Los cristianos, una presencia decisiva

La guerra de Libia, las elecciones en Túnez, la cuestión libanesa y el encuentro del Patriarca maronita Bechara Rai en la ONU. El padre Samir Khalil Samir, islamólogo, explica cómo está evolucionando la “primavera árabe”
Del Giornale del Popolo

El patriarca maronita Bechara Rai ha discutido directamente con el Secretario General de la ONU, Ban Kimoon y ha redactado un documento oficial para pedir abiertamente a Naciones Unidas que se declare «la neutralidad del Líbano» para preservar la última isla del mundo árabe en la que el papel de los cristianos para el futuro de la región está garantizado por lo que es: fundamental. Para ir hasta el fondo del significado de las palabras de mons. Rai le hemos pedido ayuda al islamólogo egipcio, el padre Samir Khalil Samir.

Padre Samir ¿Cómo juzga el llamamiento a la ONU del patriarca Rai?

Lo que el patriarca Rai ha dicho a Ban Ki-moon es importantísimo. Ante todo porque ha repetido que los cristianos están pagando, más que los demás, el precio de todos los problemas de Oriente Medio. Pagan con el exilio o bien a veces con agresiones por parte de musulmanes o de otros. Mons. Rai quiere subrayar que los cristianos, en cambio, son los que más se oponen a la violencia y a la injusticia. Defienden los mismos valores que la ONU: los derechos humanos y la democracia. En todos los movimientos en curso en el mundo árabe los cristianos no promueven la violencia sino que desarmados piden justicia. Además el Patriarca dice: «Estamos de parte de las reformas políticas para el pueblo, de la democracia en el mundo árabe y condenamos el recurso a cualquier tipo de violencia, tanto si proviene del pueblo que reclama sus derechos, como si proviene de los gobiernos que se oponen». Es decir, condenamos la violencia venga de donde venga. Ha sido esta segunda afirmación la más criticada.

¿Qué criticas ha tenido?

Ha sido acusado por parte de los cristianos de ponerse de parte del gobierno sirio. En el Líbano las miradas están puestas en Siria. Dicen: «Nosotros, cristianos, debemos defender los derechos humanos en todos los países». Y no cabe duda de que los derechos humanos están siendo conculcados por todos los gobiernos del mundo árabe, excepto, tal vez, en el Libano. Rai dice que es justo que el pueblo reclame sus derechos pero no debería hacerlo con violencia porque es contraproducente visto que los gobiernos son, en cualquier caso, más fuertes. Pensemos en Libia: si no hubiese sido por la intervención de la OTAN es probable que el régimen hoy todavía estuviese en pie. Yo entiendo esta posición de prudencia: la violencia engendra violencia.

Pero de esta forma parece que nos ponemos de parte de los dictadores…

Mons. Rai trata de ser neutral para limitar los desastres porque está claro que los gobiernos tienen al ejército de su parte y no tienen piedad. Por otro lado, la transición de un régimen a otro es muy difícil: no estamos seguros de que la situación mejorará al eliminar al dictador. Esta es la duda que tienen hoy todos los obispos de Oriente Medio: saben que los regímenes actuales, estén donde estén, son regímenes totalitarios, egoístas, que tratan de enriquecerse. Pero no se trata de elegir entre un bien y un mal, se trata de elegir entre un mal que conocemos y una situación que podría ser mejor o peor, pero que es probable que sea peor.

El patriarca le pide a la ONU que se reconozca la contribución de los cristianos al renacimiento árabe y al desarrollo cultural, social, económico e industrial de la región.

Cuando se habla de renacimiento (en árabe se dice “ennhahda”) se entiende el movimiento iniciado en el último tercio del siglo XIX y hasta 1930. Este es el renacimiento del mundo árabe que todos reconocen como tal. Y todos saben que la mayor contribución proviene de los cristianos de Siria y Líbano. Contribución que continúa hasta nuestros días. Y por eso el patriarca dice que atacar a los cristianos es un suicidio para los árabes. Los cristianos no pueden ser considerados sólo una minoría numérica que corresponde a menos del 10% del conjunto de la población de Oriente medio. Sino que esta minoría tiene un peso específico muy alto, porque son los protagonistas de la modernidad y de los valores humanistas. Han contribuido más que nadie al Renacimiento árabe.

Mons. Rai añade. «Si verdaderamente se quieren difundir la paz, la democracia y los derechos humanos que es lo que la ONU busca y lo que desean los jóvenes de la Primavera árabe, la ONU encontrará en los cristianos a sus mejores colaboradores».

No es una teoría, sino un juicio basado en los hechos de los últimos dos siglos. Y el Líbano es el ejemplo más clamoroso de esto. Antes en el Líbano los cristianos eran el 50%, ahora son un 35/38%, porque es una democracia, por su presencia que es decisiva. El discurso de Mons. Rai a Ban Ki-moon es fundamental.

¿Qué le ha parecido el resultado de las elecciones en Túnez?

