El año de las bombas

Sor Caterina

Más de 36 víctimas en dos días. El país se precipita entre ataques islamistas, amenazas a los cristianos y revueltas populares tras el encarecimiento de la gasolina. Una misionera que lleva más de 25 años en el Norte del país, de mayoría musulmana, cuenta lo que está pasando.


Queridos amigos:
Hace días que no puedo abrir el correo. Por aquí estamos bien, pero no faltan la preocupación ni la tristeza por los hechos que siguen sucediendo. El año que acaba de terminar ha sido el año de las bombas. Y lo peor es que parece que ha empezado otro igual.
Desde la Navidad de 2010, cientos de personas han perdido la vida (las fuentes oficiales hablan de más de 500 víctimas) a causa de las explosiones y muchas veces las noticias ni siquiera llegan a Europa. En Jos (la capital del estado de Plateau, a medio camino entre el Sur, de mayoría cristiana, y el Norte, de mayoría musulmana) la violencia se debe a múltiples factores: étnicos, políticos, religiosos… Ahora el grupo islámico Boko Haram ha aumentado la violencia, sobre todo en Maiduguri, en el estado de Borno, y en otras zonas del Norte, especialmente contra iglesias cristianas del Noreste. Esta secta extremista islámica es la que puso la bomba en la iglesia cercana a Abuya el día de Navidad; y la semana anterior, en otras tres ciudades, murieron cerca de ochenta personas a causa de las bombas y de los enfrentamientos con la policía. En muchas otras zonas circularon listados con el nombre de los lugares que eran “objetivo” de las bombas, entre ellos catedrales e iglesias, por lo que se declaró el toque de queda.
Permanece la amenaza del ultimátum contra los cristianos del Norte, como nosotros: «Tienen tres días para marcharse», ha dicho Boko Haram. Es una locura a la que nadie quiere ceder. La gente quiere luchar por su libertad, porque ésta es su casa. Es fundamental no dejarse determinar por sus amenazas.
El gobierno parece incapaz de poner fin a la violencia de Boko Haram, que cuenta con el apoyo de peces gordos de la política que no aceptan que un presidente cristiano gobierne el Sur de Nigeria. Según su proyecto, el país debería estar gobernado por un presidente musulmán del Norte. Es importante el hecho de que este grupo extremista cuente con un apoyo político: hace unos días detuvieron a un senador por este motivo, pero ya ha sido liberado. El objetivo – aunque nunca se ha dicho de manera oficial – es introducir la sharia en todo el país.
Cuatro estados han sido declarados en estado de emergencia y allí los militares tienen todo el poder. No sabemos cuánto durará esta situación, pero debemos vivir y luchar por nuestra libertad. El clima de tensión influye mucho en nuestra vida cotidiana: vivimos con miedo a las bombas y las iglesias están en el punto de mira. En Maiduguri y en Jos, la Misa del Gallo se celebró a las cinco de la tarde y estos días muchas iglesias estaban rodeadas de policía y militares.
En nuestra zona (un pueblo al Norte del país) por ahora no ha habido atentados terroristas, pero todos estamos alerta. La gente está vigilante, incluso físicamente: hacen guardia durante las misas. Se teme que puedan darse otros episodios de violencia y se vive en una sospecha continua, nadie se fía de nadie, porque cualquiera podría pertenecer a Boko Haram.
Para empeorar la situación, llega la decisión del presidente Goodluck Jonathan de eliminar la subvención a los combustibles. Esto significa que el precio se duplica, en algunas zonas se triplica, en un país donde se vive con dos dólares diarios. Si para hacer cinco kilómetros antes había que pagar 50 nairas, hoy son 150. El descontento es enorme, ya han empezado las protestas y se está preparando una huelga general muy agresiva. Lo peor es que esto supone una amenaza más en una situación ya de por sí confusa y tensa.
Todo lo que está sucediendo nos obliga a ser más consistentes en nuestra fe y a ponernos con gran y total confianza en las manos del Señor. Las tinieblas nunca podrán prevalecer, de eso estoy totalmente convencida.
Os deseo un año nuevo lleno de la certeza de que el Misterio está presente en todo y en todos, y que nos quiere, que no nos deja ni un segundo.