«Hagamos algo juntos»

Ángel Misut

La Asociación San Ricardo Pampuri surgió como consecuencia de la existencia de una comunidad cristiana viva, que ha sido educada en preguntarse ante cada una de las situaciones que surgen ante nosotros. Desde un primer momento, no ha habido más pretensión que la de tratar de responder a las cosas que suceden en nuestro entorno.
Tanto la existencia de esta comunidad como la de la obra que ha surgido de su educación se han constituido en una presencia claramente identificable en nuestra ciudad.
Después del pasado verano, por ejemplo, entramos en contacto con un grupo de asociaciones de inmigrantes, entre las que se encuentran varias asociaciones evangélicas y una asociación musulmana. Tras varias reuniones en las que siempre se trataba de establecer un procedimiento que regulara nuestra relación, nosotros hemos dado un paso adelante con una propuesta que les ha descolocado, “dejémonos de tanta burocracia y hagamos algo juntos, observémonos en la acción y veamos si realmente somos capaces de compartir algo”.
El reto fue aceptado y como consecuencia del mismo surgió una jornada dedicada al trabajador inmigrante que, bajo el título “El valor de la inmigración”, se desarrolló el pasado 22 de diciembre. Un encuentro con dos presentaciones sobre el título del evento, un festival de música típica de Marruecos, Ecuador, Nigeria y México, y una comida de hermandad a base de platos típicos de los países de origen de todos los participantes.
Por primera vez, este grupo de asociaciones se pusieron juntos a construir algo. Hasta el momento todas sus acciones habían tenido un contenido meramente reivindicativo desde el plano político. La valoración ha sido extraordinariamente positiva y todos reconocen la belleza de que gente tan diferente pueda hacer juntos algo bello.
Pero no podemos olvidarnos de nuestra historia, y tan sólo una semana después, recibimos una invitación para “Quemar un Banco”. Hay que protestar contra los desahucios y el gesto más adecuado es simular que se procede a la quema de una oficina bancaria de papel. Nuestra respuesta fue inmediata: “No nos invitéis a perseguir culpables (para eso está la justicia), invitadnos a socorrer a las víctimas, que para eso siempre estamos dispuestos”.
Nuestra respuesta les descolocó totalmente, y antes de que pudieran reaccionar, se encontraron con una propuesta para constituir una plataforma que solicite a las grandes superficies de nuestra ciudad que nos entreguen toda la comida que envían a destruir, para que la podamos distribuir entre todas las familias que están sufriendo con más dureza la crisis y todo lo que trae consigo. Esperamos tranquilos la respuesta de nuestros nuevos amigos.
Otro ejemplo de la incidencia política en nuestro entorno se ha producido hace un par de semanas. Somos convocados a una reunión en nuestro Ayuntamiento, en la que participan varias asociaciones de acción social. La voluntaria que asistió regresa totalmente conmovida y me da las gracias por enviarla a la reunión. Me cuenta que ante las quejas de algunas de las asociaciones participantes por las restricciones presupuestarias, la persona que dirige la reunión responde resaltando la labor que realiza nuestra asociación. Una labor callada y eficaz que está produciendo unos resultados extraordinarios, a criterio de los Servicios Sociales Municipales.
En nuestro trabajo no buscamos nunca la relevancia política, pero las más de 900 personas que hemos atendido durante 2012 a través de todos nuestros programas, se constituyen en un hecho socialmente relevante en nuestro entorno que, quiérase o no, conlleva consideraciones políticas.