El cartel de la entrada.

Construimos catedrales también en 2012

El Meeting de Villavicencio
Adriana Vargas

“El trabajo, expresión creativa del hombre libre” fue el título y la experiencia que se vivió en Encuentros Villavicencio 2012, el pasado 3 y 4 de noviembre, en la Cámara de Comercio de esta ciudad colombiana; cuya provocación fue la de entender cómo una postura adecuada sobre el trabajo permite al hombre de hoy afrontar las circunstancias de una manera diferente, sin depender del éxito o del fracaso, descubriendo que la humanidad florece en el trabajo cuando se tiene certeza de la finalidad por lo que uno hace y vive.

¿Cómo puede el hombre ser más humano en el trabajo? ¿Has pensado en un trabajo que te haga plenamente humano? Fueron algunos de los desafíos que lanzó Monseñor Óscar Urbina, arzobispo de la Diócesis de Villavicencio, presidente de la Comisión Episcopal para la Pastoral de la Evangelización de la Cultura y la Educación, en su presentación del acto inaugural, donde expuso pasajes de la encíclica Laborem Exercens, del Papa Juan Pablo II, propiciando la reflexión sobre cómo la persona puede cambiar con su trabajo, ser más hombre, sobre el trabajo como fuente de realización de la exigencia de felicidad y sobre la necesidad de luchar por la dignidad de los derechos del trabajador.

Monseñor Urbina, con su sencillez y espontaneidad, compartió su experiencia de trabajar por Otro que lo mueve y reclama en los lugares más apartados o viajar por el río durante largas horas para visitar a los que tienen sed de justicia y paz, y planteó al finalizar su intervención el gran desafío en Villavicencio, que es el mismo para todos: “Necesitamos desear, crear y construir una nueva cultura del trabajo en nuestra región”.
Proceso en el que colabora Encuentros Villavicencio desde hace tres años, al dinamizar la cultura regional y que “comenzó con un pequeño grupo de amigos empresarios que experimentan el deseo de proponer a la ciudad un lugar para la amistad, donde se puede entablar un diálogo sobre temas comunes que interesan al corazón del hombre, como la educación, la cultura, la familia, la solidaridad, el bien común, entre otros”. De ahí que el comité organizador, con asombro, observando atentos la crisis económica por la que atraviesa Europa, se preguntara: “¿Qué tiene que ver la crisis económica mundial con las grandes transformaciones económicas que estamos viendo en nuestra región de los llanos orientales?... ¿Acaso no son opuestas? ¿Qué tienen en común?”.

El significado del trabajo
Partiendo de las anteriores inquietudes, se fue al fondo de la realidad y se desarrolló la exposición “El trabajo y el ideal: El Campanario de Giotto”, cuya presentación estuvo a cargo del Padre Giovanni Paccosi, coordinador del Departamento de Antropología y Teología de la Universidad Católica Sede Sapientiae en Perú, quien al presentar la muestra nos hizo contemplar la belleza y el valor extraordinario de las esculturas de la Catedral de Florencia, Italia, transportándonos a la Edad Media, «donde la concepción cristiana del trabajo (como actividad “divina” que completa la actividad creadora de Dios) se vuelve la forma normal con la cual el hombre actúa en la realidad, esto gracias a la labor cotidiana de los monjes, su amor por el trabajo y ante todo por la vida».
Tras su presentación, quedó claro que no basta trabajar por un salario, sino por Algo más grande, que el juicio no era finalizar lo más pronto posible sino hacerlo bien, la importancia del espacio en el que se trabaja como espejo de la valoración de lo que se hace y la razón por la que se vive, el reto de llevar al hombre a la dignidad de su Creador a su imagen, el trabajo como el modo con que el hombre continúa la obra de Dios, el buscar siempre la belleza en lo que se hace y el bien común.

