Las fuerzas que cambian la historia son las mismas fuerzas que cambian el corazón del hombre

Publicamos el editorial de la revista Buenas noticias, con la que la ONG CESAL promueve su XVIII campaña de Navidad “Manos a la Obra”

Como cada año, volvemos a poner manos a la obra para sostener esta Campaña a lo ancho y largo de la geografía española a través de encuentros, cenas, conciertos y diversas iniciativas que nacen de quienes desean llevar a cabo un acto útil. Una epidemia que propaga los hechos y testimonios que nos llegan de América y de África.
Pedazos de un mundo donde sucede un cambio, donde el “desarrollo tiene un rostro” porque allí “la persona marca la diferencia” (siguiendo los lemas de las últimas campañas). Por tanto, la Campaña, antes incluso que un movimiento nuestro de generosidad y solidaridad hacia quien tiene necesidad, antes incluso que una acción nuestra, es una extraordinaria ocasión para conocer y acoger. Somos nosotros los primeros en recibir los signos que nos vienen del mundo real.
“Estamos aquí, somos un hecho dentro de tu vida”, nos dicen nuestros amigos, nuestros hermanos de Haití y de Mozambique y de todos los lugares implicados en la Campaña de este año, como podéis ver en estas páginas. Somos los que desean que el corazón cambie, para poder cambiar la historia, la situación de necesidad en la que estamos. Nuestra batalla es todos los días, no comienza con la aprobación de un proyecto ni tampoco termina con su eventual éxito. No podremos curar todas las heridas provocadas por el terremoto en Haití ni alcanzar a todos los jóvenes nativos de la selva peruana, pero la certeza que nos guía es de otra naturaleza. Tiene que ver con lo que somos, no con todo lo que hacemos. Con eso que es el corazón, que está en el corazón y que queremos cultivar, aumentar, comunicar: la única fuerza que es fuerte de verdad y que nos hace fuertes en todas las circunstancias, a veces muy difíciles.
Y así, al implicarnos un año más en la Campaña, aprendemos de todos nuestros amigos repartidos por el mundo que somos en realidad los destinatarios, o mejor: para poder ser remitentes es necesario tener un corazón de destinatario.

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