Un pueblo vivo que comparte

9.600 toneladas de alimentos recogidas en miles de supermercados durante la Colecta Nacional del Banco de Alimentos de Italia el pasado sábado 26 de noviembre. Marco Lucchini, director del Banco, hace balance...
Redacción

Se trata de la vigésimo quinta edición. La colecta del banco de alimentos vuelve a proponer este año un gesto de caridad que sólo durante el 2011 ha ayudado a más de 1.400.000 pobres en Italia. El sábado 26 de noviembre, en miles de supermercados italianos, se encontraban los 120.000 voluntarios con los petos amarillos a los que entregar parte de la propia compra para quienes pasan necesidad. Una invitación abierta a todos. «El momento histórico que estamos viviendo es dramático», afirma Marco Lucchini, director del Banco de Alimentos, la fundación que promueve la colecta.

«El banco es hoy un punto de referencia para muchos que trabajan en este sector. Hace pocos años no era así. Es más, nos decían que gestos así no llegaban a ninguna parte. Que era necesario hacer "proyectos". En cambio nosotros hemos sido fieles a la intuición del inicio: un gesto concreto, la donación», prosigue Marco. «La donación evoca siempre de forma misteriosa que hay alguien que dona, se da una relación, es algo más que la simple ayuda. Hemos trabajado sobre esto preguntándonos siempre qué quería decir, verificándolo en la experiencia. Y este trabajo se muestra claramente en la reflexión que hemos ofrecido este año a todos aquellos que participan de la colecta; un juicio sobre el momento histórico, la invitación al gesto de caridad y el último punto que afirma que Cristo es la respuesta a todo: "Cristo, presente ahora, colma la soledad, responde a todas las exigencias de nuestro corazón. Por eso proponemos a todos la colecta, para que al donar alimentos a quien está necesitado, se despierte toda nuestra persona y empecemos a vivir a la altura de los deseos de nuestro corazón". Y es así. Uno debe empezar a preguntarse al hacer la compra "quién da realmente a quién"».

«Si aceptas el desafío, la vida cambia y te pones en movimiento», continua Marco, «como nos cuenta una chica de Milán: “Me propusieron participar como voluntaria pero me hice la tonta. Fui al supermercado a hacer la compra y cuando os vi me dije: aquí están todos contentos, me quedo para hacer un turno de voluntaria”. O como dice María Concetta: "Hoy puedo participar en la colecta y no sé si el año que viene podré, pero vosotros no dejéis de hacerlo porque me dais esperanza". Aceptar este desafío cambia porque la libertad de cada uno se exalta, de esta forma un gesto que podrías simplemente apoyar, se hace tuyo. Que detrás de la Colecta Nacional del Banco de Alimentos hay un pueblo no hace falta ni siquiera explicarlo, es evidente: italianos, africanos, asiáticos, americanos, eslavos, hispanos y chinos movilizados, movidos, protagonistas de la Caridad».

También Giorgio Vittadini, Presidente de la Fundación para la Subsidiariedad comentando la colecta se pregunta: «¿Qué sentido tiene regalar parte de la compra a un desconocido? ¿Por qué hacerlo en un momento de crisis en el que para muchos un simple euro es valiosísimo? “Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos que lo desnudaron... un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él". Nuestra civilización occidental está llena de rastros del buen samaritano. Hasta tal punto esta dimensión caracteriza nuestra civilización que también los sistemas de pensamiento laicos han dado vida a cooperativas y obras filantrópicas, porque en nuestra civilización está fuertemente enraizada la conciencia de que "un hombre vale más que todo el universo". Respondiendo con un gesto sencillo a la necesidad del prójimo desconocido, recordamos que cada hombre es necesidad y deseo infinitos y que la indigencia material y espiritual son sólo signos de esto. Así se despierta nuestro corazón adormecido, se vuelve a abrir nuestra razón obtusa e incapaz de crear, de luchar y sufrir; renace en nosotros un deseo ilimitado, primer factor de ingenio, de conocimiento y de creatividad; capacidad imprevista de generar novedad, riqueza y belleza para sí mismo y para los demás. De un gesto de caridad como el de la Fundación Banco de Alimentos renace la esperanza de un pueblo porque podemos tener conciencia de todo lo que hemos recibido y recibimos; y podemos descubrir que estos gestos pueden educar a un pueblo a abrirse a las necesidades de todos».