Tu trabajo es una obra
La Edad Media en América Latina no existió, pero con el descubrimiento muchas de las tradiciones de este periodo fueron inculcadas en la Región de los Llanos por los Jesuitas que llegaron a evangelizar. Por ello, el Foro “Tu trabajo es una Obra” se basó en la urgencia de entender el trabajo no como una actividad de esclavos sino como la expresión creativa del hombre libre. En él participaron Soraya Yunda, artista plástica y autora del documental A Villavicencio o al Cielo, y Pedro Nel Suárez, testigo directo de este trabajo, quienes mostraron cómo en el trabajo de los llaneros que transportaban el ganado desde Arauca hasta Villavicencio era evidente este significado.
También se mostró otro ejemplo de trabajo con “La construcción del Monumento a Cristo Rey en Villavicencio”, descrita por Óscar Pabón, comunicador social comunitario, investigador de la historia y la cultura regional. Un trabajo comunitario realizado por los habitantes de Villavicencio entre los años 1948 y 1949 motivado por la violencia en Colombia, idea del sacerdote Eliseo Achury, quien fue párroco del municipio, con el fin de pedir por la paz en la región.

Testigos y protagonistas
En esta tercera edición, Encuentros Villavicencio 2012 se propuso como el Festival de la Cultura y la Familia, donde los participantes disfrutaron de momentos educativos, culturales y variada recreación para los niños, además de una deliciosa oferta gastronómica en la que el plato principal fue el protagonista de la familia, como el caso de “Carmencita”, quien con su madre, hermanos, primos y sobrinos testimoniaron, con su entrega y servicio voluntario, el gusto por el bien de todos.
De igual manera, el grupo de danzas de la Casa de la Cultura de Cumaral Meta, pequeños gigantes que desde el baile y sus historias nos enseñaron que para aprender hay que seguir y persistir, como el caso de una de las asistentes que con sus 4 años de edad, sin haber recibido clases de Joropo, se arriesgaban a bailar demostrando que se aprende mirando a otro; así nos acontece en este camino que estamos haciendo, el de seguir a Cristo a través de esta Obra. Renata, en una representación infantil sobre “La aventura comienza” que se desarrollaba paralelo a toda la programación, comenta: «Yo aprendí que para construir una gran Obra se necesita del apoyo de mucha gente, solos no podemos».
Al ritmo de la libertad que sólo la música, al vivirla, alcanza a transmitir, con gran conmoción y dejando escapar entre los asistentes algunas lágrimas de alegría, culminó el festival con la presentación majestuosa y extraordinaria del tenor Guillermo Pardo, junto a su querida esposa e hijos; quien ha tenido la oportunidad de cantarle al Papa y recientemente, después de vivir 10 años en Italia, se están radicando en la tierra llanera y nos deleitaron con el recital “El canto en el trabajo y el trabajo en el canto”.
Encuentros Villavicencio es de todos. Justamente, el trabajo de 120 voluntarios provenientes de Bogotá, Cartagena, Cartago, Manizales, Medellín, Perú, Italia, Portugal, que organizaron por etapas el manejo, montaje y desmontaje del festival, evidenció un testimonio vivo de cómo la gratuidad es un valor posible y hoy podemos comprobar «la belleza de la gente que ofrecen libremente su trabajo con el fin de vivir la experiencia de verdad y dar testimonio de ella», tal como nos cuenta Camila Leyton: «este trabajo en el que me he ofrecido como voluntaria no sólo ha sido un hecho para encontrar mi vocación si no también para aprender a hacer mi trabajo, por una pasión, por un ideal».
Como conclusión, Melquisedec Valero Melco, presidente de la Fundación Encuentros, se dirigió a todos, resaltando una vez más que «la amistad crece cuando uno se implica y en la medida en que uno se adhiere a una Obra pertenece más, de igual manera hay aspectos por mejorar pero lo importante es que estamos creciendo juntos, somos un pueblo que camina y Le sigue, eso es lo importante». Sandra Valero, su hija y directora ejecutiva de la Fundación Encuentros, añade: «Nuestra catedral es Encuentros Villavicencio y no nos debe preocupar si somos pocos o muchos; lo esencial es que tengamos nuestra consistencia en Él, que construye y lo hace todo, tal vez dentro de muchos años sean otros los que contemplen la belleza de Su creación».

Lee la carta de una de las voluntarias