Paul Bhatti.

La luz de Pakistán

Mark Danner

El New York Encounter, este año bajo el lema "Experiencing freedom", abre sus puertas el viernes 18 de enero en el Manhattan Center de New York City. Organizado por el movimiento de Comunión y Liberación y el centro cultural Crossroads, albergará, como en años anteriores, durante tres días conferencias, exposiciones y espectáculos. Paul Bhatti, consejero del primer ministro de Pakistán, participa en el NYE el 19 de enero en un encuentro-testimonio en el que hablará de su hermano Shahbaz, asesinado en marzo de 2011.

Paul Jacob Bhatti, el único ministro cristiano del gobierno de Pakistán, llegó a su cargo de consejero del primer ministro para materias relacionadas con la concordia nacional por circunstancias de lo más imprevisibles. Su hermano, también él católico, Shahbaz Clement Bhatti, fue el primer ministro federal pakistaní para las minorías religiosas desde noviembre de 2008 hasta su asesinato el 2 de marzo de 2011 a causa de sus intervenciones en contra de los abusos de la ley contra la blasfemia.
Su hermano Paul Bhatti era médico y residía en el extranjero, y regresó a Pakistán cuando decidió dejar su carrera para responder a la dramática llamada del gobierno que le pedía cubrir el vacío que había dejado su hermano. Fue así como tomó sobre sus hombros la obra a la que Shahbaz había dedicado su vida, porque «la paz es responsabilidad de todos». En Roma, un mes después del asesinato, Paul declaró que él y su familia, gracias a la fuerza de la fe, podían perdonar al asesino, y añadió: «La persona que le mató no apagó su luz, porque nosotros continuaremos su batalla con fuerza y determinación».
Se pone delante de esta batalla con mansa humildad y afronta la relación entre el islam y el cristianismo poniendo el acento en la educación y el compromiso, con una irreductible esperanza de cambio.

Su intervención en el NYE se centra en la libertad, la responsabilidad y el compromiso político. ¿Hasta qué punto el ejemplo y el sacrificio de su hermano inspiran su acción política?
Estoy profundamente orgullosos de mi hermano, de cómo vivió aquello en lo que creía en su trabajo cotidiano, con una apertura total hacia todas las minorías. Mantuvo activo su compromiso durante toda su vida. Ya no está entre nosotros, pero en cierto sentido sigue aquí porque me ha dejado esta herencia para cumplir su visión y su misión.

Más allá de su conmovedor testimonio, de la esperanza ofrecida por su hermano, como Christian de Chergué, el monje de Tibhirine, en Argelia, que también dio la vida para servir al prójimo, ¿piensa en otras personas que puedan ser fuente de inspiración y esperanza?
Hay muchos musulmanes de igual estatura aquí en Pakistán. Durante su vida y con su labor, Shahbaz creó grupos interconfesionales con personas de credos y tradiciones musulmana, cristiana, budista, sikh e hindú; estos grupos compartían valores comunes basados en el respeto a la dignidad del hombre. Pienso en Cecil Chaundry, capitán y héroe nacional de la aviación pakistaní, conocido por su defensa de la educación y la libertad religiosa. Fue un compañero muy cercano, uno de los co-fundadores de la "All Pakistan Minorities Alliance", creada por Shahbaz.

Como ministro portavoz de las voces de las minorías, sin duda usted tiene una cierta sensibilidad hacia los problemas de las mujeres. Aunque Pakistán tuvo a una mujer como jefe de Estado, los americanos ven que las mujeres, en Pakistán y en otros países islámicos, viven privadas de los derechos fundamentales, oprimidas…
Visto desde fuera, podemos ver por un lado que las mujeres en Pakistán no gozan de los mismos derechos que los hombres y sufren ciertas limitaciones, por otro lado hemos tenido a una mujer democráticamente elegida en dos ocasiones como primera ministra, Benazir Bhutto, lo que significa que la sociedad ha aceptado la posibilidad de una mujer pueda desempeñar este papel. En nuestro Parlamento hay varias mujeres democráticamente elegidas, aceptadas por el pueblo y queridas por sus electores. El trabajo femenino es un modo de testimoniar el cambio, insertándolas en la mayor parte de la sociedad y defendiendo sus derechos fundamentales de igualdad. En Occidente, las mujeres no tienen problemas para expresarse públicamente, no tienen miedo de hacerlo porque la sociedad y la ley se lo permiten. Pero en Pakistán las mujeres que se expresan públicamente y se comprometen en su trabajo corren riesgos con respecto a ciertas ideologías, y sin embargo no tienen miedo. Son ejemplo de un gran coraje y compromiso, y eso es motivo de esperanza para nuestro país.

En los últimos diez años ha crecido en Occidente el miedo a la influencia del islam. ¿Puede explicar cómo es posible que tantas personas se hayan visto atraídas por la violencia? ¿Y cuál es su experiencia con los musulmanes no violentos?
Sin duda hay un horizonte más grande que esperamos que cada vez se haga más visible en Occidente. Hay un elemento extremista y militante que nutre sentimientos anti-occidentales, desarrollados en algunos países de Oriente Medio y en Pakistán, y que ha usado el nombre del islam instrumentalizándolo. Estos grupos violentos no han seguido la vía del verdadero islam. Yo conozco el islam y puedo testimoniar que es una religión pacífica. Me lo ha testimoniado el gran apoyo que recibí a mi vuelta a Pakistán por parte de muchos musulmanes en este país. Pero los militantes influyen en la gente sencilla que no tiene cultura y que por tanto es más susceptible de ser manipulada. En Pakistán se pueden encontrar niveles altísimos de analfabetismo en la población, en algunas áreas llegan al 50-70%. Además, es gente que sufre la pobreza, la falta de perspectivas de futuro y la superpoblación. Muchos por tanto son fácilmente influenciables por las posiciones anti-humanas de unos pocos extremistas, que no son de por sí anti-americanos o anti-occidentales, sino que están en contra de la humanidad, en contra de Pakistán, son anti-sociales. Esta ideología está destruyendo a Pakistán y su sociedad. Pero en mi trabajo siento el apoyo de muchos musulmanes honestos y comprometidos, a veces en mayor medida respecto a los hermanos cristianos que me han apoyado. Todos somos víctimas, es evidente, de una mentalidad específicamente destructiva, soy testigo de ello.

