Catedral de San Cristobal de la Laguna

La caridad construye en tiempo de crisis

“La realidad es positiva porque pone en marcha a las personas”. Lo hemos comprobado en Tenerife. Un torrente de humanidad que renueva la conveniencia de la fe para vivir la realidad de todos
Roberto de la Cruz

Desde hace meses, una vez por semana, la Facultad de Económicas de la Universidad de La Laguna acoge una venta de libros particular. No hay en ella las novedades editoriales que invaden los escaparates de las grandes librerías del país. Tampoco los best-seller que, con grandes carteles y rótulos en los centro comerciales, presumen de ser los primeros en número de ventas.
En varias mesas, cada semana el hall de esas facultades se llena de enciclopedias, manuales de todo tipo y guías de viajes. Son obras y textos que han salido de las estanterías de muchos hogares y llegan ahora a la universidad. No tienen el precio marcado. De hecho, no tienen precio. A quienes se interesan por ellos, Cristina, Clari, Conchi o Isabel les piden la voluntad. Y les explican que el dinero que se recauda sirve para comprar alimentos que luego ellas y sus amigos, otro día de la semana, reparten a familias necesitadas. La sorpresa es mayúscula en este centro universitario, y pronto también lo será en las facultades de Derecho y Ciencias de la Información de esta Universidad. Profesores y estudiantes ven llegar cada siete días a una decena de mujeres con cajas y bolsas de libros. A los universitarios con los que hablan les parece una idea fabulosa. Tanto es así que algunos de ellos, después de salir de la cafetería de la universidad, dan dinero sin llevarse los libros. “Se está creando una auténtica red de solidaridad que cada vez llega a más gente”, señala Cristina. “Vienen a preguntarte y te escuchan. Demuestran que tienen una inquietud”, comenta Clari. En las últimas ocasiones se han llegado a recaudar unos 150 euros en la venta de libros. Son euros con los que el sábado los voluntarios del Banco de Solidaridad de Tenerife acuden al Supermercado La Hucha de Tenerife para hacer la compra.

Ese día, Pedro, Lourdes, Chiqui, Elvira, Esther, Pili y otros muchos, llevan la compra a uno de los locales de la Parroquia Beato José de Anchieta, en el barrio de la Alegría. El tercer domingo de mes acuden a la parroquia de Joaquín, 50 familias a recoger comida. Y el propio sábado en el que Elvira y los demás voluntarios hacen la compra, preparan también las cajas de alimentos que luego llevan a las familias de Santa Cruz y del sur. Los números van creciendo. En la actualidad hay 82 familias a las que se lleva la caja y 22 personas que participan en el reparto. Eso hace que, de media, cada pareja de voluntarios atienda a 5 familias, aunque en algunos casos los números son mayores. Elvira y Pedro, por ejemplo, asisten a 7 familias.
Las necesidades de las familias aumentan, surge la desproporción entre el deseo de atender a todos y las capacidades materiales para poder hacerlo. “Estamos desbordados, no podemos atender a más familias”, comentan. Pero es algo que no los detiene. La inteligencia de la fe despierta en ellos iniciativas como las de la universidad o la de poder instalar durante dos días en octubre un stand en la planta baja del Centro Comercial Gran Sur de Tenerife. “Un libro, un donativo” es la inscripción que exhibía el stand y que atrajo la atención de quienes allí se acercaban.
Y cuando uno vive así, contagia su entusiasmo a quienes tienes al lado. “El corazón se va abriendo poco a poco al ver a quien tienes más cerca regresar contenta de la caritativa. Hoy empiezo a tener la misma experiencia y empiezas a mirar todo de un modo diferente. Tu corazón empieza a querer todo y empieza a cambiar tu mirada”, comenta uno de los voluntarios. “Mi deseo es mirar toda la realidad como miro la caritativa”, comentan varios.

Se aproximaban las elecciones. Hemos llevado cientos de manifiestos de Construir en tiempos de crisis para repartir entre los ciudadanos. En San Cristóbal de la Laguna, cerca del obispado, los viandantes se encuentran con veinte personas que les invitan a leer el documento. Les paran y arriesgan un juicio. Dicen que la realidad es positiva porque pone en marcha a la persona, que la crisis es una oportunidad por paradójica que resulte, que hay gente que se ha puesto en marcha y allí, en Tenerife, llevan alimento a familias que no llegan a fin de mes. La gente se detiene, nos escuchan, varios rebaten y otros se sorprenden al leerlo... La realidad, positiva. “Llevo tiempo alejado del cristianismo, pero me sorprende encontrar a gente que, con la que está cayendo, pueda introducir algo de positividad”, afirma una de las personas que se detiene con nosotros.
Apenas ha trascurrido día y medio desde que aterrizamos en Tenerife. Desde el sábado a las ocho de la mañana a las tres de la tarde del domingo, la hora a la que regresamos a Madrid, se ha acumulado ante nuestros ojos un torrente de humanidad que renueva la conveniencia de la fe para vivir la realidad de todos.