Oasis y Túnez, la provocación mutua sobre fe y libertad

Oasis
Maria Laura Conte

Moncef Marzuki, presidente de la República Tunecina después de la revolución, elegido por la nueva Asamblea Constituyente, sorprendió a quien lo escuchaba por la agudeza con la cual se adentraba en el entramado más profundo de la cuestión planteada: “La religión en una sociedad en transición. Cómo Túnez interpela a Occidente”. Sin vacilación ni ambigüedad, Marzuki, frente a la cincuentena de personas provenientes de Oriente Medio, Extremo Oriente y Europa, expresó la necesidad para un Estado democrático de reconocer la libertad de conciencia: “El desafío que ahora afrontamos –declaró- ya no concierne sólo al problema del diálogo entre las religiones o civilizaciones, ni de la protección paternalista de las minorías religiosas de parte de un Estado autoritario. No se debe pensar en el problema de la libertad religiosa separadamente de la cuestión de la ciudadanía y, por tanto, de la democracia y del conjunto de sus valores y mecanismos”. Todos, según Marzuki, están invitados a participar en el debate de construcción de una nueva República Tunecina, independientemente de su pertenencia religiosa: “Frente a las dificultades que crean los miedos, las incomprensiones y la extrema tensión nerviosa que caracteriza los períodos de transición -afirmó Marzuki- es preciso fijarse una meta. Si es necesario defender la libertad de conciencia es porque esta es el fundamento de un tipo de pertenencia moderna, que es la ciudadanía. Hoy la pertenencia religiosa funda la pertenencia a una comunidad de fe y no la pertenencia a la comunidad nacional. Se puede ser ciudadano tunecino siendo musulmán, cristiano, judío o ateo”.
Aunque más de uno de los cristianos presentes provenientes de Oriente Medio no escondió la sorpresa que le suscitaba oír pronunciar esta afirmación sobre la libertad de conciencia -que supera ampliándola la libertad de culto- de parte del presidente de un país de mayoría musulmana, todos se percataron de que Marzuki retomaba y había hecho suyos algunos de los puntos clave de la intervención del cardenal Angelo Scola, arzobispo de Milán y presidente de Oasis, que se leyó el día antes de la apertura los trabajos. En su introducción el cardenal trazó el recorrido de Oasis desde su fundación hasta hoy: “El punto originario de toda nuestra empresa –explicó Scola- es explorar las dimensiones de la vida cristiana, a través de la confrontación entre las distintas modalidades expresivas que esta asume, ofreciendo donde es posible un sostén de tipo cultural a aquellas a las que más les cuesta. Sin embargo, en esta idea inicial ya estaba contenida in nuce la sucesiva apertura hacia los creyentes musulmanes. El modo de vivir la propia fe, de hecho, no puede prescindir de la consideración del contexto en el cual se sitúa. Lo cual, aplicado a Oriente Medio, significa: no es posible separar las minorías cristianas de las sociedades musulmanas en las que viven. Creo que esta es una de las razones profundas por las cuales el diálogo entre los creyentes no se puede limitar a una «elección estacional o estratégica», sino que representa «una necesidad vital», para retomar las palabras de Benedicto XVI en Colonia”. Pero la “fase dos” del encuentro con las sociedades musulmanas ha llevado implícitamente a una “fase tres”: cómo los países en los cuales han tenido lugar las revoluciones interpelan a Occidente. De hecho, ahora Oasis, movida por las circunstancias históricas, está verificando que sobre la crisis actual, por ejemplo, cristianos y musulmanes de todas las latitudes se pueden iluminar mutuamente.
En su texto de apertura el cardenal analizó los factores de la crisis en Occidente, que se presenta como crisis del carácter universal de una religión, o mejor de la interpretación cultural predominante que esta había logrado a lo largo del Medievo, y mostró que precisamente la presencia musulmana está recordando a Occidente que, en cambio, la cuestión del carácter universal, y en particular del carácter universal religioso, sigue siendo central. Pero si bien “el Islam interpela a revisar el modelo que Occidente ha elaborado, sin renegar por ello de las indudables conquistas en términos de convivencia civil” -subrayó Scola- “está claro que vale también el proceso inverso, puesto que el Islam, según dicen muchos de sus pensadores, está llamado a pensar de modo nuevo el tema de la libertad. En la experiencia ardua de la relación que el Cristianismo ha instaurado con la modernidad política, entre rechazo, ilusión del pasado y asunción crítica de las instancias positivas, se pueden encontrar elementos útiles también para los pueblos musulmanes y para la petición de libertad que sus revoluciones han planteado con tanta fuerza”. Precisamente en este sentido, Oasis habla de una iluminación mutua, de una objetiva relevancia cultural que el Cristianismo asume hoy para el Islam, y viceversa. Sobre estas pistas, se desarrollaron los trabajos del Comité internacional: el primer día completamente dedicado al estudio del caso tunecino, mediante las contribuciones de exponentes de punta del período actual, de posiciones tanto laicas como de fuerte referencia islámica.
La segunda jornada dio espacio a la reacción de exponentes de otros países musulmanes árabes y no árabes y de Occidente frente a las provocaciones surgidas. Y así, gracias a una apretada secuencia de testimonios directos, Oasis pudo recorrer los caminos de Marruecos, de Libia, de Argelia, de Egipto, de Bosnia, de Pakistán, de Indonesia, pero también de Europa, para comprender la relevancia y las consecuencias de los desarrollos de las revoluciones a favor de la dignidad y la libertad del mundo árabe para el resto del mundo.
Ya en las anteriores ediciones de este encuentro anual de la red internacional de Oasis había surgido desde varias partes la necesidad de un trabajo cultural común para comprender la fase de transición que afecta al mundo árabe, y no sólo, pero el encuentro de Túnez -que sólo tres días antes del inicio había puesto en discusión el toque de queda decidido por el Gobierno tunecino tras algunos actos violentos de los salafistas en el país- fue para Oasis una confirmación del método elegido: pasar a través de la experiencia de las comunidades cristianas locales y de los interlocutores musulmanes para tratar de leer una historia que, marcada por el proceso del mestizaje de civilizaciones y de culturas, pide ser plenamente vivida y orientada hacia una vida buena.