La Partícula de Dios es sólo el principio...

Francesca Mortaro

«El bosón de Higgs existe». En el auditorio del CERN en Ginebra, los físicos Fabiola Gianotti y Joe Incandela han declarado públicamente el éxito de sus experimentos. La “partícula de Dios” era una hipótesis que planteó el científico británico Peter Higgs en 1964. Se trata de una partículo capaz de asignar el valor de la masa a todas las demás. Hoy, después de años de investigación, nos enfrentamos a un gran descubrimiento. «Es un paso importantísimo para la física», explica Lucio Rossi, físico del Cern, «porque la masa es una característica fundamental de todas las cosas, de la vida».

¿Qué datos se han dado a conocer ahora?
Los resultados de los de los experimentos ATLAS y CMS, que son los nombres de dos detectores independientes que son como los “grandes ojos” que, a través de la luz y la colisión de partículos producida por un instrumento muy potente (el superacelerador de partículas LHC), han podido avistar y confirmar la presencia del bosón de Higgs. Ha sido un camino largo y complicado, con muchas comprobaciones, pero es así como se llega a la verdad.

Pero lo que se ha visto no es el bosón, sino sus “huellas”...
En física, casi nada se puede ver directamente, sino sólo de un modo indirecto. Sin embargo, se puede llegar igualmente al conocimiento uniendo todos los razonamientos y signos que se obtienen. La certeza a través de este método es matemática, se puede confirmar. También se puede conocer indirectamente. En ciencia se procede así. De hecho, aunque hace sólo un par de semanas no se sabía con seguridad lo que se sabe hoy, esta semana hemos llegado a la certeza de ello. En física, un descubrimiento se decreta como válico cuando el margen de incertidumbre es muy pequeño, es decir, cuando se supera el umbral “5 sigma”. Esto significa que estamos delante de un nuevo descubrimiento.

Pero entonces, ¿qué significa que la presencia de la partícula está asegurada al 99,99005%, y no al 100%? ¿No es este un margen de incertidumbre?
No basta el 90% para cantar victoria, porque es fácil confundir luciérnagas con lámparas. Pero hoy estamos seguros. En 2011 declaramos haber visto algo, pero era como una visión desenfocada. Ahora lo vemos claro y estamos seguros de lo que tenemos delante. Ese “margen de incertidumbre” se debe al hecho de que algunas características del bosón son imprevisibles.

¿En qué sentido?
Esto es lo más intrigante de los datos que se acaban de hacer oficiales. Que la partícula no es exactamente como se esperaba, es la demostración que la realidad nos excede, nos desborda, va más allá de lo que imaginamos. Como todo descubrimiento, este tampoco “cierra” sino que abre otra incógnita aún mayor. Encontrar el bosón y estas características inesperadas es sólo la punta del iceberg. Debajo podrían esconderse muchas otras partículas que habría que estudiar. Por ejemplo, podemos estar delante del primer signo de la existencia de las “supersimetrías” y, si así fuera, tendríamos la primera explicación sólida de la “materia oscura”, que por desgracia aún no sabemos definir. No estamos seguros de esto, pero nuestra tarea es hacer hablar a la realidad. Debemos verificar y obedecer, no quedarnos en nuestras teorías, por bellas y fascinantes que sean.

En esta “obediencia” a la realidad, ¿cuál es el papel del científico?
El análisis que se acaba de presentar es muy complejo y los signos son siempre unívocos: hay un margen de interpretación por parte del sujeto. Al final, nada puede sustituir la inteligencia de los físicos que encuentran los modelos y los métodos con que interpretar los signos. Depende de la inteligencia y de cómo uno toma en serio los datos y los sabe interpretar adecuadamente. El signo está, pero es muy importante la voluntad, la libertad y la inteligencia del sujeto para poderlo ver. La interpretación es un largo trabajo de verificación. Esto me ha impresionado mucho en el caso de este descubrimiento, pues Gianotti e Incandela han mostrado dos caminos independientes a través de los cuales han llegado al mismo resultado. Se ve en acto la fantasía de cada uno. La creatividad del científico es fundamental: seguir un camino y no otro es una decisión del individuo, no es algo matemático. Va más allá de cualquier cálculo.