Una iglesia cristiana destruida en Bagdad.

Para que los cristianos no se sientan olvidados

Linda Stroppa

Después de la resolución sobre la protección a las minorías en Italia, un grupo de diputados visita Bagdad. «Un gesto sencillo de solidaridad», explica Maurizio Lupi, «porque sin libertad religiosa, la democracia es imposible»

El pasado 12 de enero, los diputados italianos aprobaban por unanimidad la moción contra las persecuciones de los cristianos en el mundo. Un documento que hacía referencia al mensaje de Benedicto XVI “Libertad religiosa, camino para la paz” y que afirmaba el compromiso de Italia para proteger los derechos de las minorías perseguidas. Pocos días después de la masacre de Alejandría (el 1 de enero de 2011), el Parlamento decidió «condenar abiertamente los episodios de intolerancia religiosa», que en el 75% de los casos, según el informe de la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada, se producen en contra de los cristianos. «Un auténtico calvario», como lo definió Maurizio Lupi, vicepresidente de la Cámara. Y así lo demuestran las historias de Shabbatz Bhatti, Asia Bibi y Younis y Jameel Masih, asesinados en Pakistán la semana pasada. Pero la lista es ún mucho más larga.
Por este motivo, dos meses después de la resolución, los parlamentarios italianos han decidido confirmar su postura y este domingo ha partido con destino a Bagdad una delegación encabezada por Lupi, quien explica que «la situación de las comunidades cristianas en países como Egipto, Iraq, Pakistán, China, se ha convertido en un capítulo central de la actividad parlamentaria». En enero Lupi se reunió con monseñor Shlemon Warduni, patriarca caldeo de Bagdad. A la pregunta «¿qué podemos hacer nosotros por la situación en Iraq?», la respuesta del obispo fue clara: «Haced al menos que estos hechos no caigan en la indiferencia. Hacen falta testigos». Así nació la idea de una delegación parlamentaria que pudiera expresar la solidaridad italiana, «no sólo desde el punto de vista institucional, sino sobre todo humano» hacia los cristianos iraquíes.
La iniciativa es sencilla. «Celebraremos la misa con ellos, porque los signos valen más que todo lo demás. Lo que hace falta es reforzar el vínculo con ellos para que no se sientan olvidados. Nuestra visita a Bagdad no es más que un pequeño signo de nuestra cercanía, para confirmar que sin libertad religiosa no es posible la democracia».