Los grupos que han hecho la revolución en Túnez no se podían reconducir a un partido sino que se trataba de individuos que a título personal se han encontrado unidos en la protesta. Era previsible, por tanto, que no ganasen en unas elecciones a los pocos meses. Para crear un partido capaz de ganar las elecciones, de hecho, hacen falta años. Mientras que Ennhadha, el partido islámico, lleva organizado desde siempre. Su lider Ghannouchi, que ha vuelto de su exilio londinense después de la caída de Ben Ali ha conseguido reorganizar el partido en poco tiempo. Es normal que tuviera más posibilidades de ganar. Lo segundo es que la laicidad en Túnez había sido impuesta por Bourguiba y después por Ben Ali. Como se protestaba contra Ben Ali que representaba el estado laico, se puede entender que se ha tenido una percepción negativa de las formaciones laicas y esto ha favorecido las de inspiración musulmana.

¿Qué idea tiene del partido ganador, Ennhadha, que se declara de inspiración musulmana?

Tenemos que distinguir entre unos musulmanes y otros. El partido de Ennhadha es musulmán, tradicional pero no es fundamentalista y retrógrado. Este movimiento pretende encontrar el equilibrio entre un Estado moderno y los valores islámicos. Sin embargo, la palabra laicidad en árabe es muy ambigua porque evoca el concepto francés de laicidad que es hostil a las religiones. Y nadie en Túnez quiere excluir la religión del debate público. La mayoría de los árabes en Túnez, en Egipto, en Libia y en otras partes esta a favor del reconocimiento de la religión como factor de identidad de todos. En un país como Túnez donde el 99,9% son musulmanes (por lo menos oficialmente) es lógico que ante un partido que se declara musulmán moderado, que aplica los principios del Islam, muchos digan: «por lo menos son valores seguros». Sucederá lo mismo en Egipto. Lo importante es ver hasta dónde llegará esta línea islámica.

Ennhadha dice que se inspira en el modelo turco del partido de Erdogan.

Sí, y éste se presenta como exponente del Islam moderado que trata de promover los valores musulmanes como en Europa algunos políticos cristianos tratan de hacer con el cristianismo sin, por esto, promover un despotismo religioso. Sin embargo, esta operación es más difícil en el Islam que en el cristianismo. Porque cuando se habla de la “Sharia” se tienen ya delineados los elementos que en ciertos aspectos son más fanáticos y discriminatorios. Esta es la cuestión: nosotros los cristianos justamente tememos la Sharia islámica porque en algunos puntos no respeta, por ejemplo, la libertad de conciencia y porque hace discriminación entre hombre y mujer, entre creyente y ateo, entre heterosexual y homosexual. Lo ideal sería, por parte de Ennhadha, explicitar de forma más precisa en qué sentido el Islam que profesan puede influir en el sistema legal que proponen para el país.

En Libia en cambio se ha declarado enseguida que la Sharia será la fuente principal del derecho.

Sí, han dicho que será la base de la nueva Constitución. Lo que es más comprometido aunque se trate de una versión de la Sharia más mitigada: no se lapidarán las mujeres adúlteras, no se matará a los homosexuales (como exige la Sharia). “Sharia”, en efecto, es un término bastante vago y elástico, no es como el Corán. Según las palabras que elija puedo tener una u otra norma. Sigue en pie un sistema que se remonta a los siglos VII, VIII y XIX, mientras que nosotros vivimos en el siglo XXI.

¿Qué tipo de Islam es el de Libia?

La nueva Libia será gobernada por musulmanes que provienen de las tribus, de un contexto social en el que la interpretación de la Sharia corre el riesgo de ser muy tradicional. Por tanto, sería un paso atrás. Pienso sobre todo en las mujeres. En la tradición beduina y en todas las tradiciones antiguas se protege a la mujer pero se la considera inferior y debe obedecer. Esta situación se puede comprender si esta concepción es compartida en un ambiente primitivo, pero es difícil de aceptar si un hombre y una mujer viven en igualdad, por ejemplo, trabajando ambos fuera de casa. En este caso ¿porqué el hombre debe decidir y la mujer obedecer? Este tipo de evolución de la sociedad, también la islámica, no es tomada en consideración por la Sharia.

En Siria, en cambio, la situación parece bloqueada.

La situación de Siria es la peor. Porque tenemos un régimen que, como en Libia, ha llegado hasta el punto de que no puede renunciar al poder porque ha matado y luchado demasiado para permanecer. O cae, con todas las consecuencias, o vence. Está claro que Assad ha elegido la opción de ir hasta el fondo. Pero el régimen es demasiado fuerte para que la revolución consiga derrocarlo. El gobierno espera que matando, torturando y encarcelando a la gente, esta cederá. Pero no será así. Seguirán saliendo a la calle. Es una situación trágica porque si el gobierno cede, arriesga la piel y la de todo el clan Assad. Se convierte en una lucha por la vida o la muerte en ambas partes.

¿Verdaderamente no existen salidas?

He hecho la comparación con Libia, porque si en Libia no hubiera intervenido la OTAN, seguiríamos todavía en guerra. Y tal vez al final los rebeldes habrían perdido. En estos días en Siria, la liga árabe está tratando de mediar, pero probablemente será un fracaso. Espero que consigan salvar algo, mitigar un poco la situación. La única posibilidad sería encontrar un mediador aceptado tanto por el régimen como por el pueblo. Pero es difícil encontrar a alguien abierto, franco, dispuesto a hacerlo.
(del Giornale del Popolo, 28 de octubre de 2011)