Una vigilia contra la Mariage Pour Tous.

Otra ocasión para decir «yo»

Isabelle Rey-Herme

Queridos amigos, intento contaros lo que está sucediendo en Francia. No estoy segura de que los medios de comunicación europeos, igual que los franceses, estén dando una imagen adecuada y completa.
Como sabéis, el gobierno, que lleva un año en el poder, ha puesto en marcha la promesa del candidato Hollande de abrir el matrimonio y la adopción a las parejas homosexuales. Esta ley se llamó inicialmente Mariage Pour Tous (Matrimonio para todos), tratando de ocultar así el hecho de que incluye también la adopción. Mientras que en los primeros sondeos parecía que una mayoría era favorable a la ley, a medida que el debate se ha ido desarrollando con más precisión, este porcentaje ha ido cayendo y actualmente hay una mayoría que se declara contraria a la adopción por parte de las parejas homosexuales.
Al principio el Estado y los medios ahogaron totalmente el debate. Según ellos, toda Francia estaba unida y entusiasmada por esta ley. Cuando, lentamente y en particular gracias a internet, se hizo evidente que no era así, trataron de decir que los que se oponían eran un puñado de católicos homófobos y fascistas (los tres insultos más graves de nuestra sociedad, que tumban a cualquiera).

La manipulación de la información ha alcanzado niveles impensables en una democracia como la nuestra. Pero no quiero detenerme en esto. La ley se debatió y aprobó en primer lugar en la Asamblea Nacional, y luego en el Senado, donde parece que el voto se desarrolló de un modo un tanto absurdo: en un momento inesperado, a mano alzada, con la participación del presidente de la cámara, que por tradición siempre se abstiene.
Ante el aumento de las protestas, el calendario se aceleró para que el proyecto de ley volviera lo antes posible a la Asamblea Nacional para el voto definitivo, que aprobó la ley el 16 de abril. Ahora está en marcha un recurso ante el Constitucional. Si éste también convalida el texto, será el presidente Hollande quien decida publicar los decretos para la puesta en marcha de la ley, que es lo que parece más probable.
Obviamente, nos llena de dolor y preocupación tanto la ley y las ideologías que la sostienen como la actitud del Estado. Pero si todo esto ha hecho posible lo que estamos viendo nacer, creo que en el fondo ha valido la pena. Justo después de las elecciones, se creó una asociación llamada “La Manif Pour Tous” para tratar de impedir la aprobación de la ley, informando a la gente, poniéndose en contacto con los diputados y con el gobierno, y organizando manifestaciones. Está formada por varios grupos católicos, pero también por asociaciones de homosexuales que se oponen a la ley (que son muchos), asociaciones de izquierdas, musulmanes…

Las primeras manifestaciones en la calle congregaron a más de cien mil personas. Pero el movimiento, a pesar del silencio de los medios, se amplió rápidamente. El 13 de enero se estimó el número de participantes entre 800.000 y 1,2 millones, igual que el 24 de marzo. A partir de estos datos, la prensa empezó a tomar conciencia de lo que sucedía (probablemente sintiéndose también más libre frente a un gobierno que todos critican), y comenzó a informar sobre esta iniciativa y a dar la palabra a los líderes de esta asociación, aunque casi siempre con la intención de ridiculizarlos.
Se está preparando otra gran manifestación para el 26 de mayo. Estas manifestaciones mueven a personas de todo tipo: muchas familias de toda Francia hacen un sacrificio económico, logístico y de energías para desplazarse hasta París y vivir estas manifestaciones como una fiesta pacífica que sorprende a todos, tanto a periodistas como a policías. Entre los distintos testimonios recogidos durante una manifestación local, un homosexual que hasta entonces había militado en la LGBT (Federación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales, organización promotora de la ley, donde uno de sus representantes más famosos es Pierre Bergé, que durante años ha sido pareja del estilista Yves Saint Laurent, uno de los hombres más ricos de Francia, financiador de la campaña electoral de Hollande) dijo que había encontrado en su federación a homosexuales que se oponían a la ley, que había discutido con los manifestantes y que se había sentido comprendido y acogido allí como en ninguna otra parte. Al final había cambiado de idea y de campo de batalla.

Añado un apunte personal: a menudo nos preguntamos en el movimiento por el significado de nuestra presencia aquí, tan pequeña y aparentemente poco fecunda. De nuevo en esta circunstancia, Su victoria no tiene la forma que nos habíamos imaginado (el fracaso de la ley), pero se muestra aún más imprevisible, más humana («Las fuerzas que cambian la historia son las mismas que cambian el corazón del hombre») y potente. Hoy, en este instante, me parece que nuestra tarea al estar aquí es testimoniar lo que vemos: «Lo que nuestros ojos han visto, lo que nuestros oídos han escuchado…».