La Casa de María en un barrio de Puerto Príncipe

Julián de la Morena

Está escrito en la puerta de una chabola en Puerto Príncipe (Haití): “Verbum caro hic factum est”. Las mismas palabras que están grabadas en Nazaret en la casa de la Virgen. Un hombre, después del terremoto, escribió en su casa esta oración que le había enseñado su padre cuando era niño.
Waf Jeremie es el barrio donde se ubica esta casa y uno de los lugares más pobres del mundo, semejante a la Calcuta que conoció la Madre Teresa. Aquí es donde trabaja Sor Marcela con un grupo de voluntarios del movimiento del área de la salud y la educación.
Sor Marcela encontró esta inscripción el día en que el terremoto asoló el país hace dos años y vio en ello un signo de esperanza para todos los que viven allí. Este grafiti sobre un trozo de latón, ahora que las iglesias están destruidas, grita: “Él está aquí”.
Durante mi visita a Haití he podido conocer, acompañado de Sor Marcela, esta casa. Para llegar hay que superar continuos riachuelos de aguas fétidas. Al llegar rezamos el Ángelus y de repente un grupo de niños se nos acerca y nos dicen que han asesinado hace dos horas al dueño. Aquellas palabras escritas por aquel hombre son ahora su pasaporte para la Vida Eterna y la razón por la que a pocos metros de allí trabaja un grupo de católicos en un edificio que sirve de colegio y hospital.
La construcción de este bello lugar, el colegio y el hospital, se realizó con la ayuda de los “Cascos Azules”. Está construido encima de un antiguo basurero que aún funciona y en el que un gran número de personas, para conseguir un plato de comida, trabajan cada día durante muchas horas haciendo túneles. Buscan entre desperdicios trozos de hierro.
Cuando acaban las actividades de la clínica los voluntarios que trabajan en el hospital se dirigen al patio. Desde allí se puede ver el mar y el basurero.
Algunos médicos han atendido en una mañana a cien niños. Todos están cansados pero a su vez deseosos de poder contar sus experiencias y llenos de preguntas. Les ha provocado escuchar la presentación del libro Los orígenes de la pretensión cristiana de don Giussani el día anterior.
Cuando acabamos el encuentro decidimos cantar durante un rato y de repente comienzan a salir las personas que trabajan en los túneles de basura. Se encaraman en el muro de nuestro patio hasta poder asomar la cabeza, allí permanecen atentos escuchando la música, ese día nuestros cantos les muestran su dignidad.