Salman Shaikh.

«Los cristianos deben salir de su papel marginal en Oriente Medio»

Il Sussidiario
Pietro Vernizzi

«No existen atajos para garantizar la seguridad de los cristianos en el futuro en Siria y en todo el mundo árabe. Todas las comunidades, incluidas las iglesias católicas y ortodoxas, deben participar activamente en la construcción del nuevo sistema después de Assad. Si alguien quedara al margen, el diálogo se haría impracticable». Son palabras de Salman Shaikh, director del Brookings Doha Center, un think tank de Qatar dedicado a la mediación de conflictos en Oriente Medio. Shaikh no sólo es un brillante intelectual, sino que ha jugado un papel político de primera importancia en las cuestiones más delicadas de los últimos acontemientos en el mundo árabe por parte de las Naciones Unidas y del emir de Qatar. Se encuentra en el Meeting de Rimini, donde ha participado en una mesa redonda.

Los rebeldes sirios han dejado caer en el vacío la invitación del Papa para silenciar las armas y dar paso al diálogo. ¿Cómo valora su actitud?
Para empezar, me gustaría entender mejor si el Papa se refiere al diálogo con el régimen o al diálogo entre las distintas comunidades religiosas presentes en Siria. Es evidente que Assad no tiene voluntad alguna de dar paso ni a un auténtico diálogo, ni a un régimen genuino, ni a una transición. La política del gobierno sirio sólo se basa en la intimidación y, en la medida en que esta no funciona, en la fuerza. Mientras usted y yo estamos charlando, el régimen está bombardenado a los rebeldes con carros armados y aviones. Evidentemente, este no es el lenguaje del diálogo. Si Assad de verdad lo hubiera querido, habría podido preparar un proceso real de diálogo que habría podido llevar a su vez a una transición democrática.

¿Está cerca la caída de Assad?
Alrededor del presidente sólo queda el núcleo duro de los que le apoyan. Las deserciones en el ejército y en el cuerpo político y diplomático hacen que el régimen se esté descomponiendo. A su lado sólo siguen las principales familias que dessde siempre apoyan a Assad. No me atrevo a hacer previsiones exactas, pero no creo que dure más de pocos meses. Es posible que de un momento a otro, los miembros de su familia le abandonen o se alisten en el Ejército Sirio de Liberación, como ya ha sucedido recientemente. Lo único seguro es que estamos viviendo un periodo muy peligroso y es responsabilidad de la comunidad internacional, así como de todos los sirios, trabajar juntos para acortar lo más posible la vida del régimen.

¿La caída de Assad facilitará el diálogo entre las distintas religiones?
El diálogo interreligioso debe ser un proceso a través del cual se pueda construir una visión unitaria que comprenda a todas las comunidades sirias. No existen atajos posibles, hace falta la participación de los elementos de la oposición y de todos los que se encuentran al margen.

¿Piensa en alguien en particular?
Me refiero sobre todo a las comunidades cristianas. Todos, incluidas estas últimas, deben ponerse de acuerdo por lo que respecta al periodo de transición y a cómo deberá ser el nuevo Estado sirio. El miedo de los cristianos es comprensible, pero mantengo que ha llegado el momento en el que ellos también deben ocupar un puesto en la nueva Siria.

La financición de las revueltas árabes corre a cargo de los países wahabíes, Arabia Saudita y Qatar, de donde proceden también los predicadores que animan al odio anticristiano...
Es innegable que todo lo que está sucediendo tiene una dimensión sectaria, y es evidente sobre todo en Siria. Las rivalidades entre sunitas y chiítas, como sucedió en Iraq, se están concentrando en Siria y se ve una contraposición entre, por un lado, Arabia Saudita y los países del Golfo, y por otro las ambiciones hegemónicas de Irán. Sin embargo, no se trata de un “proyecto wahabita”, la situación es más compleja.

¿En qué sentido?
Para muchos países, la Primavera árabe ha sido un shock. En Oriente Medio se ha creado un nuevo orden, y Arabia Saudita se encuentra en las condiciones de tener que recuperar el retraso acumulado. Lo mismo ha sucedido con Estados Unidos y Europa. Otros países, por el contrario, han visto en lo que ha sucedido una oportunidad para perseguir sus propios intereses. Es el clásico caso de Qatar, que desde el principio apoyó la revolución en Túnez, Libia, Egipto y ahora en Siria. Arabia Saudita y Qatar, aun siendo ambos wahabitas, han tenido dos reacciones muy diferentes.

¿Cómo explica que, desde que empezó la Primavera árabe, haya cada vez más salafitas?
Los salafitas se caracterizan por su lenguaje puritano y fundamentalista, y es probable que con la prolongación de la crisis siria, su popularidad crezca posteriormente. Estos movimientos islamistas están convencidos de que tienen la solución justa para todos los problemas, y su popularidad en esta fase puede crecer. Será interesante ver si son capaces de seguir acumulando adhesiones en los próximos cinco o diez años. Yo lo dudo profundamente, y me parece que lo más probable es que el movimiento salafita se descomponga en numerosos fragmentos.

Mientras tanto en Egipto hemos asistido a la victoria de los Hermanos Musulmanes.
Permítame una corrección. En Egipto hemos asistido a una victoria del poder del pueblo contra el viejo y decadente liderazgo de Mubarak, apoyado por el ejército. Los Hermanos Musulmanes han emergido porque no se les considera corruptos, como al régimen anterior, y se les ve más cercanos a la gente común.

¿Llegarán a realizar una verdadera transformación democrática?
Creo que no. La primera misión que tienen los Hermanos Musulmanes es realizar una democracia liberal completa. Sin embargo, si los partidos islamistas se concentran en las batallas sociales y culturales, dejando a un lado el papel de las mujeres y las minorías religiosas, empezarán a perder su popularidad. La gran mayoría de los egipcios que esperan un cambio no tienen en mente necesariamente ni un Estado islámico ni uno laico.

¿Qué es entonces lo que quieren?
Todo lo que quieren es un Estado eficiente, capaz de desarrollar mejor los servicios esenciales, luchar contra la pobreza, ofrecer una educación a sus hijos, exactamente como en Occidente. Estos deberían ser también los objetivos de quien sube al poder, y ahora los Hermanos Musulmanes tienen esa responsabilidad. En segundo lugar, el desafío para Libertad y Justicia es el de convertirse en un verdadero partido nacional, según el modelo de la mayoría de los partidos europeos. Habrá quien busque una base electoral más amplia que el núcleo duro de quienes les apoyan, y veremos si están a la altura del desafío que les espera.