Los voluntarios egipcios.

«De El Cairo a Rimini para aprender la gratuidad»

Maria Valentini

Samar, Noha, Rozet... Hasta una treintena de egipcios han llegado este año a Rimini como voluntarios. ¿Qué les trae hasta aquí? Lo cuentan ellos mismos

Samar Kassem, 25 años, es una guapa egipcia que llega vestida con velo y pendientes rojos. Tiene ojos grandes y camina a paso ligero. Ha estudiado historia del arte islámico y ahora trabaja como consultora en una agencia de seguros. Está en ayunas por el Ramadán. «Me daba miedo no pasar el Ramadán en mi país, con mis amigos, en mi casa, pero he conocido gente muy acogedora, un clima no muy diferente al de El Cairo, y por eso estoy tranquila».
Samar no come ni bene hasta el anochecer, pero ha ido a Rimini. «Todo surgió casi por casualidad. En el trabajo, algunos de mis compañeros me propusieron ir al Meeting como voluntaria. Siempre me ha interesado el voluntariado y me gusta, así que acepté». ¿Qué tiene de especial el Meeting respecto a otras iniciativas en las que ha participado gratuitamente? Samar habla de nuevos amigos, de personas distintas, procedentes de zonas muy diversas, con culturas y religiones diferentes, pero que están juntos. Y esto es algo completamente nuevo.
De hecho, ella es sólo una de los 35 egipcios que han llegado a Rimini dispuestos a trabajar en la militancia del Meeting. También está Noha, profesora de inglés en Alejandría, que participó en el Meeting de El Cairo, donde trabajó en el servicio de orden. Ahora forma parte del equipo de limpieza. Pero nada cambia: la gratuidad es lo que siempre le ha impresionado más, y es lo que quiere seguir aprendiendo.
Con ellas está George Ibrahim, que estudió ciencias de la educación en la universidad de Alejandría y que ahora trabaja en la aduana. Un chico simpático, emprendedor y que siempre tiene una broma preparada. Forma parte de la comunidad de CL de Alejandría, pero en el pasado Meeting egipcio no estaba tan dispuesto. «Durante las reuniones no me entusiasmó lo que querían hacer, pero luego me alegró lo que sucedió en El Cairo».
George ya trabajó en el Meeting hace dos años. No sabía muy bien lo que era, y vino sólo para conocer Europa y chicas guapas italianas. Pero al volver había cambiado, era más libre en su vida cotidiana. «Ahora vuelvo porque es una experiencia que me permite aprender mucho de mi propia vida, me completa. Lo hago por mí mismo». Por eso lo hace gratuitamente, no le interesa el dinero. «Todo esto vale para mí mucho más que el dinero».
Luego está Rozet, 28 años, una musulmana muy guapa y siempre sonriente. Entiende algunas palabras en italiano y conoció el Meeting por el responsable de la comunidad de CL en Alejandría. Un día entró en la iglesia y allí estaba Sahid. La invitó al Meeting de El Cairo diciéndole: «Ven y verás». Y ella fue. «Estaba muy contenta por trabajar allí, por eso ahora quiero hacerlo también aquí, en Italia. Quiero hacer una experiencia que me siga cambiando la vida, como ya me sucedió después de El Cairo». Es el mismo deseo de Magdi, de 57 años. «Me gusta hacer estas cosas juntos, con amor. Aquí, en Rimini, me gustaría aprender algo más profundo, que me permita estar así también en el trabajo».
(publicado en el Quotidiano Meeting el 21 de agosto de 2011)