Un momento del New York Encounter 2011.

Un mundo nuevo en el Nuevo Mundo

Patrick Duffy

Como cada mes de enero desde hace cuatro años, un grupo de amigos de Nueva York hacen suyo el desafío lanzado por San Pablo para «valorarlo todo y quedarse con lo bueno». Ésta es la provocación que dio origen al New York Encounter, un festival cultural de tres días en el corazón de Manhattan. Maurizio “Riro” Maniscalco y Giacomo Maniscalco, su hijo, nos cuentan las razones que les animaron a aceptar este desafío y lo que ha surgido desde entonces.

¿Cómo nació el NYE?
Maurizio:
Llevábamos varios años celebrando el congreso nacional de responsables de CL de Estados Unidos y llegó un momento en el que nos dimos cuenta de que cada cosa que hacíamos, aunque aparentemente tenía que ver con la vida “interna” del movimiento, realmente era para el mundo entero. Algunos de nosotros habíamos vivido la experiencia del Meeting de Rimini, que en pocos años adquirió una gran importancia en nuestra vida. Nuestra idea de partida era llevar una propuesta de este tipo al corazón de New York City, con iniciativas, presentaciones de libros, conciertos y exposiciones. Hace tres años nos dimos cuenta de que esta idea podía hacerse realidad, así que un grupo de amigos decidimos asumirla como respuesta a una invitación personal para vivir las tres dimensiones fundamentales de la vida del movimiento: cultura, caridad y misión. Esto es lo que está en el origen de lo que ahora llamamos New York Encounter.

¿Qué aspectos de vuestra intuición inicial han encontrado confirmación después en vuestra experiencia?
Giacomo:
A mí me ha dado la oportunidad de ver que la experiencia que vivimos es algo deseable para cualquiera que esté vivo. Expresamos la grandeza de nuestra experiencia en la medida en que nuestra capacidad lo permite, y es precioso. Sucede en cada uno de los actos del New York Encounter. Mi experiencia de colaborar con personas que no pertenecen al movimiento para organizar el concierto final me ha hecho entender que dar razones de por qué hacemos esto no sólo es posible sino absolutamente necesario.

¿Qué os da la energía, después de un año tan difícil, para volver a proponer el NYE?
Maurizio:
En mi caso, hacer cosas como ésta es una forma de expresar mi gratitud por todo lo que he recibido, y un modo de intentar devolverlo. Es la única razón por la que acepté la responsabilidad del New York Encounter. Y también es la única razón por la que vuelvo a aceptarla cada año, pues enseguida te das cuenta de que eres totalmente inadecuado para la grandeza de esta responsabilidad. Pero como siempre, lo que cambia la vida son los hechos. Y el hecho es que la gente ha respondido a la propuesta del New York Encounter de tal forma que me ha obligado, y no sólo a mí, a continuar en medio de un océano de dificultades que a veces parecen insuperables (concretamente, el tiempo y el dinero) y que se miden con aquello que llena nuestra vida.

¿Habéis notado que el New York Encounter ha crecido en estos años?
Maurizio:
Un modo de medir el crecimiento de algo son las cifras. El año pasado, las visitas se duplicaron y 130 personas trabajaron como voluntarios. Ciertamente, los números cuentan una historia, pero el núcleo de la cuestión es que cada año que pasa nos damos más cuenta de que el don único y precioso que es la experiencia del movimiento es para el mundo entero. Exposiciones, conferencias y espectáculos testimonian el hecho de que el New York Encounter es un mundo nuevo dentro de este mundo, un lugar donde la gente puede encontrarse, debatir, participar de un modo realmente bonito. Y esto es posible para todos los hombres de buena voluntad, pero en primer lugar y sobre todo para los que lo organizan. Ver cómo crecen en la madurez con la que siguen las huellas de San Pablo – tratando de abrazar todas las formas de la necesidad y del deseo de los hombres del mismo modo que nuestras necesidades y deseos son abrazados en el encuentro con Cristo – hace que todo esto sea posible.

¿Os sorprende este crecimiento?
Maurizio:
Sí y no. Sí, porque como decía don Giussani, nuestros intentos son siempre “paradójicos”. Nosotros lo hacemos todo como si dependiera de nosotros, con la conciencia de que no depende de nosotros. Y no, porque sé que lo que se nos ha dado es para el destino de todos. Aunque no todos sean conscientes, esto es lo que todos buscan. Al ir al New York Encounter, la gente tiene la posibilidad de ver que el camino, un camino plenamente humano, es posible, y que pueden caminar con nosotros.

Nueva York es una ciudad muy rica desde el punto de vista cultural. ¿Qué diferencia al NYE de otros eventos?
Giacomo:
Por ejemplo, los dos grandes conciertos en cuya organización estoy implicado han resultado ser mucho más grandes que cualquier otra cosa que hubiéramos podido o sabido organizar. Para mí, es la demostración evidente de que hay otra cosa – Otro – que lleva adelante esto a través de mi persona, y que hace los actos más bellos, aunque no tengan un valor “religioso” explícito. La razón de esta grandeza inesperada se debe al hecho de que hay un modo plenamente humano de afrontar cada aspecto de la organización. Todos los que han participado se han quedado impresionados de esta humanidad visible, y eso les ha animado a mostrarse a corazón abierto, a ponerse totalmente en juego.

¿Qué es lo que más os impresiona del NYE?
Maurizio:
El sentido de apertura y la leticia que percibes en todas partes, ininterrumpidamente, acto tras acto, donde cada evento es un nuevo inicio.

¿Y cuál ha sido el acto que más os ha gustado?
Maurizio:
Puesto que yo siempre he amado la música, la noche en que presentamos el concierto de los subway musicians (músicos callejeros que tocan en las estaciones de metro) fue para mí la más bonita. Me conmovió porque me hizo entender de un modo mucho más concreto que cualquier otro la invitación de San Pablo. Tomamos una semilla de la vida de esta ciudad, la belleza de viajar en metro, la plantamos en el escenario y la vimos florecer delante de todos. Fue realmente un milagro precioso.