despierte un sentido del ser iraní que no coincide con el chiísmo político de los teólogos de Jomeini. Sin embargo, no son contrarios a la religión (como un cierto secularismo occidental podría pensar); salvaguardando la dimensión personal religiosa, piden al totalitarismo islámico que dé marcha atrás. Lo mismo sucede con las mujeres, islámicas y laicas, que piden más respeto y más espacio en la sociedad, asociándose y debatiendo en público sobre sus exigencias.
«Los actores iraníes en esta sociedad civil – explica Jahanbegloo – ya no identifican su papel en el compromiso por un fuerte secularismo ideológico, sino para expresar visiones críticas sobre los aspectos anti-democráticos y autoritarios de la política teocrática iraní y de las tradiciones». Todo ello sin poner en discusión las raíces religiosas.
En Irán, por tanto, se está desarrollando el diálogo entre laicidad y religiones que Benedicto XVI tantas veces deseó para Occidente, tanto en Ratisbona como en otros lugares.
También en Marruecos se percibe un camino hacia la secularización que no se ve constreñido por pesadas ideologías anti-religiosas, sino que asume los derechos de la persona y las tradiciones culturales locales como criterio para valorar tanto el secularismo en acto como el islamismo fundamentalista. El profesor Hassan Rachik, de la Universidad Hassan II de Casablanca mostró el viraje hacia la laicidad con la Constitución marroquí – que distingue entre la función de “lugarteniente de los creyentes” y la de jefe del Estado en referencia al rey; con el nacimiento en 1990 del Partido de la Justicia y el Desarrollo, que conservando un trasfondo integrista se mantiene dentro del contexto político y combate el terrorismo islámico.
Pero la serie de sorprendentes revelaciones – que rompen los esquemas a los que los occidentales están habituados, con los binomios secularismo-libertad e islam-oscurantismo – aún no está completa. Entre los invitados a esta reunión estuvo también Sami Angawi, arquitecto de la región del Hejaz (Arabia saudí), que trabaja en la protección del patrimonio arquitectónico de su país. Precisamente él fue quien mostró que la alianza entre islam wahabita y consumismo occidental está llevando a la ruina a muchos lugares religiosos tradicionales, hasta el punto de decir que en Arabia Saudí y en La Meca en particular «el equilibrio se ha roto». Para Angawi, en La Meca el buldócer y el consumismo “pagano (kafir)” hacen las veces de jefes, y la Kaaba, la Piedra santa, se encuentra circundada por «lo peor del mundo pagano»: establecimientos de Starbucks, Kentucky Fried Chicken, las tiendas de Paris Hilton. A su vez, en nombre del desarrollo económico, los buldócer destruyen fuentes consideradas sagradas, y hasta la tumba del quinto hijo de Mahoma.
Al cardenal Scola le tocó sacar las conclusiones de este encuentro, mostrando que entre las personalidades de Oriente y Occidente está creciendo una «gramática común», que está superando los esquemas ideológicos y obliga a encontrar un sitio para las religiones, más allá de la marginación a la que el secularismo occidental las condena y más allá de la defensa guerrillera del islamismo.
El fundador de Oasis subrayó que para ello es importante que cada una de las comunidades mantenga viva su identidad (no aplanándola ni relativizándola, como se propone en Europa), recordando que también forma parte de la identidad la dimensión ecuménica y el diálogo. Pero para evitar la marginación de la sociedad, cristianos y musulmanes están llamados a responder a partir de la fe a las cuestiones que emergen en la vida: la familia, el desempleo, etc… que exigen respuestas no sólo “técnicas” (o seculares), sino eficaces y completas. Sólo así es posible tener esperanza en la convivencia en el mundo.