¿Qué alimenta el miedo islámico al humanismo secular occidental, y en qué se puede fundar una estima recíproca?
En primer lugar, debemos considerar que al hablar de Occidente y Pakistán nos referimos a dos mundos totalmente diferentes. Aquí la gente se muere literalmente de pobreza, mientras ve en Occidente una riqueza material mucho mayor y una calidad de vida bien distinta. De ahí nace la convicción de que Occidente se considera a sí mismo mejor que nosotros, y en ciertos casos nos utilice en su provecho. Tomemos el ejemplo de la controvertida región de Cachemira. En Pakistán y en la India existe la convicción de que fueron los ingleses los que crearon voluntariamente esta situación. La gente piensa que a Occidente no le interesa resolver este conflicto porque los propios países occidentales, mientras hablan de paz, venden armas que alimentan de hecho el conflicto. Y respecto a la libertad en Occidente, mis hermanos musulmanes se preguntan si no hay demasiada, como en el caso de los matrimonios homosexuales, y observan con preocupación cómo los pueblos occidentales están olvidando la fe en Dios y su propia tradición religiosa, cosa que lleva a muchos problemas sociales, tanto en Europa como en Pakistán. Pero también, respecto a los musulmanes cultos, vemos que hay una actitud benévola y respetuosa frente a los cristianos que, además de su fe en Jesús, comparten los valores comunes. El islam no está completo sin Jesús, y nosotros cristianos debemos respetar a los musulmanes porque ciertamente hay muchas enseñanzas bíblicas presentes en el islam.

Un elemento clave de su trabajo en el Parlamento es la idea de compromiso. El Papa Benedicto XVI, en varios de sus discursos dirigidos a los musulmanes, ha repetido muchas veces que la razón del hombre tiene una perspectiva amplísima y que adquiere todo su valor en la fe. En el diálogo cultural, ¿es posible plantear este desafío de vivir según el potencial de la razón, sobre todo considerando en particular el importante papel de la sharía, la ley religiosa, como fuerza guía del islam?
Algunos en el mundo islámico temen que, si no seguimos las enseñanzas de la sharía, las fuerzas de Occidente prevalecerán sobre ellos y sobre su sociedad. Otros sencillamente siguen los valores de la tradición y no han tenido acceso al mundo moderno ni a la noción de diversidad. Pero no todos los musulmanes ven la ley de la sharía del mismo modo. En 1995 se planteó la cuestión de si la sharía debe ser el elemento fundamental de la ley pakistaní, y el 80% de la población se opuso. Ha sido sólo en los cinco últimos años cuando los partidos políticos de matriz religiosa han empezado a prevalecer en Pakistán. Pero no ha sido así en la mayor parte de nuestra historia, desde la independencia. Casi siempre, los partidos de matriz religiosa han conquistado uno o dos escaños del Parlamento. La mayor parte de los pakistaníes no desean apoyar a los partidos religiosos y tratan de poner freno a esta hipótesis. Considerando las relaciones entre musulmanes y cristianos, en la historia de la India y Pakistán, ambas religiones han vivido en paz sin tensiones, y han compartido sus valores comunes en este sub-continente. Ha sido verdaderamente una sociedad multi-cultural y multi-religiosa – incluyendo el hinduismo, el budismo y el culto sikh – la que ha arraigado en estas regiones. En ninguna otra parte del mundo se pueden encontrar tantos lugares religiosos como en el sub-continente indio: templos, mezquitas, gurdwaras… Todos han convivido en paz y con respeto recíproco a sus culturas y religiones, honrando los valores humanos.
Con la promoción del diálogo interreligioso, superaremos seguramente las divisiones actuales. En la Constitución pakistaní no hay espacio para ningún tipo de discriminación ni organización intolerante. Mi hermano estaba convencido de que el único modo de proceder era vivir juntos en la diversidad. Y esta era también la visión de nuestro padre fundador, Muhammad Ali Jinnah.

Usted comenzó su acción de gobierno con una oferta unilateral de perdón declarando también que “la paz es una responsabilidad de todos”. ¿Cómo puede Estados Unidos promover el fortalecimiento de la sociedad civil en los países islámicos?
El mayor problema en Pakistán es la educación. Necesitamos una educación mejor sobre todo en la parte septentrional del país, donde el extremismo y la violencia sectaria han hundido sus raíces. En estas áreas, la gran mayoría de la población es analfabeta y las únicas escuelas son las madrasse (escuelas religiosas islámicas), donde ni siquiera los maestros tienen una cultura adecuada.
Occidente debería actuar para ayudar a Pakistán a construir un buen sistema educativo y ofrecer apoyo económico, creando nuevas oportunidades de trabajo y compromiso social. En la situación actual, se está luchando contra el terrorismo y algunos ataques producen muertos, lo cual ofrece a la opinión pública de Occidente una imagen muy mala. En mi trabajo intento promover la educación en Pakistán y apoyar a los más marginados de la sociedad. Trato de crear oportunidades que favorezcan la tolerancia, la armonía entre religiones y el diálogo bastado en las relaciones. Debemos trabajar por esto, honrando y respetando los valores de unos y otros, y la dignidad del hombre.