El artículo de Gustavo Martín Garzo

El escritor GUSTAVO MARTÍN GARZO ha publicado en El País del domingo, 19 de febrero, un artículo titulado “Las vírgenes suicidas”. Se lo agradecemos de veras. Lo proponemos a nuestros lectores como una ayuda para comprender más a fondo la introducción de Julián Carrón al libro de don Giussani, Los orígenes de la pretensión cristiana. En particular, el artículo resulta valioso para comprender la circunstancia existencial que compartimos con todos nuestros contemporáneos, y que Carrón señala en los primeros dos puntos de su intervención.
«Al hombre contemporáneo se le ha privado de su experiencia», escribe Martín Garzo, se le ha privado del instrumento que Giussani indica como “decisivo” para descubrir existencialmente lo que es verdadero, bueno, bello y justo.
Al añadir: hoy «pasamos de unas historias a otras sin que ninguna deje en nuestros labios unas pocas palabras que merezca la pena conservar», Martín Garzo nos ofrece – por contraste – una expresión preciosa de lo que son los Evangelios. Y los “relatos” que el acontecimiento cristiano pone en labios de quien lo vive hoy.
(Carmen Giussani, Directora de la Revista Huellas)

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De la introducción de Julián Carrón:

«Un hombre culto, un europeo de nuestros días, ¿puede creer, realmente creer, en la divinidad del Hijo de Dios, Jesucristo?». Esta frase de Dostoievski sintetiza el desafío ante el cual se encuentra la fe en Cristo en nuestros días. No se trata de un desafío genérico (…). El aspecto decisivo de la pregunta del escritor ruso es que se refiere a un contexto bien preciso: la época contemporánea. Y tiene como destinatario a un tipo concreto de hombre (…), un hombre que no renuncia a nada de su humanidad. Un hombre que lleva a las espaldas una historia cultural, una herencia comprometida, que está influido por un racionalismo invasivo, por una confianza espontánea en el método científico y por una sospecha hacia todo aquello que no se somete a una razón como medida. Para un tipo humano con estas características, ¿es posible creer hoy en lo que Cristo ha dicho de sí mismo?
En otras palabras, ¿tiene la fe alguna posibilidad de arraigar, es decir, de fascinar, de atraer, de convencer a los hombres de nuestro tiempo? (…) En una conferencia que dio en 1996, el entonces cardenal Ratzinger respondía que la fe puede “tener éxito” todavía «porque la fe corresponde (…) al anhelo de lo infinito» que es la esencia de la vida de cada hombre. Con estas palabras indicaba la condición necesaria: el cristianismo necesita encontrar la humanidad que vibra en cada uno de nosotros para poder mostrar toda su verdad.
Giussani escribe en el prefacio: «Los orígenes de la pretensión cristiana es el intento de definir el origen de la fe de los apóstoles. He querido expresar en él la razón por la que un hombre puede creer en Cristo: la profunda correspondencia humana y razonable entre sus exigencias y el acontecimiento del hombre Jesús de Nazaret».