ENCUENTROMADRID
“El encuentro con Cristo no es un punto de llegada, sino de partida”

ENCUENTROMADRID
Yolanda Menéndez

Marta Cartabia y Julián de la Morena pusieron el punto final al Encuentromadrid 2011 con dos testimonios que ponen de manifiesto que la “Inteligencia de la fe, inteligencia de la realidad” no es un programa cultural sino el reconocimiento de una experiencia que sucede así

“El problema de la reducción de la fe es que no parte del hecho fundamental que es la resurrección de Cristo, sino que muchos católicos parten de lo que falta, y eso es como intentar a golpe de esfuerzo que el mundo cambie”. Con estas palabras, Julián de la Morena, sacerdote misionero de la Fraternidad de San Carlos Borromeo en Brasil, ilustró la habitual reducción de la fe con que se encuentra en sus continuos viajes por América Latina en el acto de clausura de Encuentromadrid 2011.
Compartió mesa con Marta Cartabia, catedrática de Derecho Constitucional en la Universidad Bicocca de Milán, quien describió cómo esta “reducción de la fe a moralismo” también se da en Europa. “Nos dedicamos a analizar por partes las circunstancias que vivimos o las personas con que nos encontramos, y así siempre descubrimos algo que no funciona, algo que falta. Pero así también nos perdemos la grandeza que hay en lo que vemos y vivimos, y eso no es un uso profundo de la razón, sino parcial”. Reducción de la fe, reducción de la razón. Ambas unidas, como la “Inteligencia de la fe, inteligencia de la realidad” de la que habla el lema de esta octava edición de Encuentromadrid.
“Cuando leí este lema, pensé que se trataba de algo que yo me debía proponer, un propósito a cumplir, pero cuando de pronto empiezas a reconocer verdaderamente las huellas de una Presencia como la que encontraron Juan y Andrés, que te sale al encuentro en todas las cosas, un rostro que se te acerca cada día, todo empieza a cambiar. Y entonces la inteligencia de la fe se convierte en inteligencia de la realidad no por un propósito, sino como un fruto inesperado, como una sorpresa”, explica Cartabia. “Ha sido una revolución personal darme cuenta de que no tengo que crear nada, sino que mi tarea consiste tan sólo en compartir la sorpresa por lo que veo suceder”.
“Otra reducción muy habitual es la de lo que yo llamo el cristianismo burgués”, apuntó De la Morena. “La huida a los cuarteles de invierno, la búsqueda de oasis aislados del mundo, separados, como si la fe no fuera suficiente para mirar de frente el mundo y la realidad”. Julián destacó que a menudo “la comunicación del cristianismo se deja en manos de expertos, no de testigos, y el resultado es un cristianismo esforzado pero triste”. ¿Cuál es la diferencia entre un experto y un testigo? “El experto es uno que le dice al otro por dónde tiene que ir, como si fuera empujando a un ciego por detrás. Sin embargo, el testigo, va caminando por delante y te invita a seguirle”.
En sus casi diez años en América Latina, Julián afirma que lo que más le ha conmovido siempre es la caridad. “Todo cambia cuando alguien te mira y te abraza desinteresadamente, sin ningún mérito propio. He encontrado a hombres que no tienen miedo a otros hombres porque parten de la necesidad que comparten. La necesidad del corazón es el gran aliado y nos permite encontrarnos con cualquiera”. Un gesto de caridad que abraza mi necesidad es lo que exalta la humanidad, lo que despierta el sentido religioso. “Todos llevamos tatuado el deseo de infinito y ese deseo se exalta en el encuentro con Cristo. Por eso, el encuentro con Cristo no es un punto de llegada, sino de partida. En eso consiste la relación entre fe y sentido religioso: que la vida se hace más vida desde el encuentro con Cristo”, sentencia Julián, y añade: “Cristo no es un a priori, es una presencia que sucede todos los días, porque si no sucede la alegría no se sostiene. Las certezas de ayer se quedan viejas”.