«Acudís a la JMJ porque necesitáis de la mirada de Benedicto XVI»

Publicado en La Razón
Julián Carrón

Mensaje a los participantes de Comunión y Liberación en la Jornada Mundial de la Juventud.

Queridos amigos: Para muchos de vosotros la Jornada Mundial de la Juventud tiene lugar en un momento decisivo de la vida, el paso a la universidad o al mundo laboral. Por eso, os invito a vivirla como un gesto de petición a Dios para que el paso que dais sea útil para vuestro camino humano. Junto a la claridad para las decisiones que deberéis tomar, pedimos al Señor estar siempre dispuestos a seguir el movimiento según el método que don Giussani ha trazado: el camino a la verdad es una experiencia. Si la fe no puede encontrarse en nuestra experiencia presente y ser confirmada por ella, no podremos resistir en un mundo en el que todo, todo, dice lo contrario.
Una experiencia cristiana verdadera conlleva el reconocimiento de ese factor último de la autoridad que es el Papa, cauce que Dios establece para el camino de todo bautizado. Por eso, yendo al encuentro con el Papa junto a toda la Iglesia, dispondréis de todos los factores que permiten una verdadera experiencia cristiana. Acudís a la JMJ en Madrid porque necesitáis de la mirada de Benedicto XVI sobre vuestra experiencia, para poder vivir luego en todas las circunstancias con ese mismo respiro, sin quedar sofocados en ellas. Así comprobaréis el carácter universal de nuestro carisma que, dándose a una persona, abre a la totalidad de la vida cristiana y al encuentro con todos. Ir a Madrid supone un sacrificio, que asumimos por la gratitud de pertenecer a la Iglesia según la modalidad que el Misterio ha pensado para nosotros.
Os acompañarán en este gesto las palabras que el Papa ha dirigido recientemente a los jóvenes: «Es precisamente mirándonos a nosotros mismos con verdad, con sinceridad y con valor como intuimos la belleza, pero también la precariedad de la vida, y sentimos una insatisfacción, una inquietud que nada concreto consigue llenar. Al final, todas las promesas se muestran a menudo insuficientes. Queridos amigos, os invito a tomar conciencia de esta sana y positiva inquietud, a no tener miedo de plantearos las preguntas fundamentales sobre el sentido y el valor de la vida. No os quedéis en las respuestas parciales, inmediatas, ciertamente más fáciles en el momento y más cómodas, que pueden dar algún momento de felicidad, de exaltación, de ebriedad, pero que no dan la verdadera alegría de vivir (…) Aprended entonces a reflexionar, a leer de modo no superficial, sino en profundidad vuestra experiencia humana: ¡descubriréis, con sorpresa y con alegría, que vuestro corazón es una ventana abierta al infinito! (…) El encuentro con Cristo no se resuelve en la adhesión a una doctrina, a una filosofía, sino que lo que Él os propone es compartir su misma vida, y así aprender a vivir, aprender qué es el hombre, qué soy yo» (San Marino, 19 de junio de 2011).
Os deseo que cada uno de vosotros en esta ocasión testimonie a los jóvenes con los que se encontrará la fascinación por el cristianismo que habéis descubierto con el carisma. Que esta sea, junto a vuestra petición y sacrificio, vuestra contribución a la Jornada Mundial de la Juventud.
Os deseo también que el gesto que hacéis sea una experiencia que marque vuestra vida, que ponga de manifiesto qué es la fe, experimentando la verdad de las palabras del Papa que dan título a esta JMJ: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe».