Una hipótesis de la que partir

Stefano Regondi

Trescientos universitarios reunidos en Ponte di Legno (Brescia - Italia) de viernes a domingo para empezar juntos el curso. Entre ellos, 160 estudiantes de primer año que llegan de diversas facultades de Milán: Literatura, Física, Filosofía, Historia, Veterinaria, Matemáticas, Lengua, Informática... Muchas ramas de un mismo árbol, la universidad. Mientras el ámbito mediático y burocrático, lleno de proclamas y denuncias, celebra la reforma de una universidad moribunda, en Ponte di Legno se escucha la única pregunta que sigue sin encontrar espacio en los periódicos ni en las agendas políticas: ¿qué es la universidad?
Algunos profesores e investigadores presentan sus métodos de estudio. El primero que interviene, el viernes por la noche, es el investigador Pietro Tosco, que estudia en Verona la obra de Vasilij Grossman Vida y destino. “¿Qué le dice este libro al mundo?”, pregunta alzando la voz. “Habla de la ideología y de la libertad, y de las implicaciones que éstas tienen en el curso de la historia del siglo XX en Rusia”. Así empieza su lección, que se adentra después en el análisis histórico y literario del texto a través de la lectura de varios fragmentos de la novela. Al acabar, un grupo de estudiantes de primer año de Literatura cena con él y le bombardean con preguntas sobre la lección que ha pronunciado y sobre la vida de investigador. “¿Pero cómo se puede dedicar toda la vida a un particular?”, pregunta Anna. “Si el todo no se convierte en una cosa concreta, entonces nunca podrás hacer experiencia”. Una primera hipótesis de la que partir.
A la mañana siguiente, es el turno de Massimo Castagnaro, profesor de Anatomía Patológica en la Facultad de Veterinaria. “Terminé Contabilidad y me inscribí en Veterinaria siguiendo los pasos de mi padre. Era la única hipótesis que tenía, y me suscitó una experiencia de cansancio y satisfacción a la vez que nunca antes había probado”. Castagnaro se graduó con matrícula de honor y viajó a América para hacer el doctorado. Allí encontró a un profesor que le valoró, le hizo trabajar, le puso inmediatamente manos a la obra con un microscopio de gran potencia. “Fue un maestro que me acompañó en aquello que yo deseaba”. Volvió a Italia y empezó a enseñar siguiendo el mismo método: acompañar a los alumnos en el conocimiento de la realidad. Hacen muchos ejercicios, entre ellos uno en el que un alumno debe describir la diapositiva de una enfermedad y su compañero, de espaldas, debe dibujar lo que el otro dice. “Fijaos, así se aprende a mirar”. Una facultad donde se enseña así da como fruto una facultad más inteligente, más pegada a la realidad.
El encuentro con Castagnaro continúa en la comida, en las conversaciones de todos. Por la tarde, en la mesa de los ponentes está sentado Eric Longo, profesor de Derecho Constitucional en Macerata, que habla de la naturaleza de su asignatura, profundizando en las características y ampliando la perspectiva. “El derecho nace del comportamiento humano y deja de existir si falta lo humano”.
Por la noche, se proyecta un video con una de las últimas pruebas de orquesta y ensayo del concierto de la Moldava de Smetana, dirigida por Ferenc Fricsay, que murió poco después de aquella grabación a causa de un cáncer. Todos siguen con atención lo que sucede en la pantalla, sorprendidos y conmovidos por la creatividad e inteligencia humana con que aquel director de orquesta se adentra en el significado de la obra que está dirigiendo, guiando a músicos ya famosos y reconocidos.
El congreso termina el domingo con Pietro Silanos, que propone un recorrido a lo largo del conocimiento histórico. “El ideal no es un sujeto desinteresado sino un sujeto moral que ama aquello que investiga más que aquello que comprende”, concluye Silanos.
Regreso a Milán, cada uno a su facultad, ahora más seguros de algo que Emanuele, estudiante de primero de Literatura, ha empezado a intuir: “He visto una intensidad de estudio y de relaciones que quiero para mí. He visto a personas que viven unidas en lo que hacen”.