Wael Farouq.

Farouq: «El régimen no ha cambiado, el pueblo sí»

Luca Fiore

Los analistas internacionales hace tiempo que han dejado de creer en ello. Sin embargo, el profesor Wael Farouq sigue pensando que la Primavera árabe aún está en marcha. Y que Egipto no está llamado a ser un país donde «se vivía mejor cuando estaba peor». Su análisis sobre las últimas protestas, que llenan de gente las plazas egipcias desde hace una semana, parte de parámetros diferentes. Su vara de medir no es la política de los partidos, sino la fuerza del deseo de las personas.

¿Qué lectura hace usted de la situación actual?
Lo que está sucediendo es la prueba de que lo que está cambiando en Egipto no es el régimen, sino el pueblo, las personas. Se trata de un cambio profundo. Muchos observadores occidentales sostienen que el país está tomando la deriva de Irán o Paquistán. Pero no es verdad, porque el pueblo egipcio hoy es distinto del que era antes de la revolución. En 2011 hubo una revolución contra el régimen de Mubarak. A mediados de 2012 la gente se manifestó contra el Consejo militar. Hoy el pueblo vuelve a salir a la plaza para oponerse a los islamistas. Esto antes era impensable.

Los Hermanos Musulmanes también tienen muchos seguidores, no es casual que hayan ganado las elecciones democráticas.
Sí, son el único poder organizado sobre el terreno. Pero debemos empezar a pensar en términos diferentes sobre lo que está sucediendo en Oriente Medio. El mundo ha cambiado: los valores, la comunicación, las relaciones entre las personas... Las manifestaciones de estos días son prueba de ello. El ejército y los Hermanos Musulmanes han gobernado el país durante dos años. Sin embargo, a pesar de las diversas medidas y disposiciones que han aprobado, la gente se ha dado cuenta de que el presidente Morsi está llevando al país atrás en el tiempo. Hoy, en el pueblo de Egipto, existe una profunda conciencia política, imposible de encontrar en otro lugar. Debemos dejar de mirar a Egipto en términos de poder y debemos empezar a pensar en la perspectiva de la persona. En el poder de la persona. Lo que estamos viendo es que el “poder de las personas” es mucho más fuerte que las “personas de poder”.

¿Qué significa eso?
¿Los islamistas han tomado el poder? Sí, pero en el momento en que empiezan a llevar al país hacia una dictadura, el pueblo se opone y las plazas se llenan. Hoy, el único peligro que Egipto debe afrontar es la crisis económica. Los vientos que sacudieron con fuerza al brutal régimen de Mubarak y mandaron a casa a los líderes del ejército, se enfrentan hoy al abuso de la religión por parte de los islamistas. Esta es una indicación fundamental de cara al futuro.

¿Morsi ha dado un paso en falso?
Si uno asume al mismo tiempo el poder ejecutivo, legislativo y judicial, nos encontramos ante una dictadura. No hay otra definición.

Dice que se trata de una medida temporal.
Ese discurso no se sostiene. En primer lugar, porque el mal no puede ser un bien por el solo hecho de que “es temporal”. El mal es mal, durante un mes, un día o una hora. El mal es mal. Eso lo primero. Segundo: dicen que el procurador general ha sido alejado porque la presencia de representantes del antiguo régimen obstaculiza las reformas que el presidente quiere llevar a cabo. Pero es completamente falso. Hay trece ministros del Gobierno actual que pertenecían al régimen de Mubarak. Son hombres de la segunda línea del viejo ejecutivo, habituados a trabajar con la dictadura y que participaron en el proyecto de transferir el poder al hijo de Mubarak. Pienso en el ministro de Interior, el de Economía...

¿Por qué los Hermanos Musulmanes los necesitan?
No tienen personalidades cualificadas para gobernar un país tan grande como Egipto. Durante dieciocho años han tratado con el régimen entre bastidores, pero no están acostumbrados a trabajar bajo los focos. Su estructura no está adaptada a la vida política normal de un país democrático. Por eso necesitan reciclar a personas del antiguo régimen.

Pero la estructura del Estado no ha cambiado.
Lo que ha hecho que la gente volviera a las plazas es que Morsi haya vuelto a introducir todos los instrumentos de la dictadura de Mubarak: el ministerio de Interior funciona del mismo modo, la policía secreta ha vuelto a actuar, los manifestantes son secuestrados y torturados. A veces asesinados.

¿No hay esperanza ni siquiera en aras de una nueva Constitución?
Quienes trabajan en ello son un grupo de ignorantes que niegan los derechos humanos de base de las minorías y de las mujeres. Están trabajando para fijar las condiciones legislativas para que los Hermanos Musulmanes sigan en el poder para siempre. Y los políticos occidentales, particularmente los americanos, siguen apoyándoles.

¿Por qué?
Porque sólo con ellos es posible llegar a un acuerdo. Como con Israel, aunque sea a cambio de una paz falsa. En el otro bando, el liberal, no hay nadie que mantenga un liderazgo real. La gente que está saliendo estos días a la calle lo hace libremente, sin que nadie se lo sugiera. No hay nadie que tenga el poder para hacer que estas personas vuelvan a su casa. Los Hermanos Musulmanes, sin embargo, pueden llevar a la plaza autobuses llenos de gente. Y cuando no es necesario, ordenan que las protestas se detengan. Personajes como El Baradei querrían representar el frente de las protestas democráticas, pero no tienen un seguimiento comparable con el de los islamistas. La plaza no tiene ideología, el 65 por ciento de los egipcios tiene menos de treinta años. Los cinco manifestantes que han muerto en los últimos días tenían menos de veinticinco. Estos jóvenes se manifiestan por sus propios derechos, no a favor del liderazgo de nadie.

¿Qué les mantiene unidos?
El deseo de ser libres y los valores nobles que unen a la humanidad. Estos son invencibles, nadie puede acabar con el deseo de libertad y nadie puede derrotar a los valores humanos, nadie puede comprometerse a eso. Lo que yo veo es que algo está creciendo. Estos jóvenes también están empezando a organizarse. Veremos qué sucede. Todavía es pronto para hacer previsiones.