Rajoy, Hollande, Monti y Merkel.

En Bruselas con un ojo mirando al futuro y otro a los mercados

Luca Fiore

El Consejo de Europa que se celebra esta semana se presenta como decisivo. Bruselas se prepara para una partida de ajedrez muy difícil. Los Estados con dificultades están decididos a permanecer enganchados al tren del euro, mientras que las capitales con las cuentas en orden quieren pagar menos en el rescate de la unión monetaria que, si se alcanza, será a su costa. Roberto Porta, corrisponsal de la radiotelevisión suiza en Bruselas, mira con la atención de quien ha nacido en la Confederación helvética, y por eso sabe que está al mismo tiempo en el corazón de Europa y fuera de los juegos de la Unión Europea. Y sabe también que, aunque no forma parte de él, el destino de la UE tendrá consecuencias concretas también en la vida de los habitantes de Lugano, Ginebra o Zúrich.

¿De verdad estos días se decide en Bruselas el destino de la UE?
Hasta hace unas semanas, las expectativas eran altas. Este encuentro se ha presentado como una especie de última oportunidad para la UE. Luego, a medida que se acercaba la cita, a pesar de que las expectativas seguían siendo altas, ha habido que empezar a mirar a los Estados particulares y convencer a cada uno de los parlamentos, en algunos casos incluso con el voto del pueblo, para ratificar los nuevos acuerdos. De forma simultánea a este encuentro, se esperan medidas que entren en vigo rápidamente para tranquilizar a los mercados. Hay países, como España o Italia, a los que de hecho cada vez resulta más difícil financiar su deuda. Si no se toman medidas con rapidez, el mes de julio será todo menos un mes de vacaciones.

¿Qué iniciativas se pueden esperar?
Italia quiere que se dé vía libre al mecanismo propuesto por Mario Monti y otros para que pueda intervenir el Fondo de rescate para reducir los desequilibrios entre la deuda de los países con dificultades y los países saneados. Sólo una medida así, que no exige modificaciones en los tratados, podría servir para pensar que Europa todavía tiene la sartén por el mango. Hay muchas propuestas: unión bancaria o algo similar, con controles por parte de una autoridad europea de vigilancia sobre los bancos, fondos que garantices los depósitos de los clientes... Hay una idea un poco utópica de una unión fiscal en la que los estados deberían presentar sus balances a Bruselas, que tendría que controlarlos y, en caso necesario, modificarlos con recortes o enmiendas. Pero dudo que en dos días se pueda conseguir un acuerdo así.

Después de las elecciones francesas y la victoria de François Hollande, ¿han cambiado los equilibrios?
No creo. Los pocos países virtuosos que quedan siguen guiados por Alemania. El problema es que hasta ahora el norte ha comprado la deuda del sur. El equilibrio de este flujo de capitales, que se había estabilizado en los´ultimos diez años, ya no se da. El flujo de capitales podría restablecerse si se dieron más controles sobre las economías con dificultades. Lo que podría suceder si los países que están peor aceptaran ceder una parte de su soberanía a cambio de un sostenimiento financiero. Los estados que piden ayuda financiera presionan cada vez más a Merkel para que actúe pronto. A cambio están dispuestos a dejar que controlen sus balances. Hay que ver hasta qué punto Merkes y los demás estados virtuosos se fían de estas promesas de controles futuros. Controles que no se han precisado, mientras que el dinero hay que desembolsarlo inmediatamente. Merkel rechaza los eurobonos, aunque en realidad hay varias formas de eurobonos que se están debatiendo. Algo que sí podría salir de este encuentro es una solución de compromiso sobre este punto, por ejemplo mini-eurobonos limitados en el tiempo que se puedan implementar rápidamente.

¿Y la unión política?
Indirectamente, está en el orden del día. Si por ejemplo se discute sobre la pobilidad de obligar a los estados a presentar sus balances a Bruselas antes de su aprobación a nivel nacional, con la creación, por ejemplo, de un ministro europeo de Finanzas que a día de hoy no existe, eso ya sería un paso hacia la unión política. Por otro lado, es casi imposible avanzar así: hay 27 comisarios, uno por país, y en ciertos temas sólo se pueden tomar decisiones por unanimidad... Como suizo, creo que si mi gobierno estuviera compuesto por 26 ministros, el país sería un desastre.