El encuentro con Fabrice Hadjadj en Como.

«Don y perdón, el combustible de la familia»

Giampaolo Cerri

«El ser de la paternidad nos remite al Ser, a la apertura al otro, al renacer. Por eso la familia será siempre el lugar de la resistencia ante construcciones totalitarias y tecnocráticas». Fabrice Hadjadj, filósofo francés nacido en 1972, director del Instituto Europeo de Estudios Antropológicos de Friburgo, visitó la ciudad de Como (Italia) para hablar de la familia, concretamente de “Ser padres, entre la responsabilidad y la sorpresa”. Una visita que nace de una larga amistad con Erasmo Figini, uno de los fundadores de Cometa (una experiencia de acogida entre varias familias).

«Quiero darle las gracias a Erasmo porque, con su hermano Inocente, me ha mostrado el ejemplo de lo que significa la familia y el ser padre. Si hoy no tengo miedo de ser padre de seis hijos, se lo debo también a ellos», afirmó antes de empezar.
Con Hadjadj intervino también el sociólogo de la Universidad Católica de Milán Mauro Magatti, que habló de “Vínculos familiares: recursos potenciales”. Otros ponentes fueron el obispo de Como, monseñor Diego Coletti, el alcalde, Mario Lucini, y el asesor de Políticas Sociales de la ciudad, Bruno Magatti.
Monseñor Coletti recordó que la familia es un motor que necesita el carburante adecuado. Si te equivocas, se gripa irremediablemente: «La gasolina de la familia es el don y el perdón», dijo citando a san Ambrosio, cuando se refiere al descanso de Dios al séptimo día de la Creación «porque encontró a dos seres humanos a los que perdonar», y citó también al papa Francisco que esa semana había hablado «del pecado como ocasión de Misericordia».
Hadjadj denunció la falta de reflexión «sobre la esencia de la paternidad, que está en el origen de nuestra vida».

Mientras la crisis de la familia llega al tejido social mediante la “cuadratura del círculo”, expresión francesa que indica el sinsentido, del matrimonio homosexual, recientemente introducido en la legislación de su país, él afirmó que esta crisis «ha sido una gracia: era necesario un debate sobre la familia para pararnos a pensar en esta evidencia». Un debate que ha llevado a una batalla en la que se han «invertido los papeles», donde «la Iglesia, templo del espíritu, defiende la carne». De hecho, si alguien pensaba que el sexo era enemigo de la jerarquía, «hoy la Iglesia es la única que puede salvar lo sexual, lo espiritual y lo carnal». En un derrumbamiento singular, los que en los años setenta contestaban a la familia como lugar de «represión de la libido, de la mujer, de los hijos» ahora invocan el matrimonio, es decir, la familia, entre personas del mismo sexo. «La post-modernidad pensaba deshacerse de la familia», observó Hadjadj, y ahora la asimila. Los adversarios de ayer hoy invocan «la familia “para todos”».

A este ataque se responde hablando de la familia «como lugar del amor y de la realización de uno mismo, de la educación», cometiendo así «el error metafísico de no distinguir el ser y el bien». La familia, según Hadjadj, no es sólo el lugar de la transmisión de los valores «sino de la transmisión de la vida y del ser». Y señalar la “perfección” familiar puede resultar una falacia. «Cuando Jesús habla de la familia es para decir que nos traería la espada», recordó Hadjadi. Una de las primeras imágenes de Nazaret nos muestra a María y a José buscando desesperadamente a Jesús, perdido y hallado en el templo. «Y las palabras que pronuncia la Virgen fueron: “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Te buscábamos angustiados”». Buscar angustiados, explicó el filósofo, pertenece «a la esencia del ser padres, porque siempre habrá una dimensión dramática: la familia es el lugar donde las cosas no funcionan». De hecho, la familia “no funciona”, insistió Hadjadj «en el sentido de que es un lugar de vida, de encuentro, y como tal de prueba». Y no sólo eso, «la familia es el lugar de la primera miseria, porque los padres, que nunca han aprendido a serlo, se descubren como autoridad sin tener competencia para ello, y es por tanto el lugar de la primera misericordia, en primer lugar con uno mismo».
Respecto al matrimonio homosexual, el filósofo explicó que es hijo de una transición del concepto de ciudad, propio de la polis aristotélica, al de sociedad, tomado de la economía. «En una sociedad se estipular contratos, no importa el sexo de los contrayentes», señaló. Pero no faltan las contradicciones: la familia pensada de un modo contractual prevé dos hombres o dos mujeres, “el progenitor 1” y el “progenitor 2”, recita la legislación francesa. «Entonces, ¿por qué limitarse?», preguntó provocadoramente, «detenerse en dos significa que estamos bajo la fascinación del dato natural».
Por su parte, del sociólogo Magatti se escucharon palabras de gran sintonía: «La familia es un punto de resistencia frente a la ideología del individualismo o de la técnica, el tecno-nihilismo que nos quiere rendir a todos. Defenderla no es una cuestión moralista, sino de libertad».

Por fortuna, hay una “casa sobre roca”, la que, según los Evangelios, resiste a la tempestad. Así se llama el proyecto de escucha familiar puesto en marcha por la cooperativa El Manto en Como, una iniciativa que ha nacido de la Asociación Cometa.
En un año, ha atendido 659 peticiones, en el 53% de los casos son parejas, pero la otra mitad se corresponde a núcleos monoparentales, mujeres en el 79% de los casos y hombres (21%), siempre solos. Plantean sobre todo dificultades educativas (63%), pero también problemas de pareja (14%), y otros problemas en menor porcentaje. Estas necesidades han sido derivadas a servicios sociales, respuestas psicológicas y redes de bienestar, pero ante todo han supuesto una «ayuda a recuperar las propias fuerzas», explicó Maria Cristina Calle, psicóloga y magistrada del Tribunal de Menores de Milán, responsable científico de este proyecto. «La mayoría de los padres nos presentan casos de jóvenes con problemas de desarrollo, y afrontarlos con nuestros educadores nos ha permitido no inundar a los servicios sociales y sobre todo evitar la etiqueta de la enfermedad psíquica, que puede marcar la vida de un adolescente».